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La finalista de MasterChef que montó un restaurante en su pueblo y ahora tiene 6.000 personas en lista de espera

María Morales abrió Esencia en una cochera familiar de Tomelloso con una sola mesa para 14 comensales. Tres años después, ha convertido su cocina manchega en un fenómeno que todos quieren probar.

La finalista de MasterChef que montó un restaurante en su pueblo y ahora tiene 6.000 personas en lista de espera

MARÍA MORALES

Quién le iba a decir a aquella estudiante de Turismo que se preparaba para unas oposiciones en Madrid, que unos años después tendría un restaurante propio con 6.000 personas en lista de esperaMaría Morales (Tomelloso, 1993) nunca soñó con ser cocinera.

O al menos no de forma profesional. Pero el empujón de su hermana, un plato de galianos y el escenario inesperado de un famosísimo talent show, cambiaron su vida para siempre.

Del estudiar turismo a conquistar los focos

En 2021, con solo 28 años, se presentó a MasterChef animada por Ana, su hermana, que fue quien la apuntó al casting sin que ella lo supiera. Entonces María estudiaba oposiciones para ser profesora de FP, tras haber cursado el Grado en Turismo y un máster en Formación del Profesorado.

No entraba en sus planes salir en la tele, ni mucho menos convertirse en chef, aunque siempre le había gustado cocinar. Pero el destino tenía otros planes: se presentaron 70.000 personas y ella fue una de las quince elegidas.

Entró al programa con un plato muy suyo, los galianos -gazpacho manchego-, que preparó con la idea de dejar huella aunque no pasara de ronda. Terminó alcanzando la final y quedó tercera.

«MasterChef es una oportunidad única para mostrar al mundo tu visión de la cocina», recuerda. María, que antes de eso había trabajado como coordinadora de eventos en un hotel madrileño, vio cómo su vida daba un vuelco y se lanzó de lleno a formarse.

Completó un curso de técnicas de vanguardia en el Basque Culinary Center y un máster de sumillería profesional en la Escuela Española de Cata. Fue la confirmación de que quería dedicarse a la cocina de forma seria y comprometida.

Esencia, un restaurante propio en su pueblo con larga lista de espera

En julio de 2022 abrió Esencia by María Morales, su restaurante en Tomelloso. Un proyecto personalísimo con una única mesa corrida para 14 comensales, homenaje a sus abuelas Carmen y Pilar, que cada fin de semana cocinaban para ese mismo número de familiares. «Quise replicar lo que hacían ellas con nosotros los domingos: cocinar para unirnos«, explica a Cocinillas.

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El espacio ocupa lo que ha sido la planta baja de su casa de toda la vida, con una cocina, completamente abierta, que es el corazón del lugar.

Allí María cocina, explica, sirve y comparte, en un formato de showcooking que busca recuperar la magia de las comidas familiares. «Quiero que cada comensal deje de ser un número y pase a formar parte de mi familia por unas horas». Lo hace junto con Jose Ángel, su incondicional en sala que hace que todo sea especial.

En Esencia se comparte mesa y menú degustación. Puedes reservar para un grupo completo o acudir en solitario y sentarte junto a desconocidos.

Lo que empieza como una comida entre extraños, suele acabar en confidencias, brindis y amistades improvisadas. «He visto a gente intercambiar teléfonos, alargar la noche hasta las tantas y volverse inseparables».

La cocina de Esencia parte de la tradición manchega, pero no se queda ahí. María combina platos como el pisto, el ajo mataero, el gazpacho manchego o las manitas de cerdo con pescados de descarte como la sardina, el boquerón o la anguila, que trata desde el respeto y el aprovechamiento.

También se cuelan recetas más personales o con presentaciones inesperadas. «Un plato puede ser humilde, pero si lo cuentas bien y está rico, emociona igual o más que uno sofisticado».

«Siempre intento que haya un equilibrio entre lo que me enseñaron mis abuelas y técnicas que aprendí en San Sebastián, pero con honestidad. No quiero que la comida se vuelva un rompecabezas«, dice.

En su menú puede aparecer un guiso con verdura de temporada junto a una interpretación de un postre clásico en clave moderna. Y siempre, con ingredientes del entorno. Trabaja con productos locales, de pequeños productores cercanos, y adapta el menú a la estación.

«Cada semana reviso qué verduras o carnes me llegan: tomates, berenjenas, cordero, cerdo de pastoreo… Siempre hay un guiño diferente, algo inesperado, pero sin perder la esencia». En la mesa no faltan vinos manchegos ni ingredientes como el azafrán, la miel o el queso de la tierra.

Un espacio en el que se cocina de cara al cliente

También el espacio es parte de la experiencia. La cocina está completamente integrada y los comensales presencian el emplatado, el corte y hasta el desorden.

«Siempre digo que si tuviera que volver a montar esto, igual me lo pensaba», bromea, «porque aquí todo se ve, no puedes esconder ni una sartén». Pero reconoce que esa cercanía es parte del encanto. «Conectas con la gente desde el minuto uno y eso es mágico».

Además, no hay turnos ni horarios flexibles. El servicio empieza a una hora concreta y todos comen al mismo ritmo. «Es una manera de vivir la cocina de otra forma. Sin prisas. Como en casa». La acogida ha sido tal que la lista de espera supera las 6.000 personas. Y más del 50-60% de quienes la visitan vienen de fuera de Tomelloso.

María reconoce que cuando abrió no sabía si el concepto funcionaría. «Esto podía haber salido bien o haberse hundido», confiesa.

Pero el boca a boca, las redes sociales y las apariciones puntuales en MasterChef han hecho que Esencia se haya convertido en destino gastronómico. ¿Cómo asegurarse un hueco? Escribiendo un email a info@esenciamariamorales.es.

Tres años de éxitos y algunos sueños por cumplir

Tres años después de abrir, María sigue al frente del restaurante, sola, con una agenda que gestiona personalmente y compaginando sus otras colaboraciones con showcookings, catas o eventos relacionados con la gastronomía regional.

También forma parte del Consejo Asesor Gastronómico del Instituto de Cultura Gastronómica de Castilla-La Mancha. «Me siento muy ligada a mi tierra. Me gusta poner en valor los productos que me rodean y demostrar que desde aquí también se puede hacer algo diferente».

Dice estar agradecida, contenta y con los pies en la tierra. «Abrí en un contexto complicado, en una zona donde no sabía si algo así iba a cuajar. Pero me lancé, invertí sola y aquí estoy». A veces siente que debería delegar más, pero disfruta con cada parte del proceso, desde hacer la compra hasta montar el emplatado final.

Entre sus sueños está publicar un libro de recetas. «Me encantaría tener uno en papel, de los que tienes en la cocina y consultas cuando lo necesitas. Aunque todo esté ya en redes, lo físico tiene otro valor».

Cuando le preguntan por el futuro, prefiere no planear demasiado. «Nunca imaginé nada de esto. Así que lo que venga, bienvenido sea». «Cada persona tiene un punto de vista distinto, y eso es lo que vale», reflexiona. «Y aunque a veces haya momentos de duda, cuando estoy delante de la mesa, cocinando, sé que esto es lo mío».

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