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La mesa mexicana

Andrés Manuel López Obrador, gran simpatizante del chavismo, confirmó que en México se realizarán las negociaciones entre el régimen y la oposición. Ya Venezuela está en un punto en el que hace falta conversar para encontrar una solución a la tragedia, eso es innegable. Hay que agradecer por ello la disposición del presidente del país anfitrión y las gestiones de Noruega. Pero ¿será un intento fallido?

Dicen que el comienzo de las reuniones es inminente. En este tipo de procesos es normal que se conozca poco de la agenda, pero los venezolanos ni siquiera conocen quiénes serán los encargados de sentarse a la mesa. Los negociadores por parte del régimen pueden estar más que claros, pero los de la oposición no.

Se sabe que el abogado constitucionalista y profesor universitario, además de exalcalde, Gerardo Blyde será parte de la delegación; los demás serán nombrados por los partidos que están de acuerdo con el proceso, pero no se han dicho nombres. Lo deseable es que sean personas de probada altura política y honestidad para evitar cualquier reminiscencia a ciertos alacranes.

Este simple dato es crucial para generar algo de confianza en la gente, pues aunque el venezolano tiene suficientes problemas de los que ocuparse, un proceso como el que organiza Noruega en México podría darle al pueblo cierta esperanza. Si informaran el nombre de los delegados, algo de calma le llegaría al ciudadano común.

Lo que también hay que explicar hasta la saciedad es que en este tipo de negociaciones no debe ventilarse más de la cuenta. Como lo explica Adolfo Salgueiro en su artículo publicado en El Nacional, parte de la estrategia de lado y lado radica en no descubrir públicamente sus objetivos y mucho menos hasta dónde están dispuestos a ceder o exigir.

Sin embargo, para el venezolano esto puede sonar a disco rayado, y por eso sería bueno que una persona como Blyde explicara públicamente en qué consisten este tipo de eventos, aunque sea de manera genérica, para que el desconocimiento no se preste a malas interpretaciones y a un bombardero innecesario que destruiría una iniciativa como esta.

Se sabe que muchos no están de acuerdo con las negociaciones pero, como se dijo antes, la crisis está en su grado más álgido y cualquier trabajo que pueda hacerse para resolver y producir un cambio debe contar con respaldo de todos los que quieren solucionar definitivamente los problemas del país.

El objetivo del régimen es claro, mantenerse en el poder. El de la oposición debe estar claro también, generar un cambio, ponerle punto final a la pesadilla. Cualquier camino que se emprenda para llegar a ese objetivo que todos deseamos debe ser bienvenido.

 

 

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