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Lang Lang: «La música clásica es la que mejor encaja con la nueva normalidad»

No es solo un virtuoso; también es un ‘showman’ con legiones de fans, algo que a menudo escuece a los puristas y que a él, desde luego, no lo preocupa. Tras estar un año alejado de los escenarios por una lesión en el brazo izquierdo, hablamos con el célebre pianista chino sobre su nuevo disco -el más complejo y ambicioso de su carrera, asegura- y sobre el futuro y la salud de la música en tiempos de pandemia. Por Ixone Díaz Landaluce / Foto: Olaf Heine

 

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La leyenda de Lang Lang (Shenyang, China, 1982) está a la altura del estatus que lo distingue como el pianista más famoso del mundo. Cuando apenas tenía 2 años, sus padres le compraron su primer piano y suele contar que un episodio de Tom y Jerry -en el que el gato trataba de tocar una pieza del compositor austrohúngaro Franz Liszt- fue su primera epifanía musical. Con 5 años, daba conciertos y, con 9, su padre dejó su trabajo de policía para mudarse con él a Shanghái. El plan estaba claro: quería que su hijo se convirtiera en el mejor pianista de China. Su madre les enviaba el poco dinero que ganaba trabajando como teleoperadora para pagar el humilde piso compartido (e infestado de ratones) en el que vivían. Pero cuando una profesora le dijo que carecía de talento para la música, su padre lo invitó a suicidarse por no practicar lo suficiente. Primero, le ofreció un bote de pastillas. Después, le sugirió que se tirara por la ventana.

Durante meses, Lang Lang se negó a tocar, pero cuando recuperó la ilusión (e hizo las paces con su padre, al que no guarda rencor porque, dice, «lo había perdido todo y su único tesoro era el talento de su hijo») logró una beca para estudiar en el conservatorio más prestigioso de China. Más tarde se mudó a Estados Unidos para continuar con su formación y con 17 años saltó al estrellato tras sustituir al famoso pianista André Watts durante un concierto en Chicago. Desde entonces no ha parado: además de tocar en los mejores auditorios del mundo, de actuar en las Olimpiadas de Pekín o en la ceremonia de entrega de los Nobel, ha colaborado con artistas de todos los palos (desde Pharrell Williams hasta Metallica) y multinacionales de distintos sectores (desde Adidas a Google). Tenía dos grandes giras previstas para 2020, pero desde que estalló la crisis sanitaria está en su casa de Shanghái.

XLSemanal. ¿A qué se dedica un pianista cuando no puede subirse al escenario?

Lang Lang. En primer lugar, he tratado de mantenerme sano. Esa ha sido mi prioridad en los últimos meses. He aprovechado para pasar más tiempo con mi familia y sobre todo no he parado de practicar nuevos repertorios, piezas que no había tocado nunca… Psicológicamente, lo más duro ha sido no poder tocar delante de un auditorio lleno de gente.

XL. La industria cultural es una de las más golpeadas por la crisis. ¿Es optimista acerca de la recuperación?

L.L. Mi esperanza es que el año que viene podamos volver poco a poco. Al menos, la música clásica encaja mejor con la nueva normalidad. Para otros géneros, como el rock o el pop, que mueven a mucha más gente, será más complicado.

“Cuento lo de la profesora que me dijo que carecía de talento musical porque tiene moraleja: nadie puede detenerte o arrebatarte tu amor por la música. ¡Nadie!”

XL. En su nuevo disco interpreta las Variaciones Goldberg. Esta obra, que Bach compuso en 1741, se suele conocer como el ‘Everest musical’. ¿Por qué?

L.L. Es una pieza muy larga que no solo requiere tocar desde las emociones, sino que implica un proceso mental complejo, incluso para un músico experimentado y maduro. Todas las decisiones que tomas deben tener un sentido. Nunca he pasado tanto tiempo trabajando en una sola obra, haciendo anotaciones hasta en cuatro partituras diferentes… Son piezas que se compusieron hace 300 años. Es casi como construir una máquina del tiempo.

XL. Grabó una de las piezas del disco en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, donde está enterrado Bach. Vaya presión, ¿no?

