La “puerta giratoria” de los presos políticos de Nicaragua
Un 20% de los reos de conciencia del régimen ha estado preso en más de una ocasión. ¿Por qué el régimen excarcela y luego vuelve a encarcelar?
La joven Amaya Coppens ha estado encarcelada en dos ocasiones, como presa política del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y sabe que podría ser encarcelada por tercera ocasión en cualquier momento. Un día, cuando viajaba en un automóvil, en Managua, sintió más inseguridad y temor que cuando estuvo encarcelada en las celdas de El Chipote. Adentro, pensaba que nada peor le podía pasar. Afuera, teme que pueda volver a prisión.
La estudiante de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León) es una de las voces jóvenes más reconocidas de Nicaragua tras las protestas cívicas de abril de 2018. Su caso, como el de al menos un 20% de los presos políticos, es una muestra del fenómeno de la “puerta giratoria”.
Entrada y salida, entrada y salida. La primera vez, Coppens fue apresada en septiembre de 2018 por la Policía y paramilitares en la ciudad de León, cuando intentaba cambiarse de casa de seguridad, durante la persecución política contra los principales rostros de las protestas.
Un sistema de justicia, plegado al régimen, le acusó por terrorismo, tenencia ilegal de armas de fuego, robo agravado, secuestro simple y entorpecimiento al servicio público. Estuvo presa en la cárcel La Esperanza durante nueve meses, hasta que fue excarcelada el 11 de junio de 2019.
Cinco meses después, nuevamente fue arrestada, el 14 de noviembre de ese mismo año, en Masaya, cuando se proponía junto a otras personas entregar agua y víveres a familiares de presos políticos que realizaron un huelga de hambre dentro de la Iglesia San Miguel de esa ciudad. A ese grupo se le conoció como la “banda de los aguadores”, acusado por el régimen de tráfico de armas. Coppens permaneció, junto al resto de activistas, en las celdas de El Chipote hasta que fueron excarcelados el 30 de diciembre de 2019.
Coopens salió de prisión, y junto a sus compañeros demandó la liberación de los presos políticos restantes: “¡Nos faltan +65!” dijeron. Seis meses más tarde, la cifra no se ha reducido, sino que se ha elevado a 86 reos de conciencia por la Rebelión de Abril.
La estrategia detrás de la “puerta giratoria”
“Estábamos muy claros y seguimos muy claros de que mientras este régimen se mantenga, siempre van a haber presas y presos políticos”, dice Coppens. Así lo dice también el concepto de la estrategia de la puerta giratoria, siempre habrá personas encarceladas por motivos políticos entrando y saliendo de la cárcel.
El término lo acuñó Alfredo Romero, presidente de Foro Penal, una organización venezolana dedicada a la defensa de los derechos humanos, en particular de víctimas de la represión del régimen de Nicolás Maduro, explica a CONFIDENCIAL Gonzalo Himiob, abogado y vicepresidente de dicha organización. Se refiere, detalla, a “la situación en la cual un régimen dictatorial obtiene de la prisión de personas por motivos políticos beneficios específicos que le garantizan su hegemonía y control represor sobre la sociedad”.
Así, el régimen mantiene un número de presos políticos relativamente estable, dependiendo del contexto histórico y social en que se presente, pero controla el “costo político” excarcelando poco a poco a algunas personas, “dando lugar a que se piense que el fenómeno de la represión política está disminuyendo, pero eso lo hace con una mano, mientras con la otra encarcela a otro grupo de personas”, detalla Himiob.
Mantener presos políticos genera beneficios al régimen, pues le asegura “una especie de control sobre la ciudadanía”. Coppens coincide: en Nicaragua el régimen encarcela a opositores para demostrar a sus bases sandinistas y todas las personas que protestan que podría encarcelar a cualquiera. “Esa es la amenaza. ‘Podemos hacer lo que queramos, podemos arrestar a quien sea’ para asustar a la gente que se mantiene activa en las protestas”, dice.
Los ‘ingresos’ y ‘egresos’ de personas perseguidas por motivos políticos se dan en función de las necesidades del régimen. Gente sale “cuando el poder quiere mostrar una cara supuestamente benevolente, una supuesta apertura, entonces habla de procesos de negociación en que se va a excarcelar a un grupo importante de presos políticos”; y gente entra “cuando van a sustituir a las personas que son excarceladas para que sigan siendo como fichas que se pueden utilizar eventualmente en los tableros de negociación”, agrega Himiob.
Perfiles de los reos políticos según la finalidad del régimen
Himiob también explica que, si bien no es posible establecer un perfil victimológico de personas víctimas del encarcelamiento por motivos políticos, sí es importante preguntarse cuál es la finalidad que persigue el régimen represor. Así Foro Penal ha encontrado en la práctica cinco categorías:
- Las personas que son reprimidas o encarceladas políticamente porque, desde el punto de vista individual, representan una amenaza por su capacidad de movilización política y social para la hegemonía del poder. En este caso, lo que persigue el poder es neutralizar esta persona como factor de movilización.
- Personas encarceladas para mandar un mensaje a los grupos a los cuales esa persona pertenece. Por ejemplo se encarcela de manera indiscriminada a estudiantes, comunicadores sociales, defensores de derechos humanos, por el impacto que esa encarcelación puede tener en el grupo al cual pertenecen”, argumenta Himiob.
- Los presos de propaganda o de narrativa, que son las personas que sirven para justificar las narrativas del poder con respecto a determinados hechos. “Es muy usual que los regímenes opresores, cuando presentan fallas en sus políticas, en lugar de asumir su responsabilidad, busquen atribuir esas responsabilidades a terceros”.
- Presos que el poder persigue para extraerles información sobre otras personas que estén buscando y estén interesados en criminalizar.
- Presos por motivos personales o ‘presos del poder’, que son encarcelados o reprimidos para cumplir un objetivo político como manifestación personal de venganza o para encubrir ciertos crímenes que hayan cometido a nivel personal los que tienen el poder político.
El caso de Coppens y otros excarcelados-reencarcelados
Al igual que Coppens, un 20% de los 86 presos políticos que permanecen en prisión, ya habían sido reencarcelados antes.
A ello se le suma que la mayoría de presos políticos excarcelados no son realmente libres, apunta Coppens, pues sostiene que hay “una amenaza constante que ha hecho que cada uno de nosotros nos mantengamos en vilo”. Para la más reciente excarcelación, no se le dio ninguna explicación, tampoco se le entregó ningún documento que estableciera cuál es su condición actual”.
Lo mismo ocurre en Venezuela, asegura Himiob: “Somos enfáticos en distinguir el término ‘excarcelación’ del término ‘liberación’ porque vemos que cuando se excarcela las personas en Venezuela en realidad no se les da la libertad plena, se les deja sometidos a medidas que los mantienen de alguna manera limitados o restringidos en sus libertades”.
“La intencionalidad del régimen es tratar de disminuir el costo político de la represión mostrando a personas como excarceladas, pero sin perder el control político sobre estas personas”. Coppens sufre en carne propia ese intento del régimen por controlarle: por las amenazas y el asedio no ha podido regresar a su casa en Estelí, no ha podido continuar sus estudios, no se siente realmente libre. Sin embargo, burla ese control como puede. Hasta hoy comenta, de manera escueta y cuidadosa, que sigue trabajando en pro de la liberación de la totalidad de presos políticos. Personalmente siente que es su deber moral, que cumple a pesar del miedo a volver a prisión por tercera vez.