La inmensa cobardía de Sánchez
Un hombre valiente no actúa así sino al revés
Se ha instalado en el imaginario colectivo la creencia de que Sánchez es un político valiente, audaz y tenaz, un líder que, pese a mostrar algunas fallas en su personalidad y lagunas evidentes en su formación posee una serie de virtudes innegables como la osadía, el arrojo o la perseverancia, atributos todos ellos positivos que le llevan a tomar decisiones arriesgadas que le perjudican personalmente pero que son objetivamente lo mejor para la ‘mayoría social’. Bien, no es cierto. Y no lo será por más que se siga repitiendo por parte de la izquierda y, sobre todo, de la derecha, la verdadera autora intelectual del mito de Sánchez como hombre invencible, como superhéroe indestructible y como semideidad con poderes mágicos y un destino inexorable contra el que es inútil luchar.
Sánchez es fundamentalmente un cobarde, un hombre débil y un líder sin determinación. Un hombre valiente no actúa así sino al revés. No se necesita valor, por ejemplo, para gobernar con Podemos, para amnistiar a golpistas o para pactar con Bildu faltando a tu palabra, a tus convicciones y a tu compromiso. Más bien al contrario, la valentía y a fortaleza sería decir que no a todo eso y asumir las consecuencias. La valentía consiste exactamente en lo opuesto, en explicar a las bases que, pese a que el PSOE podría gobernar pasando por ciertos lugares, jamás va a hacerlo; que no va a incluir a comunistas en el gobierno, que no va a pactar nunca con separatistas y filoterroristas y que, de hecho, es el momento de llegar a acuerdos con el principal partido de España, con la primera fuerza en el Congreso, con la mayoría absoluta del Senado y con quien gobierna once comunidades y dos ciudades autónomas. Eso es valentía. Y eso es liderar. Hacer lo que las masas quieren que hagas no es liderar al rebaño sino acompañarlo al precipicio. Liderar es convencer a la gente de que el camino correcto no es el que ellos creen y asumir el coste. Lo hizo Suárez legalizando al Partido Comunista y aprobando la Ley del Divorcio. Lo hizo Felipe cambiando de opinión con la entrada en la OTAN y apostando por la Unión Europea. Lo hizo Aznar y, por supuesto, lo hizo Rajoy al tomar decisiones impopulares que evitaron que fuéramos intervenidos.
Ese es verdadero valor: enfrentarte a los tuyos, decirles que se equivocan, que no todo vale y que hay algo más importante que el poder puntual y es el interés de España. A Sánchez sus propios compañeros le sacaron a patadas de Ferraz porque tenían miedo de que hiciera lo que efectivamente ha hecho: unirse a la extrema izquierda y a los independentistas para formar un frente popular que polarizara España y nos acercara al populismo sudamericano. Esos compañeros, que acertaban, están hoy defenestrados. Y han logrado convencer a media España de que esta deriva fascista es buena. Bien, pueden pensar lo que quieran. Pero no lo llamen valentía. Cuando llegue un valiente al PSOE lo descubrirán fácilmente: comienza diciendo a los suyos que están equivocados.