Cultura y Artes

La tiranía de El Sistema de Orquestas

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Un polémico libro, publicado por la Universidad de Oxford y firmado por un prestigioso académico inglés, revela otro lado de la institución creada por el maestro José Antonio Abreu, que no tiene nada que ver con la magia de la música clásica. Presuntos abusos sexuales y una cultura de misterio y adoctrinamiento, desentonan con las fanfarrias y ovaciones que, a escala mundial, han caracterizado la historia de El Sistema

Al grano: el libro se titula: “El Sistema, Orchestrating Venezuela’s Youth” (El Sistema, Orquestando a la Juventud Venezolana). Y es una verdadera bomba. No es apto para padres o madres con hijos cursando en núcleos de El Sistema. Sí, es así de revelador… incluso mucho más.

El texto detalla la investigación de campo que, durante más de un año, realizó el Dr. Geoffrey Baker en Venezuela, recorriendo varios núcleos de El Sistema. Luego de ganarse la confianza de muchos profesores, alumnos, padres e integrantes de la escena cultural venezolana, Baker aseguró a todos anonimato, a cambio de que le revelasen cómo era realmente el día a día en El Sistema. Qué se ocultaba detrás de la gloria, de la fama internacional y la publicidad que recae, principalmente, sobre el maestro Abreu y también sobre Gustavo Dudamel. Baker no oculta nada y presenta El Sistema como una institución gigantesca, caracterizada por rendir culto a la persona de Abreu y donde muchos de los mitos positivos… apenas son eso, en vez de realidades.

El autor del polémico texto es Geoffrey Baker. No es un novato. Ni un estudiante. Este tipo es un duro en materia de música. Cursó una maestría en la Royal Academy Of Music de Londres, posee un PhD en musicología, por la Universidad de Londres; ha sido profesor de musicología y musicología étnica del Royal Holloway de la Universidad de Londres. Ha investigado la música de América latina desde hace más de 18 años. Inicialmente, Baker llegó a Venezuela con la esperanza de investigar ese prodigio llamado El Sistema, pero encontró otra historia muy diferente y quiere que los venezolanos se enteren de todo lo que ocurre en ese imperio construido por José Antonio Abreu.

-Cuénteme sobre la oportunidad en el 2007 cuando asistió al concierto de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar en el Royal Albert Hall de Londres. ¿Cuál fue su primera reacción? ¿Qué pensó de esos muchachos?

-Fue tan maravilloso como emocionante. Ahora todo el mundo ha visto a la Orquesta Juvenil Simón Bolívar realizando sus shows con las chaquetas coloridas y las interpretaciones del mambo, bien sea en directo o a través de youtube, pero en ese entonces era algo nuevo e inesperado. Me puso la piel de gallina, estaba realmente sorprendido.

-¿Cuándo decidió viajar a Venezuela y realizar una investigación de campo? ¿Cuál fue su acercamiento inicial?

-Literalmente decidí esa misma noche que quería realizar una investigación sobre El Sistema. Algunos años antes leí acerca de El Sistema en una revista que conseguí en el asiento de un avión durante un viaje a Suramérica, y me pareció que sonaba fascinante porque combinaba tres de mis intereses principales: música, América Latina y justicia social. Pero realmente la decisión de hacer una investigación la tomé luego de ver ese concierto.

En el 2008 viajé durante un período de tres semanas para una investigación de reconocimiento, esto me ayudaría a establecer mi plan de trabajo. Me reuní con gente de El Sistema y otros músicos en Caracas y Barquisimeto, usando amigos de amigos y contactos de contactos. Yo estaba acostumbrado a hacer este tipo de investigaciones musicales en América Latina, y conozco muchísima gente en este campo, así que no fue muy difícil comenzar.

-¿En ese entonces usted conocía gente en Venezuela que estuviera interesada en colaborar con su investigación?

-Sí y no. No tenía un colaborador clave, pero todo el mundo que conocí resultó ser muy amigable y servicial, así que sentí que no iba a tener problemas para realizar la investigación.

-En este punto (su primera visita a Venezuela) ¿tenía alguna idea positiva sobre El Sistema o caso ya tenía algún tipo de información negativa con respecto a lo que ocurría ahí?

-Cuando fui por primera vez a Venezuela, en 2008, mis sentimientos sobre El Sistema eran 100% positivos. Yo realmente creía en eso que llamaban “el milagro musical venezolano”. Y creo que no había ninguna información circulando públicamente sobre sus problemas… Y si esta información existía, ciertamente nunca la vi, pero tampoco estaba buscándola.

