La detención de Bolsonaro y los límites del bolsonarismo
La detención del expresidente pone fin a un intento de ruptura democrática, deja patente el debilitamiento de su base de apoyo y refuerza la resiliencia de las instituciones democráticas brasileñas.

Jair Bolsonaro ha sido arrestado. Y, contrariamente a lo que habían predicho las fuerzas políticas aliadas al expresidente, ese hecho no ha suscitado una protesta popular masiva en las calles.
Tampoco han dado resultados las sanciones y aranceles impuestos por Estados Unidos como forma de presionar al poder judicial brasileño, ni se ha vuelto volátil el ambiente político en Brasilia.
La realidad demuestra no solo la resiliencia de las instituciones del país, sino también una nueva fase del bolsonarismo, cada vez más aislado, y que, según expertos, ha encontrado límites tras perder apoyo popular.
Para el politólogo y profesor de la Fundación Getúlio Vargas Eduardo Grin, la ausencia de movilización popular de grupos clave dentro del bolsonarismo, como los evangélicos, así como parte del agronegocio y el conocido como «bloque bala», por ejemplo, sumada a los intereses partidistas del «Centrão», muestra que el bolsonarismo se ha aislado al priorizar la defensa de Bolsonaro en detrimento de un proyecto electoral.
«Esta idea de una agenda única a favor de la amnistía [para Jair Bolsonaro] tensa las relaciones con otras fuerzas políticas de la derecha tradicional o con partidos centristas que, a medida que se acercan las elecciones, comienzan a percibir que se trata de una agenda tóxica, especialmente en un momento en que, cada día que pasa, el bolsonarismo se radicaliza más, es más incapaz de avanzar hacia el centro y se transforma cada vez más en un grupo político aislado con errores estratégicos muy fuertes”, comenta Grin a DW.
El futuro político podría ser más radical
Fuerzas políticas de la derecha y el centro tradicionales buscan un candidato alternativo a la familia Bolsonaro. Hay varios gobernadores que se han posicionado como representantes de una derecha que apoya a Bolsonaro, pero que tiene menos vínculos con él.
Mientras tanto, el bolsonarismo cuenta con un discurso cada vez más radical, como una forma de acercarse a íconos internacionales de la extrema derecha, como Javier Milei en Argentina, Viktor Orbán en Hungría e incluso Donald Trump en Estados Unidos.
«Creo que, en términos de identidad, podríamos tener una extrema derecha mucho más antisistema y radicalizada, apostando a que es posible tener, como de hecho existe en Brasil, un contingente considerable de votantes antisistema, antiinstituciones políticas, anti-Tribunal Supremo y antidemocráticos», afirma Eduardo Grin.
Según el politólogo, este escenario podría traducirse en un intento del bolsonarismo de lanzar a un representante de la familia Bolsonaro a la carrera presidencial, a pesar de los llamamientos de algunos miembros del Centrão (bloque de centroderecha). El nombre más probable sería el del senador Flávio Bolsonaro, quien se ha convertido en una figura central desde que su hermano, Eduardo Bolsonaro, se mudara a Estados Unidos.
«El bolsonarismo siempre ha tenido esa idea de la patria, la familia y Dios», explica Grin. «[Para el bolsonarismo], la clave es aferrarse a la idea de la justicia divina, el lema religioso, para seguir movilizando a parte de este electorado», añade Grin. «Tendremos unas elecciones polarizadas el año que viene, porque el poder de atracción de la extrema derecha es muy grande», vaticina el experto.
La resiliencia de las instituciones democráticas
Mientras la política atraviesa un proceso de redefinición de las dinámicas de poder, el ámbito institucional demuestra una madurez sin precedentes. Según Luis Henrique Braga Madalena, doctor en Derecho por la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, el proceso en el Supremo Tribunal Federal, que condenó a Jair Bolsonaro por liderar una organización criminal con el objetivo de dar un golpe de Estado y mantenerse en el poder, demuestra la madurez institucional y democrática brasileña.
Para Madalena, la democracia brasileña ha atravesado muchos momentos turbulentos y ha resistido juicios que, combinados en un corto período de tiempo, como ocurrió en Brasil, comprometerían decisivamente a la mayoría de las democracias.
«No se trata solo del encarcelamiento de un expresidente, sino de un encarcelamiento resultante de un intento de golpe de Estado, que sigue al encarcelamiento de otro expresidente, no por intento de golpe, que ahora ha regresado a la presidencia de la República. Además, no podemos olvidar que Brasil atravesó dos procesos de impeachment, que también fueron absolutamente traumáticos», dice el experto a DW.
Según el jurista, este proceso demuestra que la democracia brasileña ha evolucionado y convierte al país en un ejemplo en la lucha contra los estallidos autoritarios en todo el mundo.
«El gran desafío de las democracias contemporáneas es tratar la disidencia como algo necesario, en la medida en que las diferencias son fundamentales para el florecimiento y el mantenimiento de un régimen sano. No hay blanco o negro, ni bien ni mal. Hay innumerables matices de colores, todos ellos absolutamente interdependientes y necesarios para la existencia de un Estado democrático de derecho», concluye Luis Henrique Braga Madalena.
