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La UE, a punto de tirar la toalla en la negociación del Brexit

Los laboristas se vuelven a dividir, y no garantizan su apoyo si se llega a un pacto

El desplazamiento a Londres del negociador europeo, Michel Barnier, no parece haber ayudado a sacar del atolladero a las negociaciones sobre el acuerdo comercial con el Reino Unido. Al contrario, en Bruselas se empieza a temer que la política interna británica acabe envenenando la situación en caso de que se llegase a un acuerdo que debería ser ratificado en el Parlamento. Desde Bruselas se analiza con temor tanto la posibilidad de que una parte de los conservadores no apruebe ningún acuerdo con la UE porque prefieren la ruptura total, y cualquier compromiso les parecerá una concesión indeseable. Pero ahora también puede ser que una parte de la oposición laborista se niegue a votar a favor, por considerar que sería una señal de apoyo al Gobierno conservador, que podría frenar la tendencia ascendente en las encuestas. Según la prensa británica, Keir Starmer, el actual líder del Partido Laborista, ha sido advertido por una parte de su equipo más próximo que le abandonarán si ordena a sus parlamentarios que voten a favor del tratado que acepte el Gobierno conservador para regular las relaciones con la UE.

Barnier, llegó a Londres el sábado por la mañana para reanudar las conversaciones presenciales. El viernes por la noche dijo que estaba «muy contento» de estar de vuelta en la capital británica y que seguirá trabajando con «paciencia y determinación», que en estos momentos son las dos únicas cosas que puede ofrecer, si no hay cambios en la posición británica. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, había previsto hablar directamente con el primer ministro británico, Boris Johnson, pero esa conversación que se esperaba para la semana pasada no ha tenido lugar, y aún no figura en la agenda de la presidenta del ejecutivo comunitario.

Escollos

Barnier tenía previsto trabajar en Londres durante el fin de semana y, luego, «tal vez uno o dos días más», en un último intento de salvar las grandes diferencias entre las posiciones de los lados. En Bruselas se considera que si en esta ronda, prácticamente a la desesperada (Barnier acaba de salir de una cuarentena por haber estado cerca de alguien con coronavirus), se constata que no existen condiciones aceptables para la UE, sería necesario dedicar todo el esfuerzo a preparar a las empresas para las repercusiones de una salida británica del bloque comunitario sin acuerdo.

Los aspectos en los que se mantiene el desacuerdo principal son los que se refieren a las reglas básicas para evitar que los productos británicos puedan entrar en el mercado comunitario sin respetar las exigencias medioambientales, sociales o de ayudas públicas que sí tienen que cumplir las empresas europeas. Tampoco hay acuerdo sobre la resolución de disputas ni sobre el acceso de los pescadores europeos a las aguas británicas.

 

 

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