-¿Cuándo llega específicamente a Venezuela, y a dónde se dirige? Hábleme un poco sobre su investigación. ¿Qué fue lo primero que le llamó la atención acerca del funcionamiento de El Sistema?¿Cómo reaccionaba la gente al hablar con usted y qué tan difícil le resultó obtener información real, la verdad, de parte de músicos o gente involucrada?

-Después de mi viaje de tres semanas en 2008 regresé por un mes en 2009. Ciertamente estaba trabajando en un proyecto algo diferente pero relacionado, que involucraba la filmación de jóvenes y su aprendizaje musical. Esto me permitió pasar otro mes cercano a escuelas de baile y música (mi enfoque cubría desde la música llanera hasta la clásica).

Luego regresé por un año, desde mediados de 2010 hasta mediados de 2011. No te puedo decir específicamente a qué núcleos asistí ni dónde estuve, porque quiero mantener el anonimato de todas mis fuentes, para protegerlas. Pero pasé la mayor parte de mi tiempo en las capitales de dos estados importantes y en los núcleos de El Sistema que ahí funcionan, además de pasar varios meses en Caracas.

Yo no diría que hubo un solo hecho particular que me llamara la atención… tal vez lo que más me impactó fue cuán normal me parecía la instrucción. Siendo un ciudadano inglés que aprendió música desde niño en los años 70 y 80, yo esperaba encontrar una “revolución del aprendizaje artístico” sobre la que todo el mundo se la pasa escribiendo, pero lo que observé se parecía mucho a la educación musical europea del pasado. En ese momento comencé a preguntarme por qué todo el mundo estaba tan excitado con El Sistema en Estados Unidos y Europa.

La mayoría de las personas fue amigable y colaboró al momento de hablar conmigo, pero conseguir niveles más profundos de honestidad fue un poquito más difícil. Los músicos más veteranos insistieron en el anonimato, dado que les preocupaban las repercusiones profesionales en sus carreras si sus críticas hacia a Abreu y El Sistema llegaban a la opinión pública.

-¿Habló con los líderes de El Sistema o trató de entrevistar al maestro Abreu?

-Desde el comienzo yo quería que mi proyecto se enfocara en las experiencias de los jóvenes músicos y sus maestros. Además ya había leído muchísimos artículos que se enfocaban en realizar análisis sobre Abreu y sus leales lugartenientes. Esa historia ya se ha contado docenas de veces y hay muchísimas entrevistas con Abreu disponibles en internet. El mundo ya conoce de qué forma Abreu se ve a sí mismo y a su proyecto. Lo que yo quería era conocer cómo otra gente lo ve a él y al proyecto… y aquí llegó la revelación.

Como escribí en mi Blog: En realidad mi decisión de no buscar una entrevista con Abreu fue muy sencilla de tomar. Yo me quería enfocar en la parte baja de la pirámide de El Sistema, no en la cima. Docenas de personas (como Tunstall) han entrevistado a Abreu y todas esas entrevistas están disponibles; pero nadie había entrevistado sistemáticamente a los maestros comunes y a sus estudiantes, de una manera en la que sintieran confianza (off the record). Mi prioridad estaba clara.

-Un crítico del NY Times escribió que su libro “ocasionalmente se lee como una vendetta” usted cree que el libro solo captura los aspectos negativos de El Sistema, ¿o cree que ese crítico se equivocó en su percepción?

-En principio, ese crítico no sabe nada acerca de El Sistema o de Venezuela. Así que yo no creo que alguien con algún conocimiento sobre el tópico -además de Venezuela- le debería prestar ningún tipo de atención a lo que diga. Además, él admitió que no había evidencia de que yo tuviese una vendetta contra Abreu. Los investigadores, como los periodistas, tienen todo el derecho para criticar a individuos poderosos. De hecho, es una parte importante de lo que hacemos; así que es poco profesional de parte de ese crítico llegar a la conclusión de que mi libro es algo personal.

