La ventaja de Milei sobre el peronismo en el territorio clave
La pobreza se disparó en un par de años en el conurbano bonaerense; el dramático número que impacta en la tolerancia social al comienzo de la normalización de la economía
Las circunstancias son muchas y profundas. Pero desde la óptica del bolsillo es fácil entender el hastío de los argentinos y la victoria de Javier Milei en las últimas elecciones. Sin embargo, la herencia y posterior normalización de la economía –aún no resuelta- le plantean al libertario el desafío de la tolerancia social ante la disparada de la pobreza extrema. Tiene ventaja. Su rival político, Axel Kicillof, bandera económica de Cristina Kirchner, debe gestionar un polvorín donde casi la mitad de sus habitantes son pobres.
Entre 2017 y 2023, tanto ocupados como asalariados perdieron plata. Es difícil encontrar un ajuste tan persistente y salvaje en el tiempo. Otra curiosidad de estos años: esa crisis de ingresos es transversal. Cruza la mitad del mandato de Mauricio Macri, y todo el período de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Ni peronismo ni no peronismo dieron una respuesta al drama de que “el sueldo no alcanza”.
Más precisamente, según datos del tercer trimestre del informe de la Evolución de la Distribución del Ingreso del Indec procesados por ExQuanti, entre 2017 y 2023, los ocupados perdieron –en términos reales- 24,57% de sus ingresos. El estrato bajo perdió un 29,4%; el medio, 26,7% y el alto, 24,5%.
Para los asalariados es la misma historia. Sus sueldos cayeron en ese mismo período un 23,4%. Los estratos bajos sufrieron más: tuvieron una merma de 28,5%; los medios, de 25%; y los más altos, de 19,6%. En todos los períodos, se desplomaron: con la corrida del macrismo (este fue el período con mayores ajustes), con Alberto Fernández, Cristina Kirchner y la trágica cuarentena oficial, y con Sergio Massa al timón.
En ese marco llegó Milei y el recién nacido La Libertad Avanza. Asumió con una economía ya en caída, inflación triplicándose, reservas por más de US$11.000 millones negativas en el Banco Central (BCRA), un déficit que los libertarios sitúan en 15 puntos del PBI, una deuda creciente –comercial y financiera- precios distorsionados –del dólar, las tarifas de servicios y de otros cientos de bienes y servicios-, pero sobre todo con la cristalización de una figura trágica para el país (y el peronismo): el ocupado pobre. Aquel al que un solo sueldo ya no le alcanza para traspasar los umbrales oficiales de pobreza delimitados por el Indec.
El último trimestre de 2023, el Gobierno encaró la “normalización”. La devaluación y el sinceramiento, la “motosierra” y la “licuadora” empujaron los límites de la tolerancia social. En ese último trimestre del año, según datos del Indec procesados por ExQuanti, la pobreza llegó a 44,8% (la informada por el instituto la semana pasada es para el semestre, y fue de 41,7%). En esos últimos tres meses de 2023, la indigencia –la pobreza extrema- se disparó a 13,8%. Es el dato oficial trimestral más alto desde que se lanzó la nueva serie de pobreza en 2016. La anterior serie fue falseada primero por Guillermo Moreno y sus “apóstoles” en la intervención del organismo estadístico, y luego dada de baja por Kicillof por “estigmatizante”.
Si se proyecta la población total del país estimada en 46.654.581 personas, la cantidad de pobres a fines del año pasado eran 20.893.923, según ExQuanti. Los indigentes fueron 6.432.878. La Universidad Católica Argentina (UCA) ratificó el cálculo. En el último trimestre, según los datos procesados por Agustín Salvia, la pobreza cerró en 44,8% y la indigencia en 13,8%. Para los expertos de la Universidad Di Tella que siguen el tema de cerca, esta incidencia del cuarto trimestre del año pasado es “muy probablemente” el piso de la tasa de pobreza del semestre octubre 2023-marzo 2024, cuando se verá el impacto de la motosierra.
