La infalible fórmula de Quino para que Mafalda no envejezca sesenta años después
La serie de Quino sigue hoy tan vigente como en 1964. 'Universo Mafalda' analiza las claves detrás del fenómeno
Contestataria e inquisitiva, Mafalda dio buena muestra de su carácter desde la primera tira de Quino en la revista ‘Primera Plana’ en septiembre de 1964. La pequeña no se cortaba un pelo en expresar su frustración cuando su padre confirmaba sus peores sospechas: que no era el mejor del mundo. Sesenta años después, sigue teniendo tirón. Y tiene mucho mérito. Más teniendo en cuenta que hace cinco décadas que Quino dejó de dibujarla.
El humorista volcó en sus dibujos la realidad argentina del momento, por lo que el país enseguida empatizó con ellos. Pero convertirse en un fenómeno mundial y mantenerse generaciones después (hay un proyecto de serie producida por el director de cine Juan José Campanella) es señal inequívoca de que el dibujante clavó ideas y reflexiones inherentes a nuestra existencia. «Sus lectores de hoy poco tenemos que ver con los de hace sesenta años, sin embargo, nuestras preocupaciones siguen siendo las mismas –la paz, la justicia, la amistad, la igualdad…–», explica su editora en España, Lola Martínez de Albornoz. Opina que su vigencia tiene que ver con que las viñetas tienen un equilibrio perfecto entre reflexión, ternura y humor. Y, sobre todo, con su dimensión filosófica, «Mafalda y sus amigos nos ayudan a comprender la realidad y el mundo en que vivimos, nuestros sentimientos, nuestra manera de comportarnos. Desnuda la condición humana».
Psicoanálisis
La crítica, las ideologías, las frustraciones por la guerra o la preocupación por el futuro las pasó Quino por el prisma de la pequeña y usó los personajes y objetos con los que la rodeó para reflejar aspectos de la sociedad y su propia historia. Con todo ello creó un mundo que ahora analiza al detalle ‘Universo Mafalda’ (Lumen), que explica cómo traspasó fronteras. Vamos a darle una vuelta.
En 1957 nació la carrera de Psicología en Buenos Aires y, en pocos años, se convirtió en un éxito. Los conceptos psicoanalíticos se mezclaban en el habla de los porteños y pasaron a formar parte de los debates vitales. En ese marco puede leerse ‘Mafalda’, la primera historieta argentina que plasma la dimensión psicológica en los personajes, según el libro.
«Por las tiras pasan los Beatles, el Citroën 2CV, el Pájaro Loco, la radio y la TV, el psicoanálisis, el auge de la clase media y de la sociedad de consumo y los problemas geopolíticos de aquella época en la que la sociedad había conseguido ciertos avances sociales, las guerras mundiales habían quedado atrás, pero habían surgido nuevas preocupaciones, como la amenaza nuclear», explica Martínez de Albornoz.
Muy pronto, su popularidad sobrepasó Argentina. Aquí jugó un papel determinante Alicia Colombo, mujer de Quino. Ella respondió a un editor italiano que consultaba por los derechos e Italia se convirtió en el primer país que tradujo la historieta. En 1968, treinta tiras formaron una antología y, al año siguiente, apareció ‘Mafalda la contestataria’, con prólogo de Umberto Eco. «Es de verdad una heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es», señalaba el Nobel. Dos años después se publica en España y la censura obliga a Lumen a especificar que se trata de una edición ‘para adultos’.
Hasta 2017 no llegó a China de forma autorizada. ‘Universo Mafalda’ relata que, cuando Quino llegó a su editorial, preguntó: «¿Y ustedes cómo han traducido toda la parte en la que Mafalda habla del peligro amarillo y de los chinos con la bomba atómica?». «Ah, no, eso lo sacamos porque consideramos que usted no conocía la China como para hablar de eso», contestaron.