Mi libro es muy crítico, sí… porque hay tanto sobre qué criticar. Pero necesitan entender el contexto en el cual yo estaba escribiendo. Hay una masa increíble de artículos, documentales, tesis, etc., en las que se pinta El Sistema como lo mejor que puede ocurrir en la educación musical, en cualquier parte del mundo.Incluso como “el futuro de la música”. Y todas son simples exageraciones. En otras palabras, toda la información de campo sobre El Sistema estaba completamente desbalanceada. 99% del material en circulación eran adulaciones y no investigaciones críticas; además que los aspectos positivos de El Sistema se han repetido cientos de veces por periodistas, educadores musicales, cineastas, etc. Por lo que no había necesidad para que yo contara la misma historia nuevamente, porque sencillamente todo el mundo se la sabe. Además, si yo hubiera incluido todo eso en mi libro tendría más de 800 páginas.

Si tienes una balanza con 99 kilos de un lado y un kilo del otro, tú no la balanceas colocando un gran peso en el medio.

Vamos a pensar en esto como un caso en la corte: el caso por el lado de la defensa ya se ha repetido y se conoce. Entonces yo me establecí como el fiscal. Nadie dice que el fiscal tiene una vendetta contra el acusado o que él está motivado por rabia, por odio o por envidia. En cambio, realiza las funciones de justicia al presentar al jurado con el lado del caso que le compete y dejando que el jurado tome su decisión. Se necesitan las dos versiones de la historia. Así funciona la justicia. Así vi mi rol al escribir este libro.

-¿Si un joven venezolano entra a El Sistema, qué podría experimentar, además de obtener instrucción musical?

-Es muy difícil generalizar, dado que el programa es tan grande. Cada niño posiblemente tiene una experiencia diferente, dependiendo del núcleo, de sus maestros, de sus compañeros, etc. Un niño puede dejarlo luego de un mes; y el otro podría ser un músico profesional. Pero si me forzaran a generalizar, yo diría que los valores clave o experiencias que se adquieren fácilmente en el programa son la disciplina, la autocracia, el autoritarismo, la competencia, y una cultura de la “palanca” y “jaladera de bolas”, más allá de la meritocracia. Algunos niños disfrutarán en este ambiente. Pero otros lo odiarán y se marcharán o serán “motivados” por el staff para que dejen El Sistema (si son indisciplinados o no tienen talento).

-Tras su investigación, ¿cuál cree que es el problema más grande que tiene El Sistema?

-Es una pregunta difícil. Creo que el problema más serio es el abuso/acoso sexual, pero en realidad no sé si ése será “el problema más grande”, porque es muy difícil saber cuán esparcido está. Mi investigación sugiere que es tristemente común, pero no puedo probarlo.

Otra situación, y como venezolano tal vez lo sabes mejor que yo, es la forma en que se involucra la política. Abreu pasó de ser un ministro de Cultura neo liberal a principios de los 90 a convertirse en una mano derecha de Chávez y Maduro. Esto parece haber alienado a muchas personas, a ambos bandos del espectro político, y yo me preguntaría: ¿Cómo verán los venezolanos estos lazos cerrados que mantienen tanto Dudamel como Abreu, con el Gobierno actual?

Tal vez el problema más fundamental es la estructura opaca y el problema de la dinámica del poder. Todo eso se permea dentro de la organización. Muchas veces los músicos comparaban al El Sistema con una mafia o un culto, lo cual es muy preocupante si nos referimos a un programa de educación musical. De un lado queda muy claro cómo funcionan las cosas, los líderes envían órdenes y su palabra llega a todo lo demás. Es una autocracia clásica. Y en el otro lado, resulta poco claro cómo funcionan las cosas: los músicos con los que conversé difícilmente entienden cómo funciona su organización, no hay reglas ni procesos transparentes o explicaciones consistentes, así que muchas cosas terminan dependiendo de la “palanca” o de “jalar bolas”. La consecuencia fue una incoherente, misteriosa organización que afectó negativamente mis sentimientos.

El Sistema funciona de arriba hacia abajo. Es una institución autoritaria, una gran corporación piramidal que gira en torno a la palabra de Abreu. No hay estructuras democráticas. Las decisiones son tomadas por directores adultos, los niños y jóvenes obedecen o se marchan. Como un estudiante me dijo: “aquí, en El Sistema, el que no grita no es profesor.» El Sistema en sí contradice las ideas progresivas contemporáneas sobre dinámica organizacional, desarrollo social, educación y entrenamiento para formar ciudadanos democráticos. La híper disciplina es una buena manera de encontrar una buena orquesta pero es una pobre manera de educar a los niños a ser flexibles, creativos, músicos críticamente reflexivos y con valores sociales.

