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La vigilancia genética ya es una realidad en China

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PEKÍN — Las autoridades dijeron que era una revisión médica gratuita. Tahir Imin tenía sus dudas.

Extrajeron sangre del hombre musulmán de 38 años, escanearon su rostro, grabaron su voz y tomaron sus huellas digitales. No se molestaron en revisar su ritmo cardiaco ni sus riñones, y rechazaron su petición de ver los resultados.

“Dijeron: ‘No tienes derecho a pedirlos. Si tienes más preguntas, puedes ir a la policía’”, contó Imin.

Imin fue uno de millones de personas que terminaron así dentro de una vasta campaña china de vigilancia y opresión. Como parte de su implementación, los funcionarios chinos están recolectando ADN, y obtuvieron la improbable ayuda académica y corporativa de Estados Unidos para lograrlo.

China quiere hacer a los uigures del país, un grupo étnico de mayoría musulmana, más sumisos al Partido Comunista. Ha detenido hasta a un millón de personas en lo que China llama campamentos de “reeducación, lo que ha despertado denuncias de grupos de derechos humanos y una amenaza de sanciones por parte del gobierno estadounidense de Donald Trump.

Recolectar material genético es parte fundamental de la campaña de China, de acuerdo con grupos de derechos humanos y activistas uigures. Dicen que una base de datos exhaustiva de ADN podría usarse para ir tras cualquier uigur que se resista.

En Estados Unidos y en otros países, las fuerzas policiales usan material genético de familiares para encontrar a sospechosos y resolver crímenes. Los funcionarios chinos, que están construyendo una gran base de datos nacional con muestras de ADN, han citado los beneficios que aportan los estudios genéticos en el combate al crimen.

Para reforzar sus capacidades de análisis de ADN, los científicos afiliados a la policía china utilizaron equipo fabricado por Thermo Fisher, una empresa con sede en Massachusetts. Para compararlo con el ADN del uigur promedio también utilizaron material genético de personas de todo el mundo, el cual fue proporcionado por Kenneth Kidd, un prominente genetista de la Universidad de Yale.

Thermo Fisher anunció el 20 de febrero que ya no vendería su equipo en Sinkiang, la región de China donde transcurre la mayor parte de la campaña para rastrear a los uigures. La compañía dijo por separado en una declaración dirigida a The New York Times que estaba trabajando con funcionarios estadounidenses para averiguar cómo se estaba utilizando su tecnología.

Kidd, el genetista, dijo que no había estado consciente de cómo se estaban utilizando su material y su experiencia. Dijo creer que los científicos chinos estaban actuando dentro de las normas científicas que requieren el consentimiento informado de quienes dan su ADN.

La campaña de China plantea un desafío a la comunidad científica y cómo esta da a conocer sus hallazgos. La campaña depende en parte de las bases de datos de ADN y la tecnología comercial, gran parte de las cuales se fabrican o administran en Estados Unidos. A su vez, los científicos chinos han contribuido con muestras de ADN de personas uigures a una base de datos global, lo cual posiblemente viola las normas científicas de consentimiento.

La cooperación de la comunidad científica global “da legitimidad a este tipo de vigilancia genética”, dijo Mark Munsterhjelm, profesor adjunto en la Universidad de Windsor, en Ontario, quien ha seguido de cerca el uso de la tecnología estadounidense en Sinkiang.

Las muestras de millones

En Sinkiang, en el noroeste de China, el programa era conocido como “Exámenes médicos para todos”.

De 2016 a 2017, casi 36 millones de personas participaron en él, de acuerdo con Xinhua, la agencia noticiosa estatal. Los funcionarios recolectaron muestras de ADN, imágenes de los iris y otros datos personales, de acuerdo con los uigures y los grupos de derechos humanos. No está claro si algunos residentes participaron más de una vez; Sinkiang tiene una población de alrededor de 24,5 millones de habitantes.

