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La firmeza de Lenín Moreno acaba con la huelga de transporte en Ecuador

Ecuador ha vivido así dos jornadas marcadas por enfrentamientos, disturbios y saqueos que han paralizado a buena parte del país, sobre todo durante la primera jornada en el sur y centro de Quito y varios barrios de Guayaquil

La mano dura del presidente ecuatoriano Lenín Moreno, quien no dudó en declarar el estado de excepción en Ecuador, obtuvo anoche (madrugada en España) una victoria política: el cese de la huelga nacional del transporte cuando todavía no había acabado su segunda jornada. En cambio, movimientos indígenas mantienen una jornada de huelga para la semana que viene.

Once federaciones del transporte, que incluyen a taxistas y autobuseros, anunciaron que abandonaban las calles «por falta de garantías operacionales» y al no responsabilizarse por los «hechos vandálicos suscitados por personas infiltradas que desean caotizar el país». Una versión parecida a la mantenida por Moreno, quien no dudó en acusar a quienes «saquearon al país», unas palabras que señalaban a su antecesor y antiguo jefe político, Rafael Correa.

«Analizando la situación caótica y habiendo cumplido con dar a conocer nuestro desacuerdo al gobierno frente al Decreto 833 («paquetazo» económico que incluye la subida del precio del combustible) hoy se termina la medida de hecho», explicó Abel Gómez, presidente de la Federación Nacional de Cooperativas de Transporte Público de Pasajeros del Ecuador. En el líder de los transportistas y en sus compañeros ha pesado la determinación del gobierno, que ordenó sin miramientos la detención de otros líderes de la huelga tras paralizar la vida del país durante la jornada del jueves.

El anuncio previo del presidente, que se mostró dispuesto a tomar medidas «paliativas» en favor de los más perjudicados, allanó un camino que durante horas amenazó en ponerse cuesta arriba. El gremio deja de esta manera en manos gubernamentales el incremento de las tarifas.

Ecuador ha vivido así dos jornadas marcadas por enfrentamientos, disturbios y saqueos que han paralizado a buena parte del país, sobre todo durante la primera jornada en el sur y centro de Quito y varios barrios de Guayaquil. Colegios cerrados, comercios con las santamarías echadas e industrias bajo mínimos destacaron en el mapa de las protestas, a las que se unieron varias zonas indígenas a lo largo del viernes. Incluso siete policías fueron retenidos por indígenas en Otavalo. Casi 400 detenidos y varias decenas de heridos es el balance provisional de los disturbios.

«Somos un gobierno responsable que toma decisiones firmes por el bien común. Compatriotas, ¡tengan la certeza de que los intereses políticos de una minoría impidan el desarrollo del país!«, clamó el presidente Lenín Moreno tras hacerse público el cese de las hostilidades. Una crítica dirigida directamente contra los dirigentes del transporte y los taxistas, pero en la que también engloba a su principal crítico, Rafael Correa, quien desde el minuto 1 exhortó a los ecuatorianos a lanzarse a las calles para derribar al gobierno que le «traicionó».

De momento se mantiene el estado de excepción, que tiene una vigencia de 60 días.

 

 

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