-Los ciudadanos venezolanos creen que El Sistema es una vía para que los niños salgan de la pobreza a través de la música. Eso se da como un hecho. Pero solo los que están dentro saben la realidad. ¿Es El Sistema la solución para sacar a niños y niñas de la extrema pobreza?

– Otra pregunta difícil, es un área controversial, y no tengo ninguna estadística pero he escuchado tantas historias por parte de músicos venezolanos y observadores culturales que levantan la duda sobre el vínculo de El Sistema con la extrema pobreza, que me hace ser escéptico. ¿En dónde están estos cientos de miles de niños realmente pobres? Yo no encontré a casi ninguno en los núcleos donde trabajé y realicé visitas. Creo seriamente que bajo cierto contexto es un tipo de elite local la que triunfa dentro del sistema: niños que vienen de hogares serios, estables y disciplinados. Claramente si hablamos de Petare muchos de los niños vendrán de familias de bajos recursos, pero esa designación realmente cubre un amplio espectro social, y la pregunta interesante para mí era si estábamos hablando del fondo o de la cima de este espectro los que realmente encuentran su lugar en El Sistema.

Uno de los famosos conceptos retóricos de Abreu es que “el enorme mundo espiritual que la música produce en cada quien… ayuda a sobreponer la pobreza material. Desde el minuto en que a un niño se le enseña cómo tocar un instrumento, deja de ser pobre”. Esta frase tan citada no aguanta el escrutinio; la historia está llena de músicos pobres. Sugerir que el aprendizaje de cómo tocar el violín desaparece instantáneamente la pobreza es negar que la privación tiene alguna realidad material o causas estructurales. Uno podría discutir acerca de si tiene efectos espirituales o si la beca pagada puede reducir la pobreza material, pero la afirmación esotérica de Abreu sobre el poder de la música para trascender las realidades socio económicas, plantea numerosas preguntas.

Uno se refiere a la propia vinculación de El Sistema con la pobreza. Una clave para la fama del programa es su pretensión de centrarse en los niños pobres. La declaración de la misión de FESNOJIV se refiere al “rescate de los grupos más vulnerables del país”, mientras que en su discurso de aceptación del premio TED, Abreu aseguró que “la gran mayoría de nuestros niños pertenecen a los estratos más vulnerables de la población venezolana”. Borzacchini (2011, 7) describe El Sistema como “una salvación para nuestros niños del horror de la violencia, drogas y pobreza material y espiritual”. Lennar Acosta, exdelincuente juvenil rescatado por el sistema frecuentemente es presentado como uno de los representantes del éxito del programa.

En el extranjero, Booth (2008, 1-2) afirma que el proyecto “enseña 300 mil de los niños más pobres de Venezuela” y de acuerdo a la publicidad de Deutsche Grammophon, el 90% de El Sistemagira en torno a la vida de cientos de miles de niños en riesgo”, estudiantes que provienen de pobres estratos socio económicos, aunque esta cifra se genera gracias a una serie de fuentes muy dispersas. Estos números sugieren que la pobreza extrema es la norma en El Sistema, pero ¿cuán exactas son? Mi investigación con músicos de todas las edades en diferentes partes de Venezuela sugiere que todo tipo de niño puede ser encontrado en El Sistema, desde delincuentes reformados hasta hijos de ricos; pero la mayoría, al menos en las provincias, provienen de la clase media, con un número significante de clase media baja pero apenas un pequeño número podría ser descrito como en extrema pobreza.

Uno de los núcleos donde pasé más tiempo se encuentra en una plaza céntrica llena de árboles, los vecindarios que le rodean de ninguna manera son oasis en medio de la desesperación. Un administrador me dijo alegremente que en ese pequeño pueblo hay algunos problemas sociales pero la principal problemática que tenían los niños era cómo escoger entre tantas actividades extra escolares que tenían a su disposición. En otro de los núcleos, la gran mayoría de niños usaban dispositivos Blackberry. Ciertamente, hay algunos núcleos en zonas más pobres, especialmente en las ciudades grandes, y hay algunos niños realmente pobres en el programa. Pero el asunto primordial es si la vasta mayoría de los participantes del sistema pueden ser descritos como “los niños y jóvenes más vulnerables y excluidos de Venezuela”, que-según- escapan de una realidad de abuso de drogas y crímenes.

