La oposición húngara derrota al partido de Orbán en Budapest
Los grupos opositores se han aliado en las grandes ciudades por primera vez con candidatos conjuntos a las municipales
La oposición húngara gobernará Budapest. Con el 74% de los votos escrutados, el sociólogo ecologista Gergely Karácsony, de 44 años, ha logrado el 50,1% de los votos en las municipales de este domingo frente a István Tarlós, de 71, el hasta ahora alcalde y candidato de Fidesz, el partido del ultraderechista primer ministro, Viktor Orbán. Se trata de una victoria insólita y de gran potencia simbólica, ya que ni Orbán ni su partido han conocido la derrota en ningunas elecciones en los últimos nueve años.
La pérdida del control de la capital, el centro político y económico del país, supone un avance considerable para una oposición que, tras años dividida y debilitada, decidía unirse en torno a candidatos únicos en las grandes ciudades. La estrategia ha funcionado en la capital, donde los últimos sondeos habían pronosticado un empate. Eso, en sí mismo, ya era extraordinario. La batalla de Budapest la ha perdido Orbán y su partido, lo que supone una grieta considerable a su dominio pétreo del país.
Budapest es la ciudad más poblada de Hungría, con 1,7 de los casi diez millones que tiene el país. A diferencia del fuerte apoyo que Orbán tiene en el campo, en la capital miles de personas salieron a la calle a principios de año para manifestarse contra una reforma laboral y contra la deriva autoritaria que ha emprendido el primer ministro desde que llegó al poder, por mayoría absoluta, en 2010. En este tiempo, se ha enfrentado a Bruselas, ha ido socavando la independencia de todas las instituciones del país, desde los jueces a la prensa y el mundo académico, y lidera una cruzada xenófoba en Europa.
Durante la campaña para las municipales de este domingo, el partido de Orbán, Fidesz, se limitó a desplegar la retórica contra los inmigrantes que tan bien le ha funcionado desde 2015 para ganar las legislativas del año pasado y las europeas en mayo. Se centró en alertar contra la inmigración en un país donde apenas hay inmigrantes y que se niega a acoger a refugiados. La oposición sí cambió de estrategia: unirse contra el adversario común, algo que no habían logrado en todos estos años de derrotas. También enfocó su mensaje en el plano simbólico. En la campaña, el propio Karácsony, recién elegido alcalde, comparaba en el diario británico Financial Times la oportunidad que tenía este domingo con la victoria que obtuvo en junio la oposición turca en Estambul contra el partido del presidente, el autoritario Recep Tayyip Erdogan.