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La nueva vida de Merkel: leer, dormir, cultivar hortalizas y una pensión de 15.000 euros

La hasta ahora canciller, que ha mostrado intención de dejar completamente la política, tiene derecho a una oficina con empleados en el Parlamento

Cuando se le pregunta a Angela Merkel qué quiere hacer tras abandonar el cargo de canciller alemana, responde sin vacilar: «Leer». Pero inmediatamente calcula y precisa: «Aunque se me cerrarán los ojos, porque estoy muy cansada, así que dormir».

Con gran discreción y sentido del humor ha ido ocultando sus planes para la etapa posterior a estos 16 años al frente del Gobierno alemán. Solo en alguna ocasión ha insinuado que le gustaría volver a visitar alguna de las numerosas universidades que a lo largo de estas cuatro legislaturas le otorgaron el doctorado ‘honoris causa’, dando lugar a rumores sobre un posible regreso a la investigación, que siempre le ha interesado.

Pero si nos atenemos a lo poco que ella ha dicho sobre el asunto, todo apunta a que se tomará un tiempo de descanso antes de tomar la decisión. «No haré más política ni trabajaré en la solución de conflictos», ha reconocido recientemente, dando al traste de las esperanzas de quienes la veían al frente de alguna organización internacional, en continuidad con su lucha por el multilateralismo. «Durante muchos años he estado muy ocupada con la agenda que me preparaba mi equipo. Es el deber del canciller y lo he hecho con mucho gusto», ha señalado, «y ahora voy a hacer lo que yo quiera voluntariamente, pero qué será lo que yo quiera solo se hará evidente dentro de unos meses».

En todo caso, las finanzas no jugarán necesariamente un papel decisivo en la decisión porque queda bastante bien dotada. Merkel, que el pasado mes de julio cumplió 67 años, cobra 25.000 euros al mes, a los que se suman los 10.000 euros mensuales como diputada en el Bundestag, al que pertenece desde hace más de 30 años. Cuando deje de trabajar, seguirá cobrando su sueldo de canciller durante tres meses y después la mitad durante un máximo de 21 meses, como salario de transición.

Pasión por Italia

Su pensión de jubilación será de unos 15.000 euros. Bastante más peso tendrán, seguramente, los planes de su marido, el químico cuántico y físico Joachim Sauer, un científico respetado y altamente condecorado. Sauer es miembro extranjero en la universidad de Turín desde junio y en el futuro es probable que parte de su vida profesional se desarrolle en Italia, un país que les encanta a los dos y en el que suelen hacer montañismo en vacaciones. «Por supuesto, el señor Sauer está invitado a seminarios y congresos aquí. Inmediatamente aceptó nuestra invitación, de la que estamos muy felices y orgullosos. Ahora trabajaremos juntos», ha adelantado un comunicado del centro.

También es seguro que pasarán más tiempo en la ‘dacha’, la modesta casita de campo en Uckermark, a una hora de Berlín, en cuyo jardín de 50 metros cuadrados Merkel cultiva gustosa sus hortalizas favoritas, «excepto coliflor, porque atrae a los caracoles», según ha confesado ella misma.

El caso es que, como todos los excancilleres, Merkel tiene derecho a una oficina y varios empleados en el Bundestag y ya ha solicitado dos empleados para la dirección de la oficina, dos puestos de oradores, dos empleados más, un secretario y dos choferes. Los dos puestos de dirección de la oficina se clasificaron en el grupo salarial B6, con un salario básico mensual de 10.412,79 euros. Se sospecha que serán ocupados por su anterior directora de oficina, Beate Baumann, y su redactora de discursos, Eva Christiansen. En todo caso, no se necesita una oficina así para leer o dormir, ni para cultivar hortalizas.

 

 

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