La relación entre la música y los estadios es tan antigua como los propios deportes organizados. Desde los cánticos primitivos de las tribus hasta las sofisticadas coreografías de los espectáculos de medio tiempo, la música ha sido una compañera inseparable de los eventos deportivos, transformando los estadios en escenarios de emoción y celebración.
¿Por qué la música es tan importante en los estadios?
Porque sirve para crear ambiente, establecer el tono emocional del evento y generar anticipación, euforia o calma según sea necesario. Asimismo, une a la multitud y fomenta el sentido de comunidad y pertenencia entre los aficionados, enriqueciendo la experiencia visual y auditiva, creando asimismo recuerdos duraderos.
Uno de los himnos deportivos más reconocidos hoy es el del poderoso equipo inglés de fútbol «Liverpool». «You»ll Never Walk Alone» (nunca caminarás a solas), es una famosa balada del musical de Broadway de 1945 «Carousel», escrito por Rodgers & Hammerstein, creadores asimismo de otros grandes éxitos del teatro musical, como «South Pacific», «Oklahoma» y la siempre recordada «The Sound of Music» (La Novicia rebelde).
«You»ll Never Walk Alone» ha incluso traspasado las fronteras de Broadway y del fútbol. En 2020, cuando la pandemia del coronavirus arreciaba, varias actores que se presentaban en el West End londinense se unieron junto a jóvenes de la «Irish Youth Musical Theatre» y pusieron en YouTube su versión de la canción, como forma de inspiración y de resiliencia ante la terrible enfermedad:
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Son muchos los deportes que usan música en sus espectáculos, destaquemos en esta nota el fútbol, ya mencionado en los ejemplos arriba, y el béisbol. En el fútbol, los cánticos de la afición son una parte fundamental. Cada equipo tiene sus propias canciones y coreografías que se entonan en los estadios para animar a su equipo y desmoralizar al rival.
Mientras que en el béisbol, en las Grandes Ligas (cuyo campeonato se juega, como se sabe, en los Estados Unidos y Canadá), los himnos nacionales, la música patriótica, las canciones de los equipos y la música durante los cambios de jugador son elementos tradicionales que marcan el ritmo del juego.
Pero este deporte tiene su propio himno: «Take me Out to the Ball Game« (Llévame al juego de pelota). Compuesto en 1908, el himno del béisbol cuenta la historia del deseo de una mujer de compartir en pie de igualdad la experiencia del béisbol: una dama llamada Katie Casey que quería animar (root), comer «Cracker Jacks» en las gradas con la multitud y participar plenamente en el espectáculo que tenía ante sí.
Esta melodía es una sublime proyección de la sensibilidad estadounidense de principios del siglo XX que pasó a convertirse en objeto de culto en decenas de juegos, películas, programas de televisión y círculos musicales. Frank Sinatra y Gene Kelly la interpretan en la película titulada como la canción, en 1949. Veamos un extracto:
Ahora bien, la canción se interpreta en un momento específico del juego: en el intermedio de la séptima entrada, encarnando el espíritu alegre del béisbol. Esta práctica, que se originó a principios del siglo XX, se ha convertido en un sello distintivo del juego, invitando a los aficionados a expresar al unísono su amor por el béisbol.
Aquí vamos al actor Vince Vaughn, en el viejo estadio Wrigley Field, de Chicago, casa de los Chicago Cubs (los Cachorros de Chicago), en el cuarto juego de la Serie Mundial de 2016, que ganaron ¡por fin! los Cachorros, que no triunfaban desde la Serie Mundial de 1908, el año en que se compuso la canción…
En conclusión, la música es un elemento esencial de la experiencia deportiva. Su capacidad para unir a las personas, crear emociones y mejorar el rendimiento la convierte en una compañera inseparable de los estadios de todo el mundo.