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La infancia de Brassens y su gran vuelco poético

Una compendiosa biografía de Clémentine Deroudille sobre el cantautor nos acerca a su leyenda

                                        Brassens tocando la guitarra mientras fuma en pipa ABC

 

George Brassens nació en Sète en 1921. De macaquillo, fue a un colegio religioso en el que, además de aburrirse mortalmente, una profesora le encerró en un armario durante horas, labrando el odio a toda autoridad competente e incompetente. Y, sin embargo, como en todos lugares cuecen habas y abetos, un joven profesor apasionado de la literatura francesa le hizo leer a Verlaine, Baudelaire y Rimbaud. Él lo contó así: «Éramos unos brutos a los 14 o 15 años y, en ese entonces, empezamos a adorar a los poetas. ¿Te das cuenta del vuelco?». Bonita manera de contar un vuelco existencial que también fue literal, a los joyeros de las ancianas de Sète, con la banda delictiva que montó junto a varios colegas fulleros. Tras una denuncia, la dirección del colegio llamó a Brassens, y este abandonó la clase. Ya no volvería más. En comisaría, fue a buscarlo su padre, y todos pensaron que le iba a caer la del pulpo. Pero se acercó a él y simplemente le dijo: «¿Quieres comer algo?». El propio Brassens lo vio así: «Creo que mi padre, con su actitud, en ese momento me dio una lección que me ayudó a autopercibirme: intenté conquistar mi propia estima. No sé quién escribió algo así como que cualquier superioridad es irritante en una época en la que cada quien se eleva disminuyendo a los demás. Yo intenté con mis escasos medios emular a mi padre».

 

 

‘Brassens o la libertad’ es una compendiosa biografía recién publicada en España de Clémentine Deroudille, autora de otras memorias sobre Romy Schneider o Louis de Fùnes, y que recoge además artículos sobre el artista, incluido un obituario de Gabriel García Márquez, super admirador del autor de ‘La mala reputación’, quien fuera un tímido duende bigotudo que podría vivir en un camastro y un tipo con don para entrañar: «Lo ideal sería no haber nacido en ninguna parte porque, al final, la gente se parece bastante en todos lados. Pero Sète me gusta. Quiero mucho esta región, porque es la de mis padres, porque es donde pasé mi niñez y porque es la región donde me enamoré por primera vez».

 

 

 

 

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