La Gallup muestra una opinión más cerca del populismo de derecha
El viernes se conoció la Gallup Poll, que mide el estado de ánimo de los colombianos cada dos meses desde hace más de 20 años. La encuesta, que recoge la opinión de las cinco ciudades más grandes, no solo ratifica la desfavorabilidad de Iván Duque, sino que muestra un panorama de opinión que entre un pesimismo generalizado, la impopularidad de casi todas las instituciones y los políticos, posturas cada vez más conservadoras y rechazo creciente a los inmigrantes venezolanos, marca un panorama que se acerca al que anima a los populismos recientes de derecha.
(Como explicamos cuando anunciamos la decisión de no usar las encuestas para analizar las elecciones de este año, seguimos cubriendo esta medición porque lleva más de dos décadas usando la misma metodología y no predice quién ganará elecciones, sino muestra el estado de la opinión. Acá puede ver su ficha técnica).
Estas son nuestras principales conclusiones:
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El estado de ánimo está en la mala
El optimismo está en uno de sus niveles más bajos de los últimos 15 años, el más bajo con Duque y parecido a los peores momentos con Santos. Esa sensación permea la percepción de casi todos los asuntos, y abre la puerta a cambios políticos fuertes, como sería un populismo.
Por ejemplo, es la peor percepción de la economía en un año largo (77 por ciento la ve empeorando y solo 13 la siente mejorando), la sensación sobre el desempleo es muy negativa (solo el 9 por ciento cree que mejora, el segundo punto de menor optimismo en 11 años que lleva la Gallup preguntando por el tema) y la sensación de que el costo de vida está empeorando es la peor en casi 3 años.
Algo similar pasa con temas tan diversos como la asistencia a la niñez, la educación o la lucha contra la pobreza. Además, el cierre de la carretera entre Bogotá y Villavicencio tiene al pesimismo sobre el transporte y las carreteras empatando el récord de noviembre de 2011.
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Y Duque también sigue mal
En ese panorama pesimista, el Presidente aparece con alrededor del 30 por ciento de favorabilidad, ligeramente mejor a la que en general tuvo el impopular Andrés Pastrana.
La cifra, similar a la de otras encuestadoras, ya ES LA USUAL de un presidente que no tuvo luna de miel con la opinión y él mismo la ha aceptado como una realidad, hasta el punto de que en la Asamblea General de la OEA, el miércoles, DIJO “prefiero no contar con los aplausos transitorios, pero tener la tranquilidad de que hemos edificado el camino para el desarrollo sostenible”.
Además, su vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, con 38 puntos tiene la mayor desfavorabilidad de todos los 17 años de registros de la Gallup sobre ella, y por primera vez supera la favorabilidad, aunque sea solo por el uno por ciento. También empeoran las imágenes de los ministros por los que consulta la Gallup, como Alberto Carrasquilla de Hacienda y Guillermo Botero de Defensa.
Sin embargo, la encuesta muestra que el pesimismo va mucho más allá del Gobierno.
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Todos en la mala
El pesimismo afecta las imágenes de políticos diversos, desde el ex vicepresidente Germán Vargas hasta Gustavo Petro, pasando por la de Álvaro Uribe que si bien no se mueve sustancialmente, sigue siendo negativa; o por el procurador Fernando Carrillo. La excepción es Sergio Fajardo, quien mantiene la favorabilidad pero reduce la imagen negativa.
Además, empeoran su imagen, ya de por sí negativa, instituciones tan diversas como la Fiscalía (que con 63 por ciento de desfavorabilidad contra 32 de favorabilidad logra un nuevo récord) o los sindicatos; e incluso empeoran otras que tienen buena imagen, como las fuerzas militares (quizás por las fuertes revelaciones del New York Times y de Semana sobre la posible reedición de los asesinatos conocidos como “falsos positivos”) o la Contraloría.
La baja popularidad de las instituciones abre espacio a liderazgos menos institucionales, que son los más usuales en Colombia. Y que las excepciones más notables a esa desfavorabilidad sean la tradicionalmente conservadora Iglesia Católica y la clase empresarial hacen más fácil que cojan fuerza versiones de derecha de ese tipo de liderazgos.
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Están especialmente golpeados el Congreso y los partidos
Que el Congreso esté cerca de sus récords de rechazo y que los partidos políticos también (y estén en el top de instituciones con mala imagen), refrendan que los encuestados no ven a los líderes políticos como la solución a la situación.
De hecho, los partidos perdieron el terreno que habían ido recuperando desde la encuesta de abril de 2018, en plena campaña presidencial, y regresaron a el desprestigio de entonces. Un mes después el candidato presidencial que más representaba a la clase política, Vargas, sufrió una fuerte derrota, lo que muestra que esa impopularidad se puede transmitir en resultados electorales.
Eso también significa que figuras menos vinculadas a esa clase política pueden tener más opciones de llegar al poder, un dato importante a cuatro meses de las elecciones regionales y locales, y un motivo para que liderazgos carismáticos y antipolíticos tengan margen para crecer.
5
… Y los jueces, incluyendo a la Corte Constitucional
Apenas el 10 por ciento está de acuerdo con la libertad de Jesús Santrich, el 5 con que se pueda consumir drogas en parques y el 9 con que se pueda consumir alcohol. Es decir, las decisiones recientes más sonadas y polémicas de las Altas Cortes son muy poco populares.
