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La receta de Macri contra la crisis

El lunes, tras un intenso fin de semana en la residencia de Olivos, el Presidente argentino entregó finalmente su paquete de medidas para enfrentar el complejo escenario económico que atraviesa el país y de paso alejar los fantasmas que acechan a los gobiernos no peronistas transandinos, ninguno de los cuales ha terminado su periodo en los últimos 35 años. “En estos meses se desataron todas las tormentas juntas”, dijo el mandatario, quien por primera vez desde que asumió el gobierno en diciembre de 2015 habló de “crisis”, una palabra que había evitado, pero de la cual los hechos -una devaluación del 50% en el año, una caída del crecimiento y una inflación proyectada de 42% – le impidieron escapar.

En su discurso reconoció que Argentina “lleva décadas de crisis recurrente (…), inestabilidad cambiaria” y no “puede seguir viviendo por encima” de “sus posibilidades”. Por ello -junto con hacer un mea culpa “por tomar decisiones que generaron algunas dudas”-, el mandatario apostó por un conjunto de medidas de ajuste, cambios políticos en su gabinete -que redujo de 22 a 11 ministerios- y una promesa arriesgada, llevar el déficit a cero en 2019. Pese a hacer un diagnóstico acertado sobre los desequilibrios que explican la actual situación, las medidas fueron recibidas con algo de escepticismo por el mercado.

El verdadero éxito de la apuesta de Macri se verá finalmente en dos planos, uno económico y otro político. En el primero, el mandatario debe recuperar la credibilidad de su gobierno tras dos años apostando por un gradualismo que sólo terminó postergando una crisis inevitable. La gravedad de la situación en que se encontraba la economía argentina tras 12 años de gobiernos kirchneristas exigía fuertes medidas de ajuste para ordenar las cuentas fiscales, las que Macri intentó dilatar. Una apuesta equivocada a la luz de los hechos, porque el mandatario trasandino las deberá hacer igual ahora y sin mayor capital político.

Para medir los resultados será clave no sólo la respuesta inicial de los mercados -que hasta ahora no ha sido la esperada- sino principalmente lo que logre acordar el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, con el FMI. Si bien las medidas de ajuste y el aumento de las retenciones buscan contener el déficit y facilitar la discusión del presupuesto en el Congreso con sectores peronistas, serán finalmente los términos pactados en Washington los que ayudarán al gobierno a entregarle cierta estabilidad económica que le permita recuperar la credibilidad y la confianza. Si esto último no se logra, el escenario para Macri seguirá agravándose y su margen de acción se habrá reducido.

En el plano político, el actual gobierno argentino se juega un objetivo aún mayor, en especial en momentos en que la ex presidenta Cristina Fernández enfrenta un complejo panorama judicial. El triunfo de Macri en 2015 y la posterior victoria del oficialismo en las legislativas del año pasado mostraron un inédito giro en el mapa político del país, dominado durante décadas por el peronismo. Lógica que está en el origen de un modelo populista que explica 70 años de déficit fiscal crónico y crisis económicas recurrentes. Por ello, la habilidad del gobierno para salir de la actual situación no sólo ayudará a sanear las bases de la economía sino a terminar con el gasto descontrolado.

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