La normalización
La inflación, pese a que se desacelera desde el pico de fin de año, saltó más de 70% desde diciembre pasado. Con las duras anclas fiscal, monetaria y cambiaria impuestas por el Gobierno, varios analistas estiman que en marzo –incluso siendo un mes estacionalmente muy alto en el año- podría seguirse el rumbo de freno que los precios vienen mostrando. Equilibra, por caso, estima un 13%, levemente por debajo de febrero (13,2%). Econométrica prevé para el mes que pasó un IPC de 11,5%. Siguen siendo, pese a la desaceleración, meses de un alto nivel de inflación (entre los más elevados del mundo).
La contracara es el abrupto freno de la economía, que ya venía desde finales de 2023. De hecho, el último año de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el poder terminó con la actividad cayendo 1,6%. Enero mantuvo ese sendero, con una baja de 1,2%, y se estima que febrero –que podría ser un piso- también. La microeconomía también se enfría: en marzo, los patentamientos de autos cayeron un 30% interanual; el consumo masivo cayó 3,9% en el primer bimestre y la actividad metalúrgica se retrajo un 13,8% en los dos primeros meses del año. Se derrumbaron además la venta de nafta (5,1%), de cemento (21,8%), la producción siderúrgica (8,7%), la vacuna (1,6%), la recaudación (7%), los ingresos de la seguridad social –deflactado, o sea, la masa salarial formal- (24,6%) y los préstamos totales en términos reales (28,1%).
Pese a estos números disruptivos, la imagen de Milei se mantiene alta. Según la consultora Zuban Córdoba, el 42,3% aprueba al libertario. Es el político con mayor imagen positiva del país.
Pese a que es probable que esa percepción comience a desgastarse con el impacto social de las medidas, su adversario político, Axel Kicillof debe gestionar hoy sobre un polvorín. A fines de 2023, según los datos oficiales, los partidos del Gran Buenos Aires –el conurbano- cerraron una pobreza de 48,1%, según ExQuanti. Allí casi la mitad de la población es pobre. La pauperización en el tiempo del aglomerado con mayor cantidad de pobres en el país es dramática. En 2016, la pobreza llegaba al 33,9%. La actual situación es sólo superada por la debacle económica y social que generó la pandemia en la provincia. La pobreza llegó entonces a 54,1%. Es difícil entender por qué Nicolás Kreplak, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, promociona con tanto énfasis un documental sobre ese período en sus redes sociales.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA amplió el abanico sobre lo que pasó en los últimos tres meses del año pasado con relación a la pobreza en todo el país. Su radiografía que surge es dramática. El 63,8% de las personas eran pobres en Gran Resistencia si se toma sólo el último trimestre del año pasado. Le siguen con más de la mitad de su población debajo de esa línea: Concordia (59,4%), Santiago del Estero-La Banda (55,1%), Formosa (52,3%), Gran Santa Fe (52,2%), La Rioja (52%) y Gran La Plata (52%).
Ante esta situación, en el peronismo todo es discordia interna. Apenas conocido el número de pobreza la semana pasada, se desató la guerra de exministros de Alberto y Cristina. “Faltó nafta”, dijo Eduardo De Pedro, exministro del Interior y hombre de La Cámpora, cuestionando la caída de los ingresos durante el gobierno peronista. Le contestó por la red X el extitular de Hacienda, Martín Guzmán. “Durante la gestión Massa, la tasa de pobreza subió 5,2 puntos porcentuales. 1,5 millón de personas cayeron en la pobreza y 1 millón de personas en la indigencia (medido por la EPH). La pobreza en la niñez (0-14 años) subió 7,5 puntos porcentuales en ese período, alcanzando el 58,4%”, escribió. Eso hizo entrar a la contienda a la mano derecha de Massa, Guillermo Michel. “Tu pasantía le salió cara al peronismo”, contestó Michel.
El peronismo está desorientado. Esa es la ventaja inicial para un antisistema como Milei, incluso a pesar de la “licuadora” y “motosierra”. Lo explicó muy bien el politólogo Lucas Romero. “No es que la política no logra descifrar cómo moverse frente a Milei, sino que no logra descifrar cómo moverse frente a una opinión pública que mayoritariamente está enojada con la política. Su problema no es Milei, es el enojo de la gente con los dirigentes”, certificó días atrás el intelectual.