La gran mentira de Machado Ventura en los 100 años de la Revolución de Octubre
Si lo que caracteriza un modo de producción es el predominio de una forma particular de explotar la fuerza de trabajo, el estatal-socialismo impuesto en Rusia no dio paso a ningún nuevo régimen social
Todo el daño que ha hecho a la Humanidad la filosofía y la práctica del Socialismo de Estado nacido en Rusia con la revolución de octubre de 1917, parecía haber sido abordado ya por la literatura internacional con una visión democrática y de izquierda desde sus primeros años, pero especialmente desde la caída del Muro de Berlín, del cual se cumplieron 28 años, y la desaparición de la URSS, ocurrida dos años después.
Por eso no pensaba dedicar esfuerzo alguno a “recordar” el centenario de la Revolución de Octubre. Varios artículos en la prensa independiente cubana lo han abordado desde distintos ángulos y eso me parecía suficiente.
Sin embargo, al leer la evocación pronunciada por Machado Ventura en La Habana, sentí la necesidad de señalar las bases falsas en que se sustenta todo su discurso.
Dice Machado: “En la actualidad, en algunos medios existe la tendencia a menguar la importancia de la Revolución que condujo a la fundación del primer Estado socialista del mundo y abrió un camino de esperanza, al dar paso a un nuevo régimen social que demostraría que era posible un mundo sin explotadores ni explotados”.
Y más adelante señala: “Una contribución innegable de esta gran gesta fue el inicio del proceso de estructuración político-económica de un nuevo sistema: el socialismo”.
Estas aseveraciones son falsas y dejan sin bases todo lo otro expresado en su discurso.
Si lo que caracteriza un modo de producción es el predominio de una forma particular de explotar la fuerza de trabajo (trabajo esclavo: esclavitud; trabajo siervo: la servidumbre feudal; trabajo asalariado: el capitalismo; trabajo libre, privado o asociado: socialismo), pues entonces ese “socialismo” surgido de la Revolución de Octubre no generó ningún nuevo sistema como expresa el Segundo Secretario del PCC.
El estatal-socialismo impuesto en Rusia entonces y expandido después a medio mundo y a Cuba no dio paso a ningún nuevo régimen social por la sencilla razón de que mantuvo la explotación asalariada como forma fundamental de explotación de la fuerza de trabajo. El estatal-socialismo lo que hizo fue estatalizar la propiedad privada —bajo el manto de la nacionalización— y continuar explotando asalariadamente a todos los trabajadores. La esclavitud generalizada para servicio del estado y sus burócratas, que Martí llamó La Futura esclavitud.
Ese entuerto estalinista no promovió la superación del trabajo asalariado, por una nueva forma de organización, no cambió ese régimen de explotación del trabajo; lo amplió y generalizó con su oposición sistemática al cooperativismo, al asociacionismo productivo diverso e independiente de los trabajadores.
Ni allá, ni acá se entregaron las fábricas a sus trabajadores o a sus asociaciones. La “dictadura del proletariado”, fue la del partido y su estructura vertical, los obreros quedaron como otros tornillos más a apretar en las industrias. Mijaíl Gorbachov con la Perestroika intentó entregar el poder económico a los trabajadores y los estalinistas le dieron un golpe de Estado, que terminó por hundir la URSS y abrir a Rusia y al resto de aquellas naciones a la modernidad.
Antes de morir Lenin dictó, ya no podía escribir, “Sobre la cooperación”, donde exponía que había que cooperativizar todo el país. Ya nadie lo oía. Stalin se había apropiado del Partido y del Estado y poco después de muerto Lenin eliminó la NEP, el intento leninista atrasado de respetar la economía privada, después del disparate del “Comunismo de guerra”.
Aquello de socialismo solo tuvo el nombre. Fue, en verdad, una especie de capitalismo monopolista de Estado mal administrado que terminó autodestruyéndose, para volver al capitalismo privado.
Por tanto, es falsa la aseveración machadista de que allí se abrió el camino “hacia un nuevo sistema: el socialismo.”
La nueva sociedad poscapitalista, socialista o como quiera llamársele, no se construye desde arriba, desde el Estado, será producto del desarrollo de las formas de trabajo libre, privadas o asociadas, en el seno del capitalismo mismo, como de hecho está ocurriendo. Y no podría ser nunca producto de la imposición, ni de ninguna dictadura, sino precisamente del más amplio desarrollo de todas las libertades y de la democracia más plena.
El castrismo, y sus representantes como Machado Ventura, fieles seguidores del estalinismo, siguen aferrados al estatalismo asalariado, como eje del socialismo, a sabiendas de que ha fracasado en todas partes y en Cuba también.
Pero ya no se puede seguir mintiendo, Machadito. Se acabó el tiempo del estalinismo y sus arbitrariedades. Ya ha sido mucho el daño hecho al pueblo cubano, a su economía y al vocablo socialismo. Ustedes mismos se han encargado de destruirlo todo. El futuro democrático de Cuba es cuestión de tiempo y todos ustedes y su obra quedarán como recuerdo de lo que nunca debió ser o hacerse en nombre del socialismo.