La derecha en negación
Muchos en el sector no han sido capaces de entender el mensaje de los votantes. En vez de sumarse a su candidato en la búsqueda de esos electores moderados que decidirán el balotaje, algunos en la derecha han optado por privilegiar la campaña del terror, advirtiendo sobre escenarios apocalípticos si la izquierda sigue en el poder.
Aunque la votación en primera vuelta del 19 de noviembre debiese haber sido una voz de alarma para la derecha, hay muchos en el sector que se mantienen en negación respecto al mensaje de los votantes. La mala noticia para Chile Vamos es que si sus líderes no escuchan la voz de la gente, aumentará la probabilidad de que Alejandro Guillier se convierta en el sucesor de la Presidenta Bachelet. La buena noticia es que la segunda vuelta sigue abierta y la puede ganar cualquiera, por lo que basta con que la derecha entienda el mensaje que envió la gente para lograr que Sebastián Piñera logre su objetivo de volver al poder.
La noche del 19 de noviembre muchos en la derecha se negaron a escuchar el mensaje que claramente dio a entender la ciudadanía. La gente no quería retroceder en la conquista de los derechos sociales. Es verdad que hay descontento con las cosas que se han hecho mal y preocupación por el enfriamiento de la economía. Pero Chile no es un país en crisis y la gente no ha caído víctima del pesimismo. Los chilenos quieren tiempos mejores, pero no creen que estamos en un mal período. Aquellos que han sido beneficiados con la gratuidad agradecen lo que consideran una gran conquista social. Aquellos que no han podido acceder a gratuidad, quisieran hacerlo. Las personas tienen altas expectativas sobre lo que debiera ocurrir en el futuro. Por eso, una mayoría votó por candidatos que prometían avanzar con las reformas sociales que expanden derechos y amplían oportunidades.
Es verdad que la gente también demostró preocupación por el bajo crecimiento económico. El que Piñera haya sido el candidato más votado demuestra que muchos chilenos están preocupados por la dirección en la que avanza el país (o más bien por el poco avance económico que se ha visto en los últimos años). La baja votación que recibió Guillier —el candidato presidencial que pasa a segunda vuelta con el apoyo más bajo desde el retorno de la democracia— demuestra que los chilenos no tienen mucha fe en lo que pueda hacer el hombre que ahora representa a toda la centroizquierda. Los que confiaron en Piñera son muchos más que los que confiaron en Guillier.
Pero si bien Piñera atrajo más apoyo que Guillier, las causas que dice defender el senador son más populares que las que defendió el ex Presidente en la campaña de primera vuelta. De ahí que tiene todo el sentido del mundo que Piñera haya escuchado la voz de la gente y haya hecho una corrección en las prioridades de su programa. Sin renunciar a su objetivo de priorizar el gasto en los que más lo necesitan y de buscar mayor responsabilidad fiscal, implementando reformas que produzcan mayor crecimiento, Piñera demostró voluntad para adaptarse a la nueva realidad y hacerse cargo de las demandas de la gente.
Desafortunadamente, muchos en su sector no han sido capaces de entender el mensaje de los votantes. En vez de sumarse a su candidato en la búsqueda de esos electores moderados que decidirán el balotaje, algunos en la derecha han optado por privilegiar la campaña del terror, advirtiendo sobre escenarios apocalípticos si la izquierda sigue en el poder. Si bien tiene sentido destacar las diferencias en periodo de elecciones —y los simpatizantes de derecha debiesen creer que el país será mucho mejor si su sector gobierna que si gobierna la izquierda—, no hay que caer en el discurso del terror, especialmente cuando la gente cree está interesada en encontrar líderes que puedan ayudarlos a cumplir sus sueños.
Otros en la derecha simplemente no quieren escuchar el mensaje de la gente. Esos apuestan a que los votantes más izquierdistas se abstendrán y a que Piñera podrá ganar con los mismos votos que obtuvieron los dos candidatos de derecha en primera vuelta. Pero apostar a que logrará llegar a La Moneda porque a quienes son más distantes ideológicamente les da lo mismo quién gobierne, no es una forma muy adecuada de afrontar la segunda vuelta. Igual que aquellos que esperaban llegar al Mundial apostando a que Brasil se iba a dejar perder en el último partido contra Chile, una parte de la derecha está todavía en negación, y todavía se niegan a salir a conquistar la votación de centro y a atraer a los moderados que quieren reformas, pero que las quieren bien hechas.
Joan Manuel Serrat tiene una canción que dice “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. La derecha en negación debiese despertar pronto y darse cuenta de que la victoria en segunda vuelta depende de que ese sector escuche lo que dijeron los chilenos en primera vuelta y se haga cargo de ese mensaje. Porque la primera vuelta también dejó en claro que son pocos los chilenos que confían en Alejandro Guillier, si Piñera se hace cargo de esos sueños y pone sus fortalezas en gestión, en liderazgo y en determinación para avanzar con responsabilidad y sustentabilidad, los votantes depositarán mayoritariamente en él su confianza y lo convertirán en el próximo Presidente de Chile.