Cultura y ArtesMúsica

La entidad eterna de Bach

Su música parece tener una existencia anterior a la nuestra. No compuso música; compuso montañas, viento, nieve, cordilleras...

Este diario me ha propuesto escribir un artículo de dos mil caracteres, incluyendo espacios, en el que cuente algo relacionado con la llamada música clásica. Acepto encantado, porque se trata del asunto que más me interesa en el mundo. Les hablaré de Bachde algo que hay en él que me resulta casi milagroso. Para entenderlo, piensen ustedes en una montaña nevada, o en un acantilado, o en una roca; en algo que se encuentre en la naturaleza, sea grande o pequeño. Incluso pueden visualizar un árbol, o todo un bosque y, si les apetece, imaginen una tormenta poderosa.

 

 

Lo que sea que ustedes hayan elegido tiene una entidad que se sitúa al margen de nosotros. Las rocas, las montañas, los acantilados y las tormentas estaban ahí antes de que cualquier ser humano respirara sobre la superficie de este planeta. Nada de eso es un artificio, ni fue creado por ninguno de nosotros, como los teléfonos, los coches, las barandillas o las escobas.

Cuando oigo a Bach, no escucho un artificio, no me parece algo generado por un hombre

¿Y qué ocurre con la música de Bach? Se trata, claro está, de una creación humana pero, por algo que me resulta imposible explicarles, no me lo parece en absoluto‘Los conciertos de Brandemburgo’, sus cantatas, cualquiera de sus composiciones posee la misma entidad natural que tienen los lagos, las piedras, la lluvia o las tormentas. Cuando oigo a Bach, no escucho un artificio, no me parece algo generado por un hombre, sino un elemento tan eterno e inhumano como la lluvia, el hidrógeno o los océanos gigantes.

 

 

Su música parece tener una existencia anterior a la nuestra. Johan Sebastian Bach no compuso música; compuso montañas, viento, nieve, cordilleras, extensiones de campos llenos de trigo, espacio, tiempo, sol, calor, frío. Vuelva visualizar lo que eligió al inicio, ese elemento natural. ¿Era una planta, un bosque?

Da igual. Solo quiero que sepa que la música de Bach, y créanme que jamás entenderé por qué, tiene la misma entidad eterna. Y justo después de ese punto tras la letra «s» termina este artículo de dos mil caracteres, incluyendo espacios.

 

 

 

 

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