La moral de Vito Corleone, el momento clave de ‘El Padrino’
Es una pieza maestra del cine pero también es un manual de aforismos, una galería de estampas y un tratado sobre el poder
‘El padrino’ es una obra de arte total, algo parecido a lo que Wagner quiso que fuera la ópera aunque con una ambición menos explícita. Es una pieza maestra del cine pero también es un manual de aforismos, una galería de estampas y un tratado sobre el poder. Como los mejores artefactos culturales, admite nuevas revisiones porque en cada visionado, como ocurre con la lectura de Platón o el Evangelio, se estrenan verdades inéditas. Para quien quiera tantear el envés del tapiz, siempre quedará la novela de Mario Puzo.
Cualquiera podría pensar que es una historia de mafiosos inmorales, pero no es exactamente el caso. Por supuesto que hay sangre, poder y violencia, pero también algunas lealtades. La mafia, incluso la histórica, se asienta sobre algunas reglas y el respeto a esas normas determina los castigos y los incentivos que impone. Esa moral alternativa, ese Estado paralelo, además de una estética reconocible, es quizá lo que llevó al protagonista de ‘Goodfellas’ a pronunciar la célebre frase: «Desde que tengo memoria he querido ser un gángster».
Si los gángsteres nos fascinan es porque en ocasiones también expresan una cierta humanidad. Vito Corleone es un corrupto católico, un inmoral con reglas, un hombre dañado que es capaz de reconocer a lo lejos el eco mínimo de una conciencia mediterránea. Tal vez por eso, entre las muchas escenas que pueden rescatarse de ‘El padrino’, suelo detenerme en una que expresa la paradójica conciencia moral del capo.
Es posible que lo recuerden. Solozzo le traslada a ‘La Famiglia’ la posibilidad de entrar en el negocio de los narcóticos. Tom Hagen, el ‘consigliere’, advierte al Padrino de que probablemente todas las otras familias acaben aceptando y que en diez años podrían acabar con ellos si no lo hacen. Pero don Vito no es como los demás.
El juego, dice, es un vicio inocente que no genera mayores daños, pero las drogas —lamenta—, las drogas son un negocio sucio. Contra el consejo de los suyos y la pasión del incontinente Sonny, Vito Corleone decide no entrar en el negocio del tráfico de narcóticos. Hay un grado de suciedad que ni siquiera algunos mafiosos están dispuestos a tolerar, y esa es una de las claves del poder. Un poder que sobre todo se exhibe cuando pudiendo hacer algo se decide no hacerlo.
«…Como ocurre con la lectura de Platon o el Evangelio, se estrenan verdades ineditas» , como podra verse en el breve comentario que hare sobre la historia de la relacion Cristianismo+Poder. Ayudara a comprender las verdades que menciona Diego Garrocho en so analisis del Padrino. Gonzalo Palacios G.