En una declaración, el gobierno de Sinkiang negó haber recolectado muestras de ADN como parte de las revisiones médicas gratuitas. Señaló que las máquinas de ADN que fueron traídas por los funcionarios de Sinkiang se destinaron a “uso interno”.

Durante décadas China ha mantenido un control férreo en Sinkiang. En años recientes, ha culpado a los uigures de una serie de ataques terroristas en Sinkiang y en otras regiones de China, entre ellos un incidente de 2013 en el que un conductor golpeó a dos personas en la plaza Tiananmen en Pekín.

A finales de 2016, el Partido Comunista emprendió una campaña para convertir a los uigures y a otros grupos minoritarios de mayoría musulmana en simpatizantes leales. El gobierno encerró a cientos de miles de ellos en lo que llamó campamentos de capacitación laboral, promovidos como una alternativa para salir de la pobreza y  escapar el islam radical. También comenzó a tomar muestras de ADN.

En varios de los casos, la gente no dio sus muestras genéticas de manera voluntaria; para movilizar a los uigures a las revisiones médicas, la policía y grupos les enviaron mensajes de texto o los llamaron para decir que las revisiones eran un requisito, de acuerdo con personas entrevistadas por The New York Times.

“Hubo un elemento coercitivo considerable”, dijo Darren Byler, antropólogo de la Universidad de Washington que estudia la situación de los uigires. “No tuvieron opción”.

Un mercado en Kashgar, Sinkiang. China ha metido a aproximadamente un millón de personas a centros de detención en esa región del occidente del país. Credit Bryan Denton para The New York Times

El trabajo del doctor Kidd

El académico de Yale visitó China por primera vez en 1981 y mantuvo viva su curiosidad por el país. Así que cuando recibió la invitación en 2010 de un viaje todo pagado para visitar Pekín, aceptó.

Kidd, de 77 años, es un personaje destacado en el campo de la genética. El profesor de Yale ha ayudado a que la evidencia de ADN sea aceptada con más frecuencia en los tribunales estadounidenses.

Sus anfitriones chinos tenían sus propios antecedentes en la aplicación de la ley. Eran científicos del Ministerio de Seguridad Pública, que es básicamente la policía de China.

Durante ese viaje en 2010, Kidd conoció a Li Caixia, la principal médico forense del Instituto de Ciencias Forenses del ministerio. La relación profesional se fue estrechando y en diciembre de 2014, Li llegó al laboratorio de Kidd para una visita laboral de once meses. Se llevó algunas muestras de ADN de regreso a China.

“Pensé que estábamos compartiendo muestras para llevar a cabo una investigación colaborativa”, comentó Kidd, quien indicó que no considera la colaboración muy distinta de la que suele tener con laboratorios forenses y policiales de otros lugares. Comentó que los gobiernos necesitan tener acceso a datos sobre minorías para que sean representativos de toda la población.

Kidd no es el único genetista extranjero prominente que ha trabajado con las autoridades chinas. Bruce Budowle, profesor en la Universidad del Norte de Texas, dice en su biografía en línea que “ha servido o está fungiendo” como miembro de un comité académico en el Instituto de Ciencias Forenses del ministerio.

En 2014, los investigadores del ministerio chino publicaron un artículo sobre un método para que los científicos puedan distinguir a un grupo étnico de otro. Citaron como ejemplo la posibilidad de distinguir entre uigures e indios. Los autores dijeron que utilizaron cuarenta muestras de ADN tomadas de uigures en China y muestras de otros grupos étnicos del laboratorio de Kidd en Yale.

En solicitudes de patentes presentadas en China en 2013 y 2017, los investigadores del ministerio describieron maneras de clasificar a las personas según su etnia al examinar su conformación genética. Tomaron material genético de uigures y lo compararon con ADN de otros grupos étnicos. En la solicitud de 2017, los investigadores explicaron que su sistema ayudaría a “inferir el origen geográfico de los sospechosos en escenas del crimen a partir del ADN “.