Probablemente por eso la Corte Constitucional perdió la mejora en la imagen que había tenido en los últimos meses; la Corte Suprema también, con niveles como los de abril de 2018; y la JEP también similares a los de entonces, los peores desde que Duque es Presidente.
En su conjunto, el sistema judicial sigue con una imagen muy negativa (82 desfavorable contra solo 15 favorable), similar a las de la FARC, una prueba del grado de impopularidad de la justicia colombiana justo cuando desde la derecha se agitan las ideas de un referendo para cambiar su cúpula o una constituyente para reformarla.
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Venezuela golpea
Desde agosto de 2015, cuando el Gobierno Maduro cerró la frontera y luego expulsó a la fuerza a miles de Colombianos, no había una peor percepción de las relaciones internacionales, que además es de lejos la peor durante el Gobierno Duque. Además, la imagen del Canciller, Carlos Holmes Trujillo, pasa por su peor momento desde que está en el cargo.
Eso no se debe a Estados Unidos o a Brasil, cuyas percepciones se mantienen, sino a Venezuela: menos gente opina que las relaciones bilaterales van a mejorar.
Se nota en que Nicolás Maduro sigue siendo el personaje o entidad con menos favorabilidad, apenas el 1 por ciento, y más desfavorabilidad, el 97 por ciento, cuando esas cifras para el ELN son 3 y 91, y de la Farc son 10 y 84. De hecho, la opinión sobre Venezuela es similar, apenas 6 por ciento tiene una favorable contra 90 por ciento desfavorable.
Un dato adicional muestra lo sensible de la sensación: se erosiona incluso la imagen de Juan Guaidó, el presidente opositor a Maduro, que si bien sigue siendo muy popular, pasa de 77 a 71 por ciento de imagen negativa y de 10 a 13 de positiva. Eso puede recoger en parte el escándalo del posible desvío de aliados suyos de la ayuda humanitaria, pero sobre todo significa que a medida que pasa el tiempo la sensación de que él puede solucionar la situación en Venezuela pierde tracción entre la opinión de las grandes ciudades de Colombia.
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Y vuelve el fantasma del castrochavismo
Que más gente crea en el riesgo del castrochavismo que el año pasado, cuando fue uno de los principales elementos de la campaña presidencial negativa contra Gustavo Petro, es muy elocuente. Además, por primera vez es claro el apoyo a una hipotética intervención militar de Estados Unidos para derrocar a Maduro.
Todo eso muestra que el fantasma del castrochavismo asusta más que nunca, otro elemento que da espacio para que crezcan propuestas de mano dura y de derecha.
Más cuando está creciendo el porcentaje de quienes creen que la guerrilla podría algún día tomarse el poder por la fuerza (en lo que va de este año han pasado de ser el 23 al 30 por ciento), a pesar de la desmovilización de las FARC, otra muestra de que el temor de un viraje hacia la izquierda está creciendo.
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La xenofobia viene creciendo
Gallup ha preguntado desde inicios de 2018 si los encuestados están de acuerdo con el que Gobierno acoja a los venezolanos. Por primera vez la mayoría opina que no y le saca ventaja a los que creen lo contrario, algo sin precedentes y que va en contravía de la política de Duque, que apoyan todas las fuerzas políticas. Esa distancia entre la opinión mayoritaria y los liderazgos establecidos es otra señal de que hay espacio para otros, de outsiders populistas de derecha.
Más cuando el 67 por ciento tiene una opinión desfavorable de los venezolanos que llegaron a vivir al país, un récord desde que Gallup hace esa pregunta y un aumento considerable del 59 por ciento hace menos de dos meses, en la Gallup Poll anterior.
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Y se conservaduriza la opinión
Ese giro a posturas más de derecha se nota no solo en la naciente xenofobia, sino en muchas otras áreas.
Por ejemplo, casi se empata el récord de quienes están de acuerdo con perder libertades para mejorar la seguridad, menos gente está de acuerdo con pagar impuestos para apoyar a las víctimas, 3 de cada 5 apoyan al criticado Esmad y se llega al mayor rechazo a la adopción por parejas del mismo sexo y al matrimonio igualitario en más de dos años.
La única excepción es que se mantiene un apoyo muy amplio a la protesta social “para que el Gobierno atienda las necesidades de la sociedad”, como pregunta Gallup – probablemente como muestra de las críticas al Gobierno actual que acoge a los venezolanos y ha sido constantemente débil en la opinión.
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¿Sorpresas electorales?
Con ese estado de la opinión a cuatro meses de que se elijan los nuevos alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, hay un espacio para que crezcan algunas alternativas con discursos populistas de derecha.
Aunque las dinámicas locales son decisivas y la opinión no es igual en todos lados, con la impopularidad general de políticos e instituciones, hay un viento que los favorece. No es fácil que vengan del uribismo, que es parte de la institucionalidad, tiene un líder ya conocido y con imagen negativa, y una estrategia de pocos candidatos propios, pero sí puede empujar a figuras más de derecha, o a coaliciones o alianzas que incluyan al uribismo y discursos que empiecen a retomar la naciente xenofobia, posturas conservadoras como las de LA CANDIDATA DE LA U A LA GOBERNACIÓN DE SANTANDER, Angela Hernández (en la foto), y crítica a las instituciones.