La voltereta de Nicolás
Alguien le aconsejó a Nicolás Maduro que actuara con más pragmatismo en el caso de la guerra de Rusia con Ucrania, o al menos eso se puede intuir de las declaraciones que dio el lunes en la noche al respecto. Tampoco es tan difícil darse cuenta de que por necedad se va a perder el negocio del petróleo con un precio que le debe haber hecho temblar el bolsillo de la emoción.
“Por la información que manejamos, con mucha sinceridad y con el deseo de paz en el mundo, tenemos que expresar que estamos muy preocupados por la posibilidad de una guerra mayor en Europa tras el conflicto en Ucrania. Hemos expresado la preocupación porque se pueda constituir una tercera guerra mundial y el impacto brutal en el precio del gas, petróleo, fertilizantes, transporte, barcos, fletes, inseguridad”. Después de haber dicho que apoyaba a Vladimir Putin hasta el final y que ponía a la orden el territorio venezolano para lo que necesitara, sale con que le angustia la posibilidad de una conflagración mayor.
Dos puntos importantes tiene este “cambio” de interpretación que hace el presidente chavista. Ya se dijo que el precio del petróleo debe haberlo engolosinado, pues hace tiempo que no entran al país tanta cantidad de dólares por producto de exportación de crudo. Pero es obvio que con las sanciones que tiene Pdvsa encima no puede hacer mucho. Por eso se entiende que hayan sido sus lobistas los que pidieron la reunión de alto nivel con representantes de Estados Unidos.
No hay manera de pescar en el río que ha revuelto el sanguinario de Putin si sigue peleado con Washington, alguien debió decírselo porque tal parece que no se dio cuenta al principio cuando vociferaba a favor de Rusia. Y de paso, si se libera la empresa petrolera venezolana, podrían de una vez aprovechar y suavizarles el castigo tanto a Maduro como a sus amigotes, y todos tan contentos.
Al mismo tiempo, en esas palabras lo afirma sin tapujos, no hay quien pague todo lo que tiene que importar ni los fletes de los barcos que Irán enmascara para mandar gasolina a Venezuela, así que esa parte del negocio se le dificultará bastante. Por donde lo vea, tenía que darle una vuelta a su discurso para poder seguir atornillado en Miraflores.
Volver a México, a la mesa de negociaciones, es la muestra de “buena voluntad” que le ofrece al gobierno estadounidense a ver si mata varios pájaros de un solo tiro. Total, su equipo encabezado por el psiquiatra es bastante hábil en hablar sin decir ni acordar nada y mientras eso pasa, ellos pueden conseguir el ansiado levantamiento de las sanciones.
Sin embargo, es imposible que Estados Unidos no sepa que las instalaciones petroleras de Pdvsa no pueden ayudar mucho, ni siquiera para suplir el 8% de crudo que le compran a Rusia. Todo está en el suelo, así que no es precisamente un salvavidas en este caso. Eso lo sabe Maduro, pero, como se dijo antes, el pragmatismo (debe ser cubano) lo ha podido llevar a ofrecer villas y castillas.
Quién sabe cómo termine esta novela que acaban de estrenar en Miraflores. El jefe de la delegación chavista en México es bueno escribiendo ficción (o mentiras), pero Estados Unidos es muy difícil de engañar.