Para las comparaciones entre grupos usaron muestras de ADN proporcionadas por el laboratorio de Kidd, de acuerdo con la solicitud de 2017. También usaron muestras del 1000 Genomes Project, un catálogo público de genes de todo el mundo.

Los investigadores del gobierno chino también contribuyeron los datos de 2143 uigures a la Allele Frequency Database, una plataforma de búsqueda en línea dirigida por Kidd que fue financiada parcialmente por el Departamento de Justicia de Estados Unidos hasta 2018. La base de datos, conocida como ALFRED, contiene datos de ADN de más de 700 poblaciones en todo el mundo.

Este intercambio de datos podría violar las normas científicas del consentimiento informado debido a que no está claro si los uigures ofrecieron sus muestras de ADN voluntariamente a las autoridades chinas, dijo Arthur Caplan, director fundador de la división de ética médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. Dijo que “nadie debe estar en una base de datos sin su consentimiento expreso”.

Tahir Hamut, uigur que ahora vive en Virginia, Estados Unidos, y cuya sangre fue tomada como muestra por la policía en Sinkiang dice que a los uigures no les pidieron consentimiento para ello. Credit Kate Warren para The New York Times

El rol de las máquinas

En 2015, Kidd y Budowle hablaron en una conferencia de genómica en la ciudad china de Xi’an. La conferencia fue financiada en parte por Thermo Fisher, compañía que ha sido criticada por sus ventas de equipo en China, e Illumina, una empresa de San Diego que fabrica instrumentos de secuenciación del ADN. Illumina no respondió a las solicitudes para hacer comentarios.

China está aumentando el gasto en atención e investigación en materia de salud. El mercado chino de equipos de secuenciación genética y otras tecnologías alcanzó un valor de 1000 millones de dólares en 2017; eso podría aumentar a más del doble en cinco años, de acuerdo con la firma CCID Consulting. Sin embargo, las regulaciones del mercado chino no se aplican de manera estricta y no siempre queda claro adónde va dirigido el equipo o qué uso se le da.

Thermo Fisher vende desde instrumentos de laboratorio hasta equipos de pruebas forenses de ADN y máquinas de mapeo de ADN, lo cual ayuda a los científicos a descifrar la etnia de una persona e identificar enfermedades a los que la persona es particularmente vulnerable. China estuvo detrás del diez por ciento de los ingresos en 2017 de Thermo Fisher, con ganancias totales por 20.900 millones de dólares de acuerdo con el informe anual de la compañía, que tiene a casi 5000 personas empleadas en China.

En febrero de 2013, seis investigadores del ministerio dijeron que la marca Applied Biosystems de Thermo Fisher, así como otras compañías, ayudaron a analizar muestras de ADN de personas han, uigures y tibetanas en China, de acuerdo con una solicitud de patente. Los investigadores dijeron que entender cómo diferenciar ese tipo de muestras de ADN era necesario para combatir el terrorismo “porque esos casos se estaban volviendo más difíciles de abordar”.

Los investigadores dijeron que habían obtenido 95 muestras de ADN de uigures, algunas de las cuales fueron entregadas por la policía. Dijeron que otras muestras fueron proporcionadas por uigures de manera voluntaria.

Ahora Thermo Fisher dijo que dejaría de vender su equipo en Sinkiang, una decisión que, señaló, iba “acorde con los valores, el código ético y las políticas de Thermo Fisher”.

Los grupos de defensa de derechos humanos celebraron esa decisión, pero agregaron que el flujo de equipo e información desde Estados Unidos hacia China debería estar mejor monitoreado para que las autoridades no puedan darle usos como el de identificar a los uigures en Sinkiang.

“Es un paso importante y uno espera que utilicen el lenguaje de su propio comunicado sobre códigos éticos a su actividad comercial en toda China y que otras empresas revisen sus ventas y operaciones, sobre todo respecto a Sinkiang”, dijo Sophie Richardson, directora en China de Human Rights Watch.

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