Ninguno de los músicos que entrevisté se ve a sí mismo o a sus compañeros como alguien que ha sido salvado de drogas o de la calle, los estudiantes en un núcleo que visité se describen a sí mismos y a todo su círculo musical social, como provenientes de la clase media; ellos hablaban de sus becas más como bonos que necesidades, incluso uno de los músicos me indicó que todos sus amigos de El Sistema tienen vidas estables y cuentan con el dinero para pagar su cuota mensual, hasta tienen dinero para comprar sus propios instrumentos. A uno de los padres le parecía el programa como muy burgués. El comentó que los niños pobres eran la excepción y no la regla en este núcleo.

Hay muchas razones que explican la alta proporción de niños dentro de El Sistema que provienen de la clase media y no de estratos más bajos de la sociedad. Un músico que participó en El Sistema me comentó que “la mayoría de los niños en la organización, incluso los más pobres, asisten porque sus padres los llevan. El Sistema no los está rescatando. ¿Tú crees que ellos asistirían día tras día si sus padres no los apoyaran?”. De hecho, casi todos los estudiantes que entrevisté me aseguraron que sus padres les brindan total apoyo; muchos afirmaron que la inversión de cada padre es muy importante. En las provincias, donde los núcleos por lo general están muy lejos, el solo hecho de llevar a los niños a las clases requiere un cierto grado participación de los padres. Uno podría preguntarse cómo muchos niños progresarían si sus padres no los llevaran ni buscaran o no los apoyaran en la práctica en casa. Además, no existe ningún mecanismo para asegurar que los niños más desfavorecidos puedan ser trasladados al núcleo, lo cual levanta muchas preguntas sobre la eficacia de El Sistema en alcanzar y mantener la participación de los niños más vulnerados.

– ¿Durante su investigación encontró alguna denuncia o comentario de presunto abuso o acaso sexual dentro de El Sistema?

-Sí, escuché numerosas denuncias de abusos sexuales aunque es muy difícil verificarlas. Yo creí lo suficiente como para hacer una mención a este respecto en el libro, a pesar de lo complicado que es desde un punto de vista legal y moral, por lo que ofrecí pocos detalles. Puntualicé lo más relevante en una sección del libro.

Yo creo que éste es el gran secreto de El Sistema y el que se oculta de la simple vista. “Es secreto” porque nadie, ni críticos ni periodistas ni bloggers se atreven a mencionarlos. Muchos han escuchado estos rumores y debe haber muchas víctimas y gente afectada.

-¿Cree que El Sistema está manejado como un culto? ¿Un culto hacia Abreu?

-Sí, lo creo. De hecho esa palabra, culto, fue utilizada por un importante número de mis entrevistados. Yo dedico un capítulo de mi libro a esta situación, titulado pensamiento de grupo y cultismo, ahí menciono: Abreu no solo demanda lealtad sino devoción. Hay una cultura de la unanimidad; se cultiva la inflexibilidad y se deja poco espacio a las alternativas productivas. La cultura de El Sistema es la devoción a su líder. Algunas figuras experimentadas utilizaron términos como “adoctrinamiento”, “culto” y “lavado de cerebro”. Alguien me declaró que los músicos renuncian a su vida por el programa, uno de los padres con un hijo en El Sistema, lo comparó con una droga: los niño se obsesionan a tal punto, explicó, que se olvidan de su tiempo libre y solo se concentran en avanzar en El Sistema. Él estaba feliz de que sus hijos se involucraran en actividades culturales, pero al mismo tiempo se mostraba muy preocupado por la absorción tipo culto que sufrían.

Músicos de nivel “senior”, se refieren a la extraña atmósfera del programa. Uno de ellos comentó: “aquí hay mucho juego psicológico… te das cuenta de eso tan pronto entras a El Sistema, inmediatamente sabes que hay algo raro, que usualmente no encuentras con personas normales que van al trabajo. Las relaciones que se forman son muy extrañas… como con Abreu. Él es el genio, todos le debemos sagrada obediencia… es una locura”. Todo está rodeado por una atmósfera de secretos y misterios; empezando por Abreu y su círculo cercano. Como me dijo uno de los empleados del Conac, “el grupo tiene algo masónico”. Hay incluso historias surreales que corren en los pasillos y llegan a oídos de músicos más jóvenes, como si tocan el anillo de ópalo negro adquirirán súper poderes.

-¿Por qué con tantos músicos formados por El Sistema, tan pocos logran carreras en orquestas extranjeras, será que su talento es solo bueno en Venezuela o para tener éxito en el extranjero deben tener el apoyo de El Sistema?

