La tasa de mortalidad en las carreteras cubanas casi triplica la de España
En la Isla mueren 700 personas al año mientras la antigua metrópoli registra 1.100 fallecimientos
No se habían cumplido aún las primeras 48 horas de este 2020 cuando saltó la noticia del primer accidente de tránsito con múltiples fallecidos en la Isla. El siniestro entre un viejo Ford y un ómnibus estatal en Camagüey provocó el fallecimiento de cuatro personas a plena luz del día. Poco después, en la misma provincia, se registraba otra muerte al impactar una guagua contra una alcantarilla. A las víctimas mortales se suman 44 heridos.
A miles de kilómetros, el ministro de Interior de España, Fernando Grande-Marlaska, acababa de dar a conocer el balance provisional de la seguridad vial en su país con un mínimo histórico de muertes en las carreteras pese al incremento de desplazamientos y vehículos. Con un total anual, pese a ello, de 1.098 víctimas mortales, el funcionario se lamentaba: «Es una cifra inaceptable para nuestra sociedad».
La correlación entre el nivel de ingresos del país y la siniestralidad es evidente según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un informe de este organismo dejó claro que el 93% de los fallecimientos se producen en países de ingresos medios y bajos, a pesar de que estos tienen aproximadamente el 60% de los vehículos del mundo. La inmensa mayoría de Estados con tasas de mortalidad baja tienen ingresos altos, frente a los que se sitúan en la cola, casi la totalidad en África. Pero se puede aprender mucho de quienes han mejorado sus índices por el impacto humano, primeramente, y económico (gasto sanitario y en pensiones), que genera.
El 93% de los fallecimientos se producen en países de ingresos medios y bajos, a pesar de que estos tienen aproximadamente el 60% de los vehículos del mundo
Después de años de trabajo (en 1989, primer año de registro, hubo 5.940 fallecidos), España se ha convertido en uno de los países con menores tasas de mortalidad tanto en relación a su población como a la del tamaño de su parque automovilístico. Las últimas cifras globales publicadas por la OMS sitúan al país europeo en el puesto 14 en la tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes, con apenas 3,7.
En la misma lista, Cuba ocupa el puesto 38 con 7,5. Estados Unidos, mucho más abajo, tiene 10,6. Pero esta cifra es engañosa, ya que depende de la población (países con menos habitantes ocupan mejores puestos, como Mónaco, en el uno por tener cero muertes). Sin embargo, si se atiende a los fallecimientos por cada 100.000 vehículos el dato destapa la realidad.
En ese caso, España sube al puesto once con 5,3 fallecidos, EE UU se sitúa en el 34 con 12,9 y Cuba se hunde al clasificarse en el puesto 114 de los 181 países con datos disponibles. La alarmante tasa es de 133,7 muertes por cada 100.000 vehículos. Puesto que ese 2013 el total de víctimas mortales en la Isla fue de 687, se puede calcular el parque motor en torno a los 513.837 unidades para una población que rondaba los once millones, un dato muy opaco que el Gobierno se resiste a publicar.
Entre los datos tan optimistas de España para 2019 destacan varios. Comparados con los de 2018, hubo un descenso de un 6,7% en el número de siniestros (-72) y una reducción del 7,6% en el número de fallecidos (-90), además del 3,8% en los heridos graves (-174). 4.395 personas requirieron ingreso hospitalario y no hubo ningún siniestro en autocar (ómnibus) en vías interurbanas. Cada día fallecieron por término medio tres personas, sin embargo hubo 37 días al año en que no hubo ninguna muerte.
España sube al puesto once con 5,3 fallecidos, EE UU se sitúa en el 34 con 12,9 y Cuba se hunde al clasificarse en el puesto 114 de los 181 países con datos disponibles. La alarmante tasa es de 133,7 muertes por cada 100.000 vehículos
Los desplazamientos aumentaron un 2,5% (10,2 millones más), con 427 millones de trayectos de largo recorrido; el parque de vehículos creció un 2,2%, con un total de 34,5 millones de vehículos (para una población de 47 millones), y el censo de conductores subió un 1,3%, alcanzando 27,2 millones.
Habrá que esperar aún para conocer los datos anuales de Cuba y no serán tan exhaustivos. Las estadísticas anuales de la Onei apenas contienen unos pocos apartados, el de accidentes, fallecidos y lesionados por siniestro y por provincia, el índice de severidad, el riesgo de muerte, los accidentes según edad de la víctima, las consecuencias según las principales violaciones de las normas de circulación o el índice del comportamiento de los usuarios.
En ello se advierte el escaso análisis que se realiza de cuestiones tan esenciales como el estado de las vías, la señalización o la antigüedad y condiciones de los vehículos. Frente a esto, se insiste en poner el foco sobre el ciudadano infractor que, si bien es responsable de un elevado número de muertes, también debe lidiar con el mal estado de las infraestructuras que el Estado debe mantener.
Los datos de 2018 se conocieron en marzo, por lo que se podría retrasar unos meses más el balance, pero la prensa oficial ya ofreció un avance de 2019 en el que situaba en 490 los fallecidos entre enero y octubre en los 7.800 accidentes de tránsito que ya habían tenido lugar. Además, los lesionados ascendían a 5.735, según un informe de la Dirección de Tránsito.
En Cuba se registra un accidente en la vía pública cada 55 minutos, fallece una persona cada 15 horas y hay un lesionado cada 75 minutos. En contraste con el dato español de cero accidentes en ómnibus, en Cuba son abundantes los siniestros en que está involucrado un vehículo en mal estado habilitado de forma precaria como transporte colectivo, lo que acaba desembocando en muertes múltiples. Los dos de este jueves en Camagüey eran vehículos de transporte colectivo.
En contraste con el dato español de cero accidentes en ómnibus, en Cuba son abundantes los siniestros en que está involucrado un vehículo en mal estado habilitado de forma precaria como transporte colectivo
En España, la inversión en mejora de las carreteras se sitúa en torno a los mil millones de euros y se espera que aumente a los 1.200 millones de euros después de llevar un tiempo congelado, aunque la inestabilidad política no ha permitido que haya nuevos presupuestos y se continúe prorrogando los de 2017.
Uno de los factores que contribuyó en los últimos años a la mejora de la siniestralidad fue la reforma del Código Penal en 2007 mediante la que se fijaron como delitos varias infracciones de tránsito, entre ellas conducir con una tasa de alcohol de 0,60 mg por litro de aire o por encima de la velocidad permitida. Ambas situaciones, entre otras, pueden conllevar penas de prisión.
Un año antes se había introducido también el carné por puntos, que conlleva la pérdida del permiso en caso de quedarse a cero. Cada infracción conlleva la resta de esos puntos, pero no solo funciona a nivel punitivo sino educativo. Los puntos se recuperan en ausencia de nuevas infracciones o asistiendo a cursos de concienciación y sensibilización en seguridad vial. En este ámbito también han trabajado las campañas de publicidad de la Dirección General de Tráfico (DGT). La última, presentada estas navidades, una época de múltiples desplazamientos, muestra la historia real de Enzo, un joven que sufrió lesiones irreversibles por responder a un mensaje en su celular. La campaña se llama #PuedoEsperar y se proyecta en las salas de cine justo antes del inicio de la película.