La gran pregunta es si Puigdemont ha dejado de ser un cobarde
Para ser creíble y mejorar las expectativas, y poder superar a ERC, necesita la foto de su detención aunque el juez le deje en libertad tras tomarle declaración
La pregunta clave de la política catalana y en cierto modo española es: ¿Ha superado Puigdemont su pavor a ser detenido y encarcelado? ¿Va a arriesgar su libertad regresando a España durante la campaña para dar un golpe de efecto y ganar a ERC el 12 de mayo? Incluso sabiendo que con la amnistía publicada en el BOE –cuando lo esté– ningún juez le encarcelará preventivamente, ¿tendrá Puigdemont, por primera vez en su trayectoria política, la valentía de jugarse el tipo por sus ideas?
Lo más significativo de la conferencia de la tarde del jueves fue que que sacara pecho de haber pactado con el Gobierno la amnistía y otras cuestiones que tienen que ver con la clara asunción –por lo menos en un independentista– de que Cataluña es y será España, como por ejemplo que se pueda hablar en catalán en el Congreso.
Como de costumbre, atacó a ERC con el fantasma de lista unitaria, la que ya en 2015 fracasó al no conseguir la mayoría absoluta que esperaba. Aumentó la bronca entre los partidos independentistas: Esquerra y Junts se pelearon desde el primer día de campaña y luego toda la legislatura hasta el punto que proclamaron la independencia a cara de perro y por una riña de última hora entre ellos. No la tenían preparada, se rindieron y unos se entregaron a la Justicia y los otros escaparon.
Además, si Puigdemont llegó a presidente fue por la falta de entendimiento que aquella candidatura unitaria tuvo con la CUP, que se negó a votar al entonces candidato Artur Mas, y el entonces alcalde de Gerona fue un invento de última hora para no tener que repetir las elecciones, a las que Esquerra ya había anunciado que se presentaría por separado y Junts trató de evitar a toda costa porque sabía que perdería contra los republicanos.
Junto con incomodar a Esquerra, la lista unitaria es un planteamiento oportunista porque no está claro que Junts sea la primera fuerza independentista; y está mucho menos claro –de hecho hoy parece imposible– que aunque los partidos independentistas sumen mayoría absoluta, opten por pactar entre ellos. Lo más probable es que sobre todo ERC, y muy probablemente también Junts, peleen por ver quién es el socio de gobierno del que todas las encuestas dan como vencedor y próximo presidente de la Generalitat, Salvador Illa.
Como hizo el jueves en su comparecencia, Puigdemont ha usado en repetidas ocasiones el anzuelo de su regreso a España para ganar votos y luego no cumplir con su palabra. En 2017, su partido se presentó a las elecciones convocadas bajo la aplicación del artículo 155 con el lema de que «cada voto acerca al presidente a casa». Las elecciones las ganó Ciudadanos pero el primer partido independentista fue Junts, que contaba con los votos de Esquerra, de la CUP y los suyos propios para investir a Puigdemont, pero al final el forajido faltó a su palabra y a su promesa electoral y no regresó a España para ser investido, por miedo a ser arrestado y encarcelado. ¿Tomará algún riesgo esta vez?
Para ser creíble y mejorar las expectativas de unas encuestas que hasta ahora le dan entre 24 y 29 diputados, y poder superar a ERC, Puigdemont necesita la foto de su detención aunque el juez le deje en libertad tras tomarle declaración. Sin esta épica, hay que recordar que el fugado ya fue candidato en 2021, también contra Pere Aragonès, y su partido no sólo no ganó las elecciones sino que quedó en tercer lugar por detrás del PSC y los republicanos.