L.L. Fue muy emocionante, pero la verdad es que tenía mucho miedo. No paraba de pensar que, si cometía algún error, me escucharía y le dolería en el alma [se ríe]. Ese es el lugar en el que Bach pasó cada día de su vida desde los 38 años hasta su muerte, a los 65. Allí mismo es donde componía sus piezas.

XL. ¿Qué hace de usted un pianista especial? Para algunos, el mejor del mundo.

L.L. Yo nunca he pensado en el piano como en un instrumento, para mí tiene una esencia casi humana. A veces ves a pianistas maravillosos tocando su piano, pero es evidente que hay una inmensa distancia entre ellos. Pero, cuando yo empiezo a tocar, mi piano y yo somos uno.

“Creo firmemente que la música es la mejor forma de comunicación entre las personas. Es un lenguaje capaz de superar fronteras”

XL. Empezó a tocar con 3 años y con 5 dio su primer recital. ¿Qué recuerda de aquellos inicios?

L.L. Que me encantaba estar sobre el escenario. Incluso con 5 años lo disfrutaba muchísimo. Supongo que, como dicen, fui un niño prodigio.

 

Lang Lang: "La música clásica es la que mejor encaja con la nueva normalidad" 2

Lang Lang, sentado al piano en su infancia. De pequeño, recibió una muy férrea educación musical

 

XL. En su biografía contó la terrible presión de su padre sobre usted en su infancia. Lo invitó incluso a suicidarse tras un mal resultado académico. ¿Era necesaria una disciplina tan brutal para llegar adonde ha llegado?

L.L. No lo sé. Es muy difícil saber qué tipo de pianista hubiera sido si no hubiera trabajado tan duro. Hay una parte, la del esfuerzo, que es absolutamente necesaria. Tienes que practicar muchísimo. Pero también es fundamental elegir la dirección adecuada. A veces todo depende de una sola decisión y, si aprietas el botón equivocado, todo cambia inexorablemente. Y mi padre, además de empujarme mucho y de tratarme con dureza, me ayudó a encontrar las puertas adecuadas y a abrirlas. Por eso creo que sin él nunca hubiera llegado adonde estoy.

XL. Cuando tenía 9 años, una profesora le dijo que «carecía de talento musical». Vaya oído…

L.L. Siempre me gusta contar esa historia porque tiene moraleja. Suelo decirles a los estudiantes: «Si alguna vez alguien te dice que no tienes talento, no lo escuches». Yo solo era un niño y aquella profesora destrozó mis sentimientos y mi amor por el piano. No toqué durante meses. Pero, aunque duele, sobrevives. Lo importante es que nadie te detenga o te arrebate tu amor por la música. Nadie tiene derecho a hacerlo. ¡Nadie!

XL. ¿Y cuántas veces se ha acordado de aquella profesora al recibir una ovación?

L.L. Esas cosas hay que saber perdonarlas. El odio no es ni positivo ni sano. Si no, sería yo quien tendría que convivir con un lado oscuro. Y no merece la pena. Así que no, no pienso en ella al recibir una ovación.

Se estima que más de 40 millones de niños chinos han empezado a tocar el piano por él.

XL. Todos los niños, dice, deberían tener acceso a la educación musical y dirige una fundación dedicada a ello. ¿Por qué es tan fundamental?

L.L. Creo firmemente en que la música es la mejor forma de comunicación entre las personas. Es un lenguaje capaz de superar fronteras y de combatir las actitudes más negativas.

XL. Pues su ‘evangelización’, al parecer, está funcionando. Se estima que el llamado ‘efecto Lang Lang’ ha hecho que más de 40 millones de niños chinos hayan empezado a tocar el piano…

L.L. Me hace muy feliz. No todo en la vida puede ser ganar dinero y estar en el lugar adecuado en el momento justo. El mundo es un lugar demasiado frenético. Y la música nos transporta de nuevo a nuestra esencia, es una manera sincera de conectar con otros sin todos los demás estímulos complejos que nos rodean.

XL. Su estilo, entre estrella de la música clásica e ídolo de masas pop, ha despertado algunas suspicacias en su sector. ¿Qué tal lleva las críticas?