La anécdota parece una de las tiras creadas por el propio humorista, con un talento especial para capturar al vuelo aspectos de la sociedad y volcarlos en los protagonistas y su atrezo, mezclados con su trayectoria vital y sus reflexiones. Un claro ejemplo es la sopa. Los caldos en cubos y las sopas instantáneas empezaban a aparecer en las mesas argentinas entonces. «Su autor adoraba ese plato –si era casero y bien hecho–, pero prefirió que Mafalda lo odiara, como gesto simbólico de enfrentar las imposiciones y los autoritarismos», detalla la periodista Judith Gociol en el libro.
Citroën 2CV
También el globo terráqueo juega un papel destacado. Concentra los males del mundo y Mafalda lo cuida igual que a un enfermo. Lo acuesta en la cama, lo abriga y hasta intenta mejorarlo con las cremas de belleza de su madre. Para una nena que quiere estar al tanto de todo lo que le amenaza, la radio y la televisión son imprescindibles. La radio es, al tiempo, un guiño personal de Quino. Cuando era un niño, «sus padres, andaluces, siguieron a través de las ondas las noticias que llegaban de los frentes de batalla de la Guerra Civil», escribe Goziol. Llegaba también el concepto de la sociedad de la información y los medios de comunicación de masas. Las teles comenzaron a colonizar los hogares y, con ellas, el debate sobre si el tiempo de exposición infantil a las pantallas sería perjudicial para su salud.
Otro objeto de consumo que ha cambiado mucho de formato, pero no de fondo, es el coche. Quino convirtió el Citroën 2CV en un signo social. Oficinistas, maestros, médicos rurales y jóvenes profesionales accedían por primera vez a un auto gracias a los planes de financiación, pero a través de un arduo proceso. Es a la vez el ojito derecho del papá de Mafalda y la causa de sus desvelos, se preocupa si hace algún ruidito, lo visita de noche en el garaje y lo limpia al mínimo roce.
En la misma línea que lo material, el humorista concentra en sus personajes realidades sociales y su entorno más cercano. Lugar destacado, por no haberse movido apenas del sitio, para Burocracia, la tortuga. Ella representa la ineficiencia y la resignación a la que se ven abocados quienes la sufren. ¿Les suena? Mientras, Guille nace de un bloqueo creativo de Quino y con un gran complejo de Edipo. Se basa en Guillermo Lavado, el hijo menor de César, su hermano mayor. El físico de Felipe está tomado de Jorge Timossi, intelectual militante de la revolución cubana. Su personalidad, en la suya propia cuando era pequeño, que se resume en su célebre frase: «¿Justo a mí tenía que tocarme ser como yo?». Y Manolito Goreiro está inspirado en Anastasio Delgado, un inmigrante llegado de España en los años veinte. El papá de Manolito fue uno de ellos esos gallegos tildados de ‘brutos’ y Manolito, también, lo que despertó críticas hacia el dibujante, pese a que descendía de una familia española, apunta ‘Universo Mafalda’.
Entre los roles de mujer, Gociol destaca, entre otras, a la madre de Mafalda. Es Raquel Tenenbaum, una dentista amiga de Quino. Sus tiras reflejan la tensión entre una hija de carácter feminista que le recrimina no tener diploma y su dedicación a las labores domésticas, legado del modelo más tradicional, que incluye llorar en la prueba del bikini y preocupación porque a su esposo se le van los ojos detrás de algunas siluetas femeninas. Y, por último, la evolución de Mafalda, Libertad, y su antítesis, Susanita. La primera le adelanta por la izquierda en sus reivindicaciones. A la segunda la cazó al vuelo el Papa Francisco: «Vas a terminar como Susanita de Mafalda», dijo para ejemplificar la caridad mal entendida.
Demostrado, hoy, como en 1964, las tiras de Mafalda son herramientas poderosas para la reflexión crítica y el cambio social. Es el gran legado del talento de Quino para reflejar las complejidades y contradicciones de la vida a través del humor y la ternura.