La diplomacia, partera de la historia
Si atendemos a la más reciente experiencia, el futuro está en la diplomacia. La guerra está pasada de moda. O mejor dicho, no funciona. O peor, produce efectos perversos. Libia, Irak y Afganistán son los ejemplos más recientes de los pésimos efectos del uso de la fuerza para derrocar regímenes impresentables y construir unas relaciones internacionales pacíficas y civilizadas.
George W. Bush protagonizó el último intento de neutralizar regímenes peligrosos y llevar la democracia a los países que no la tienen a cañonazos (Afganistán e Irak). Barack Obama, con dos éxitos indiscutibles de momento en su haber, Cuba e Irán, significa exactamente lo contrario y es el primer presidente que alcanza dos acuerdos de tanta trascendencia (Libia carga en la cuenta de Cameron y Sarkozy). Si funcionan como es de esperar, su presidencia está más que salvada.