-En realidad no tengo la menor idea de cómo responder esa pregunta. Ciertamente, Abreu tenía una reputación de dificultar que músicos talentosos dejaran el sistema, aunque creo que este control se ha relajado un poco últimamente debido a la sobre producción de músicos de orquesta salidos de Venezuela.

Si tuviera que especular, diría que El Sistema entrena a jóvenes músicos bajo un conjunto muy variado de habilidades (interpretando un rango limitado del repertorio de orquesta, tocando duro, rápido y etc.) y tal vez los más talentosos se podrán medir a algunos estudiantes de los conservatorios más importantes de Europa y Norte América, pero esto es una suposición personal.

-En este punto ¿Cuál es su percepción sobre El Sistema y José Antonio Abreu?

-Yo diría que El Sistema tiene un enorme potencial, sobre todo porque hay muchos músicos dedicados y profesores trabajando con ellos. Pero tiene muchas, muchas fallas sistémicas que necesitan ser señaladas. Sin embargo, la cultura de esta institución no permite ningún tipo de crítica. Los músicos se suponen que deben tocar, no pensar, mucho menos cuestionar. Esto nos presenta una seria debilidad dentro de la institución. Si El Sistema se abriera a un genuino autoexamen, autocrítica, debate sobre sus estructuras democráticas y procesos, con nuevas ideas de factores externos, etc, podría convertirse en “el milagro musical venezolano”. Pero una corporación autocrática, jerárquica y piramidal, no es un buen modelo para la educación musical del siglo XXI.

Una organización tan grande que afecta la vida de tantas personas y recibe tantos fondos, necesita ser objeto de una investigación rigurosa y crítica. Y la falta de ella debilita a El Sistema. La investigación crítica es importante y mejora la pedagogía y, por ende, la experiencia de los niños.

Con respecto a Abreu, claramente es un genio y un hombre extraordinario, pero también es conservador, autocrático, maquiavélico e intolerante hacia las diferencias. Ha hecho un trabajo sorprendente asegurando dinero y poder para su institución, pero esto ha sido a un costo considerable en términos de desarrollo social y cultural. Yo creo que este tipo de figura déspota y líder de por vida, debe ser siempre tomada con algo de escepticismo, y creo que el liderazgo del programa y su dinámica de poder necesita ser completamente revaluado si se quiere promover la justicia social.

Encuentro que el culto a la personalidad alrededor de Abreu es muy problemático. Y este culto ahora es se extiende a Dudamel… mira la nueva Sala Dudamel que Frank Gehry va a construir en Barquisimeto, ¿por qué destinar enormes recursos a este proyecto vanidoso, cuando tantos núcleos del sistema funcionan en sedes prestadas o ineficientes y con recortes presupuestarios? Una enorme cantidad de dinero y esfuerzo de El Sistema se ha gastado durante una década en dos construcciones en Caracas. ¿Por qué no darle a cada núcleo en Venezuela un millón de dólares en vez de gastarlo? Así sí se transformaría la vida musical del venezolano y no a través de la construcción de una sala de conciertos hecha por Frank Gehry.

-¿Qué le diría a los venezolanos acerca de El Sistema?

-Por un lado, soy muy precavido con respecto a la idea de un inglés que diga algo a los venezolanos sobre su propia institución. Aunque por otro lado, creo firmemente que si un experimentado académico venezolano viaja al Reino Unido y pasara un año investigando dentro de la BBC, sabría más de la institución que el 98% de los británicos.

Supongo que le diría a los venezolanos que no crean todo lo que ven en la prensa y en televisión. Cuando investigas a profundidad El Sistema, encuentras que hay muchísimas críticas, incluso experiencias traumáticas. Pero tanto el monopolio de la música clásica en Venezuela, así como su intolerancia ante la crítica se traduce en que muchas de esas voces nunca se serán escuchadas fuera de pequeños círculos familiares y sociales. Pero estas son las voces que usted escuchará a través de mi libro. Le doy la oportunidad a docenas de músicos venezolanos y figuras culturales, la oportunidad de expresar su punto de vista (de forma segura y anónima), lo cual es algo que no pueden hacer en ninguna otra parte. Así que en este sentido, mi libro no es sobre un inglés que les dice a los venezolanos sobre El Sistema… es sobre un inglés que eleva un altavoz para que los venezolanos puedan escuchar a otros venezolanos decir la verdad sobre El Sistema.

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