La memoria del Tigre
Rolando Masferrer. (THECUBANHISTORY)
Hay que felicitar al general Enrique Acevedo porque nos ha entregado un libro de incesante lectura: Los sueños del Tigre. Paramilitares en Cuba (Editorial Abril, La Habana, 2016), inspirado en la figura del Dr. Rolando Masferrer Rojas, periodista, político y hombre de acción, cuya agresiva y paradójica trayectoria abarcó varias décadas del siglo XX cubano.
El modo de narración escogido, monólogo del propio protagonista, le facilita al autor la amenidad y le ahorra las previsibles parrafadas contextualizadoras. Así, nos pone en contacto directo con el hombre, que atrincherado detrás del timón de su auto en Miami, revive pasajes de su «interesante pero terrible vida», siempre contrapuesta a la del también abogado, político y hombre de acción, Fidel Castro Ruz, su antagonista por excelencia.
El 10 de marzo de 1952 ambos coincidieron a primera hora en la Plaza Cadenas,de la entonces autónoma e inquieta Universidad de La Habana, colmada de estudiantes que aguardaban un alijo de armas, prometidas por el depuesto presidente Prío Socarrás. Estos fusiles no llegaron nunca y ambos hombres salieron de allí en direcciones totalmente opuestas.
Fidel fue a redactar un «petitorio que reclamaba del Poder Judicial una declaración de inconstitucionalidad contra el golpe de Estado», el primero de sus actos contra el general Batista, y el único legal. Le sirvió para dar a conocer su postura política, que ya permanecería invariable.
Masferrer se había encontrado en la Plaza Cadenas con un amigo, el también marxista converso al trotskismo Eusebio Mujal, quien le dijo tener esa misma noche una cita con Batista y lo convido a acompañarlo. Masferrer pensó que «no perdería nada con oír las razones del general golpista», aceptó la invitación del catalán, aunque pasó el resto del día preocupado, puesto que desde muy joven había militado contra Batista, e incluso recientemente había publicado en su periódico Tiempo en Cuba un artículo donde calificaba al general de ladrón.
La entrevista de esa noche culminó en acuerdo, convencidos ambos del argumento esgrimido por Batista para ponerle fin a la corrupción y la violencia de los Gobiernos auténticos, quebrando para ello el orden constitucional, vigente desde 1940. Así, terminó lo que el historiador inglés Hugh Thomas llamara «el período democrático en la Cuba republicana».
Tanto Masferrer como Fidel Castro vieron, en este abrupto corte del orden constitucional, la ocasión propicia para hacerse más adelante con todo el poder, finalidad suprema ambicionada por ambos. Masferrer creyó que lo conseguiría aliándose a Batista. Fidel, enfrentándolo.
Así, la nunca desmentida enemistad entre ambas personalidades adquiriría una dimensión política mayor, que cobraría muchas vidas de sus respectivos partidarios.
Solo a uno de los dos podía corresponderle la victoria y, con ella, el derecho del vencedor a escribir la historia de la lucha. Hasta hoy, el ganador no había mostrado interés por la versión del otro, finalmente derrotado en 1959, limitándose a englobarlo en la descripción peyorativa común al resto de sus adversarios.
Sin embargo, Rolando Masferrer Rojas había sido muchísimo más que eso, su invariable Rival, desde los años 40, cuando Fidel apareció en la Universidad de La Habanacomo militante de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), anticomunista por cierto y Masferrer encabezaba el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR), que devendría en el Partido Unión Radical (PUR), alineado junto a Batista, brazo político de los aguerridos Tigres de Masferrer.
Ahora, con relativa imparcialidad, el general Enrique Acevedo nos entrega este largo monólogo de Masferrer, que ofrece información más detallada de aquellos años de lucha insurreccional contra Batista, cuando se enfrentaron a plomo limpio en Oriente los Tigres de Masferrer y los alzados del M-26-7.
El libro confirma la intención de Masferrer de armar a varios miles de Tigres para subir a la Sierra Maestra a cazar a Fidel, oferta que Batista rechazó, diz que por temor a que, una vez liquidado el Doctor Comandante en Jefe, el Doctor Tigre se presentaría con su manada en Palacio a derrocarlo. Apenas le financió 1.500 pesos, y limitó su acción a la provincia de Oriente, como colaboradores subordinados al Ejército y la Policía.
Ya hacia el final, el monólogo se convierte en un medio para atacar al resto de las figuras políticas del exilio, a quienes se culpa del atentado con explosivos que puso fin, en Miami, a la vida del Doctor Rolando Masferrer Rojas, quien había nacido en Holguín, en 1918.