La sociedad civil en Cuba es diversa, más allá del control del Gobierno
Hace unos días, tomé parte de un intercambio de ideas en la red social Facebook a partir de que una periodista cubana preguntó sobre las propuestas y programas de la oposición. Respondí con algunas aclaraciones básicas para entender lo que ocurre en esta Isla fuera del control gubernamental y estatal. Aquí les comparto esas opiniones, con cierto tono didáctico pensado justo para quienes se asoman por primera vez al tema.
Muchas veces, por desconocimiento, estereotipos o por falta de una información pública sobre el tema, se coloca bajo el acápite «oposición» a múltiples fenómenos que vale la pena diferenciar. Considero que en la Cuba actual existe un movimiento opositor de corte político, ilegalizado y estructurado a partir de plataformas que mezclan tendencias ideológicas, programas económicos y diversos posicionamientos sobre temas tan variados como pueden ser la inversión extranjera, las alianzas diplomáticas con otros países o la envergadura de la presencia del Estado en el funcionamiento de la economía.
Esos partidos, grupos o concertaciones aspiran, como en todas partes del mundo, a llegar al poder, liderar la nación y estar en los timones políticos del país. Entre ellos puedo mencionar algunos, y me disculpo de antemano si olvido a otros, por ejemplo: la Unión Patriótica de Cuba, el Foro Antitotalitario Unido, Somos +, Cuba Decide, Todos Marchamos y la Mesa de Unidad de Acción Democrática.
Un segundo fenómeno, al que opino no se le debe englobar bajo la palabra «oposición» es el del activismo social. La mayoría son grupos y organizaciones, también ilegalizadas, que tienen una agenda social que puede estar dirigida a una infinidad de grupos, problemas o demandas.
Muchas veces, por desconocimiento, estereotipos o por falta de una información pública sobre el tema, se coloca bajo el acápite «oposición» a múltiples fenómenos que vale la pena diferenciar
En ese calidoscopio de asociaciones las hay que defienden los derechos de la comunidad LGBTI, otras que reclaman una Ley de Protección Animal, las que están exigiendo reivindicaciones femeninas, las que velan por los derechos humanos como las Damas de Blanco, aquellas que se inclinan más por la defensa sindical de los trabajadores, contra la discriminación racial y un largo etcétera donde se pueden incluir muchas otras tendencias y «luchas» desde la sociedad civil.
En un tercer espacio, también erróneamente llamado «oposición», colocaría al periodismo independiente, que aunque lleva décadas reportando lo que ocurre en el país, ha tenido un impulso importante en los últimos años con la irrupción de las nuevas tecnologías y la aparición de un variado ecosistema de medios de prensa no controlados por el Estado, el Partido Comunista ni las instituciones cubanas.
Entre ellos hay desde diarios, hasta revistas mensuales, semanarios culturales, blogs medioambientales y Podcast informativos. Pensar en esos tres universos como un bloque es un error, porque muchos de sus componentes son muy diferentes, persiguen objetivos paralelos y trabajan de manera distinta.
Empecemos por analizar al primer grupo. Hay prejuicios que se repiten una y otra vez cuando de la oposición cubana se habla. La mayoría de las personas que los repiten y aseguran estar convencidas de ellos, en realidad nunca se han sentado a hablar con un opositor, nunca se han leído un programa salido de uno de esos partidos políticos y solo tienen como «bibliografía pasiva» sobre el tema lo que dice la prensa oficial cubana, una prensa que en más de medio siglo no ha permitido que estos opositores se expliquen en primera persona, publiquen sus propuestas y participen en debates con las voces oficiales.
Hay prejuicios que se repiten una y otra vez cuando de la oposición cubana se habla. La mayoría de las personas que los repiten y aseguran estar convencidas de ellos, en realidad nunca se han sentado a hablar con un opositor
Uno de los estereotipos que más se repite a la hora de hablar de la oposición cubana está conformada por individuos con baja catadura ética y moral. Como en todo conglomerado humano, hay de todo. En el Ballet Nacional de Cuba y en la Universidad de La Habana laboran gente maravillosa y entregada, pero también mediocres sin escrúpulos. Recuerdo que en la Facultad de Artes y Letras, donde estudié, tuve profesores de un altruismo conmovedor y de una sabiduría exquisita, mientras que otros habían llegado a las aulas no por su calidad pedagógica sino por su militancia partidista. Incluso conocí algunos casos que plagiaron trabajos de curso de sus alumnos y los presentaron a su nombre para ganar un nivel académico determinado.
La oposición cubana tiene luces y sombras como todo grupo humano, pero por más de medio siglo ha tenido encima, vigilándola y denigrándola, a uno de los aparatos de inteligencia más implacables que ha existido. De ahí que los medios oficiales, las conversaciones callejeras y hasta los rumores que se difunden en voz baja en esta Isla, han estado plagados todos estos años por las matrices de opinión negativa que ha echado a rodar la Seguridad del Estado contra esa oposición.
Eso es lo que más se parece a los prejuicios raciales y xenófobos: se difunde la idea de que determinado grupo étnico o racial es «vago, ladrón y mentiroso» o se culpa al extranjero de que viene a «robar el puesto de trabajo, violar mujeres y arruinar la cultura nacional». Al final se tiene una animadversión hacia un grupo humano basada en el prejuicio y el miedo. El acercamiento necesario para destruir esos clichés o falsos tópicos solo lo emprenderán unos pocos osados, porque el resto teme ser «agredido» por el «desconocido» o culpado por los suyos de acercarse demasiado al «otro».
El día que los opositores tengan un micrófono en la televisión nacional, unos minutos para expresarse en la radio o unas líneas en las planas de los periódicos, esos prejuicios comenzarán a romperse.
