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La ruptura de Duque y Álvaro Uribe por la Coalición Equipo por Colombia

En el restaurante Palo de Mango de Barranquilla, con el Mininterior presente, se dio la ruptura que llevó a Uribe a decidir jugársela toda por Óscar Iván Zuluaga

El ministro del Interior, Daniel Palacios, fue el primero en llegar al restaurante Palo de Mango de propiedad del chef Álex Quessep en la zona rosa de Barranquilla. Le dio varias vueltas al patio conectado a su teléfono celular a la espera de los otros comensales: el expresidente Álvaro Uribe, el candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga y los pesos pesados de la bancada del Centro Democrático: Paloma Valencia, María del Rosario Guerra, María Fernanda Cabal, Fernando Araújo y Miguel Uribe, el nuevo cabeza de lista al Senado del partido.

El ministro Palacios sería interlocutor a través del falcon de Palacio con el presidente Iván Duque, quien había sido invitado como cabeza del partido de gobierno para estar informado de la evolución de la reunión y tener abierta su posible participación, como en efecto sucedió. Lo que no sabía Duque era que las cartas ya estaban jugadas y Uribe, el jefe natural del Centro Democrático tenía la decisión tomada: Óscar Iván Zuluaga iría solo en la carrera presidencial con el respaldo del Centro Democrático.

Al mediodía del sábado 15 de enero se destaparon unas diferencias abismales que estaban dormidas pero que eran muy de fondo. Las pasiones y las traiciones, infaltables en la política, salieron a relucir. El portazo de Álex Char a la posible entrada de Óscar Iván Zuluaga al Equipo Colombia despertó la indignación del expresidente Uribe y varios integrantes del Centro Democrático, el partido que llevó a Iván Duque primero al Senado y luego a la Presidencia. La posición de Char podía leerse, aunque no se mencionara la palabra, como una traición. Finalmente el uribismo siempre había apoyado a los Char y la cercanía entre el expresidente y el patriarca Fuad Char se había hecho evidente en distintas circunstancias, algunas de éstas críticas. Sin embargo,  sus hijos Alex y Arturo habían optado por moverse en otra órbita: la del presidente Duque.

Desde la Presidencia del Congreso, Arturo Char fue un aliado incondicional del Gobierno nacional y desde la alcaldía de Barranquilla Álex fue tomando distancia de Cambio Radical y su jefe político Germán Vargas, para abrazar el poder presidencial. Uribe lo recordó y advirtió que su comportamiento de rechazo a Zuluaga era un abrebocas que prendía todas las alarmas. Pero para el presidente la situación era otra. Duque había acompañado la idea del Equipo Colombia en el que veía su posible sucesor en las dos personas contemporáneas a él, los exalcaldes Alex Char y Federico Gutiérrez. En la baraja de sus opciones nunca ha estado Óscar Iván Zuluaga, con quien siempre ha rivalizado e incluso, en la llamada telefónica que sostuvo a través del ministro Daniel Palacios, le recordó en tono agrio momentos en los que no había contado con su apoyo.

Los asistentes al almuerzo del chef Quessep empezaron a destapar sus cartas. María Fernanda Cabal, quien había asistido por solicitud expresa de Uribe, tal como lo contó en un trino, se reafirmó en su posición.

No disimuló su abismo con el presidente Duque y siempre consideró, desde que era precandidata presidencial, que el Centro Democrático debía competir con candidato propio, por fuera de cualquier coalición. La senadora Paloma Valencia, por su parte, aprovechó para expresar su incomodidad con la presencia de Dilian Francisca Toro en la Coalición –ajena al uribismo en sus prácticas y posiciones políticas– y reiteró la importancia de ir con candidato propio.

Todos, con el expresidente Uribe a la cabeza, coincidieron en que el otro integrante, el exministro Juan Carlos Echeverry –ya para entonces retirado de la contienda y nuevamente con puesto en Caracol Radio como panelista en el programa de la mañana– era un infiltrado de Juan Manuel Santos.

Daniel Palacios cumplía su misión: la de ser eco de su jefe, quienes no tenían en su libreto la posibilidad de que Zuluaga se lanzara solo y ni mucho menos un expresidente Uribe irritado, decidido a jugársela toda, como jefe de campaña, buscando reorganizar las fuerzas de derecha y centro derecha alrededor suyo. Sin hablar Uribe hizo sentir su jefatura, sin moverse un ápice de su decisión. Los periodistas esperaban a la salida del restaurante. Palacios no se dejó ver.

Con el comunicado preparado por el expresidente Uribe y sin recoger ninguna sugerencia presidencial, Óscar Iván Zuluaga líderó la rueda de prensa, solo informativa, y sin dar pie para preguntas. La tensión y el malestar del grupo se reflejaba en las caras de todos.

 

 

 

Con la noticia ya en los medios, ahora el expresidente Uribe tiene otro foco: su entusiasmo está en los nuevos nombres, jóvenes, que integrarán la lista al Congreso. Invitó a la sede de Miller Soto, el barranquillero de origen guajiro, que integrará la lista al Senado del Centro Democrático. Allí habrá un nuevo cónclave, ya sin la presencia del ministro del Interior, con lo que se evidencia una vez más la pérdida de confianza de las fuerzas políticas uribistas con el gobierno Duque.

 

 

 

Con los elogios de Uribe al candidato Miller Soto, quien hará campaña en silla de ruedas, el expresidente repite el libreto que experimentó hace ya ocho años cuando lanzó los primeros jóvenes al Congreso, entre ellos a Iván Duque, un ejercicio que sin duda le entusiasma, mucho más que tenerse que probar en una coalición recién inventada en donde su candidato no ha sido bien recibido. Lo suyo no es la concertación ni las largas reuniones de puerta cerrada, lo suyo es la calle, remangado en contacto con la gente y la hora cero de su campaña comenzó el fin de semana en Barranquilla. La suerte del gobierno y del presidente que él llevó a la Casa de Nariño es asunto del pasado.

 

 

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