L.L. Cada persona debería poder tener su propia opinión sobre lo que es el arte y expresarla. Esto no es un deporte, donde se te juzga por si eres el más rápido o por cuántos goles has metido. En mi oficio, todo el mundo tiene una opinión diferente sobre cómo debería sonar Shostakóvich o Bach. Unas veces recibes buenas críticas y otras no. Pero no me molesta. No pasa nada.

 

Lang Lang: "La música clásica es la que mejor encaja con la nueva normalidad" 1

El pianista en la actualidad, en el punto más alto de su carrera. Foto: Stefan Hoederath

 

XL. ¿Sobran puristas en su industria?

L.L. Yo no estoy en contra de los puristas. De hecho, me parecen necesarios. Creo que tiene que haber personas que actúen de guardianes de las esencias, que se encarguen de proteger ciertos tipos de arte. La música clásica tiene una gran tradición y yo no quiero romperla. Esa jamás ha sido mi intención.

XL. Pero ha tocado con Metallica, ha colaborado con Google o YouTube, ha interpretado bandas sonoras para videojuegos…

L.L. Lo que yo quiero es ensanchar el público al que llega la música clásica. Atraer a las generaciones más jóvenes. Pero, aunque me gusta aprender y tocar nuevos estilos, cuando interpreto a Chopin o a Bach, regreso a ese mundo clásico y me siento en casa.

“Los conciertos volverán. Son una experiencia que ahora apreciamos incluso más. No creo en absoluto que esto sea el último clavo en su ataúd”

XL. De vez en cuando, alguien cuestiona la supervivencia de la música clásica. Sin embargo, durante la pandemia los servicios de streaming han registrado récords históricos de reproducciones. ¿Goza su género de buena salud?

L.L. Yo soy optimista y creo que a partir de ahora la gente tendrá más hambre de música clásica que nunca. Y lo mismo pasa con los conciertos, que son una experiencia que hoy apreciamos más que antes. Estoy convencido por eso de que volverán. No creo en absoluto que esto vaya a ser el último clavo en el ataúd.

XL. En 2019 se casó con la también pianista Gina Alice Redlinger. ¿Compartir oficio hace más fácil la convivencia para un artista?

L.L. En realidad, no. La profesión es algo accesorio. La personalidad o la conexión personal son ingredientes mucho más importantes. En este caso, nos alimentamos mutuamente, pero eso no tiene que ver con que sea pianista. En el contexto de nuestra relación, eso no significa nada.

XL. Siempre ha admitido que componer sus propias melodías le resulta difícil. ¿Lo considera una asignatura pendiente?

L.L. Algunas veces improviso al piano y escribo pequeñas piezas. Me encantaría poder escribir mejor y espero poder hacerlo algún día. Pero desde el principio de mi carrera mi idea nunca fue ser compositor. Si finalmente algún día lo consigo, me sentiré muy orgulloso, pero, si no, no pasa nada. Estoy contento y orgulloso de lo que soy capaz de hacer [se ríe].

XL. En este clima de incertidumbre global, ¿qué es lo que más le preocupa cuando ve las noticias?

L.L. Solo espero que la vacuna esté lista cuanto antes, porque eso será lo único que nos hará volver a sentir seguros. De momento, no podemos hacer demasiado. Pero no puedes impedir que la gente salga a la calle. El equilibrio entre seguridad y libertad es muy complicado.

XL. Vive y trabaja entre China y Estados Unidos. La tensión geopolítica entre las dos potencias ha ido creciendo por la pandemia. ¿Le preocupa esta escalada?

L.L. Es una situación triste, muy triste. Espero que los dos países encuentren formas de trabajar y colaborar del mejor modo posible. Eso es todo cuanto puedo decir sobre eso.

XL. Tenía varios conciertos previstos en nuestro país. ¿Qué tipo de público es el español?

L.L. Muy apasionado. Para ustedes, la música es casi como la comida y el vino. Lo viven con muchísima intensidad. Y los conciertos empiezan muy tarde, así que, cuando actúo en España, ¡siempre tengo que echarme la siesta! [Ríe]. Y, después, me voy de cena, como jamón… Estoy deseando volver a España.

 

 

 

 

 

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