En cuanto al otro prejuicio de que hay poca preparación en las filas opositoras, debo aclarar que nunca he creído que un título universitario es una garantía de buen liderazgo, no obstante, advierto que conozco muchos licenciados, académicos, doctores, juristas y excelentes profesionales que militan en esos partidos.
Añado que en la alta dirigencia partidista que controla Cuba, tenemos evidencias de que hay personas que no están ahí por sus méritos para dirigir la economía, la salud pública o el proceso inversionista (solo son ejemplos) sino por su fidelidad ideológica. Algunos de estos altos dirigentes ni siquiera pueden articular una frase completa sin equivocarse y han dicho algunas barbaridades antológicas frente a las cámaras de la televisión nacional.
La oposición cubana tiene luces y sombras como todo grupo humano, pero por más de medio siglo ha tenido encima, vigilándola y denigrándola, a uno de los aparatos de inteligencia más implacables que ha existido
La oposición cubana tiene un largo historial de iniciativas, como las tiene también el activismo que se hace en esta Isla, que van desde el documento La Patria es de Todos y el Proyecto Varela hasta la Carta de Derechos y Deberes de los Cubanos y muchos otros. En todos los casos, el oficialismo cubano respondió a estas propuestas con más vigilancia, arrestos arbitrarios, fusilamiento de la reputación contra los miembros y represalias.
Paralelamente a esos programas y plataformas, se han creado espacios de pensamiento y reflexión que van desde lo político, lo pedagógico y lo económico, hasta llegar a todos los aspectos sociales que necesitan urgentes soluciones en nuestro país. Cuba Posible fue uno de ellos y el Centro de Estudios Convivencia también ha estado aportando por años ideas, valoraciones e iniciativas desde la escena académica. La reacción de las autoridades cubanas ante ellos ha seguido el mismo guion: hostigar, denigrar, calumniar y empujar al exilio a sus miembros.
Si pasamos al activismo, sus logros y propuestas serían muy largos de explicar por la cantidad de iniciativas y programas con los que cuenta. Solo voy a recordar la histórica marcha del 11 de mayo pasado por los derechos de la comunidad LGBTI, la más reciente protesta frente a Zoonosis y el reclamo de una Ley de protección animal, además del activismo de derechos humanos que ha logrado denunciar y sacar a la luz muchos casos de arrestos arbitrarios y violaciones de la legislación.
En el caso del periodismo independiente y los medios no controlados por el Partido Comunista, los logros son imposibles de tapar. Sitios como El Estornudo, Yucabyte, Tremenda Nota, 14ymedio, Periodismo de Barrio, El Toque, Inventario, Alas Tensas y muchos más que han nacido desde dentro de Cuba y cuyos reporteros son, en la mayoría de los casos, graduados en las universidades cubanas. Algunos de ellos en la especialidad de periodismo y otro en carreras de humanidades.
A mi juicio, son los ecosistemas del activismo y de los medios independientes donde ahora está ocurriendo un proceso más dinámico e interesante de presión social para que se produzcan cambios en Cuba, aunque reconozco que a la oposición política le ha tocado la peor parte en cuanto a respuesta represiva y desgaste debido a represalias y estigmatización.
Son los ecosistemas del activismo y de los medios independientes donde ahora está ocurriendo un proceso más dinámico e interesante de presión social para que se produzcan cambios en Cuba
Para finalizar este larguísimo texto y, mirando la situación tal y como está ahora, para eliminar los prejuicios, confusiones y recelos que se han enquistado en la sociedad cubana contra la oposición, el activismo social y la prensa independiente, creo que debe eliminarse la penalización de la discrepancia y ofrecerle a estas personas el derecho a acceder a los medios públicos (que todos pagamos de nuestro bolsillo) para que derrumben esos estereotipos, la gente conozca sus propuestas y se les deje de narrar «en tercera persona» como malos, éticamente deplorables, mercenarios o enemigos de la patria.
Desbloquear los sitios digitales censurados en los servidores cubanos y la legalización de los medios independientes también sería un paso muy positivo para que esas voces plurales se hagan escuchar y puedan explicar sus iniciativas.
También se deben crear mecanismos para que los propios ciudadanos de su bolsillo, incluso ¿por qué no? del presupuesto estatal, apoyen a estos partidos y grupos de activistas, además de permitirles a ellos la recaudación legal y clara de recursos, de manera que sus ingresos provengan de fuentes nacionales, empresariales, ciudadanas.
Seguir negando a la oposición el derecho a recaudar y tener ingresos legales en la Isla para ejercer su labor, es condenarlos al clandestinaje financiero y es la causa de muchos de los problemas que vemos hoy en día en el funcionamiento de muchos de ellos, como la falta de transparencia.
Desbloquear los sitios digitales censurados en los servidores cubanos y la legalización de los medios independientes también sería un paso muy positivo para que esas voces plurales se hagan escuchar
También hay que sacar el adoctrinamiento ideológico de un solo partido de las aulas, de manera que los niños cubanos y los jóvenes crezcan sintiendo como algo muy normal y saludable la existencia de varios partidos, la presencia de una sociedad civil independiente y el acceso a múltiples medios de prensa, con enfoques y tendencias diferentes.
Mientras la educación esté en manos de un solo grupo ideológico que la utiliza para el proselitismo político, habrá personas que se educaran pensando que al «diferente» hay que silenciarlo, aplastarlo y enjuiciarlo por no comportarse igual que ellas.
La situación actual de censura, discriminación y penalización de la pluralidad política e ideológica se basa en el mismo mecanismo de los prejuicios raciales, culturales y nacionalistas. Si nos repetimos eso y comprendemos que todas las tendencias pacíficas tienen derecho a existir, expresarse, legalizarse y tener un espacio… entonces habremos logrado dar el primer paso.