Las 10 victorias del Presidente Maduro en 2016, según un intelectual socialista
Ignacio Ramonet escribió hace poco un artículo pomposamente titulado “Las Diez victorias del presidente Maduro en 2016”. Sí, amigo lector, usted leyó bien. El asombro inicial llega a niveles exorbitantes cuando se lee su contenido; pero comenzando por el inicio, respondamos primero ¿quién es Ignacio Ramonet?
Nacido en Redondela (Galicia), en 1943, e hijo de republicanos españoles que huían del franquismo, fue criado en Tánger. Estudió en la Universidad de Burdeos, trasladándose a París en 1972, donde se desempeñó como periodista y crítico de cine, mientras le seguía dando a lo académico: doctor en semiología e historia de la cultura y catedrático de teoría de la comunicación, se ha vendido asimismo como experto en geopolítica y estrategia internacional. Dirigió hasta 2008 Le Monde Diplomatique, y también la versión en español.
Podría decirse que nuestro profesor estableció una clara división del trabajo: en Europa fundamentalmente la academia y el periodismo, y en América Latina la labor en la izquierda transnacional, siendo uno de los promotores del Foro Social Mundial de Porto Alegre, así como autor de entrevistas y biografías sobre Fidel Castro y Hugo Chávez, a quienes admira profundamente.
Entrando de lleno en el análisis de la nota, lo primero a destacar es que Ramonet practica fervorosamente ese estilo discursivo basado en las generalizaciones y las etiquetas hacia los adversarios: así, la oposición venezolana es “neoliberal” (ignorando el componente plural en lo ideológico de los partidos que conforman la MUD, desde la izquierda, pasando luego por partidos socialdemócratas, democristianos, etc.); es asimismo “contrarrevolucionaria” y “conspiradora”. Nada original, claro, es el lenguaje que los castristas y sus acólitos practican desde hace medio siglo. La oposición sería vanguardia, con apoyo exterior, de una “guerra mediática” contra la revolución chavista.
Algo significativo de la nota es que Ramonet se queja de lo que precisamente él intenta realizar con su escrito; textualmente afirma: “Esta atmosfera de agresivo y permanente acoso mediático produce una insidiosa desinformación sobre Venezuela que confunde hasta a muchos amigos de la revolución bolivariana. En particular porque, en esta era de la ‘post-verdad’, la práctica de la mentira, del fraude intelectual y del engaño descarado no es sancionado por ninguna consecuencia negativa, ni en términos de credibilidad, ni de imagen. Todo vale, todo sirve en esta ‘era del relativismo post-factual’, y ni siquiera los hechos o los datos más objetivos son tomados en consideración.”
Entrando en materia: su actual héroe, Nicolás Maduro, “renovó legalmente a los miembros del Tribunal Supremo”, mientras que “por sus propios errores, la Asamblea no solo no consiguió legislar, ni controlar al gobierno, sino que, como lo reconocen prestigiosos especialistas en derecho constitucional, se anuló a si misma, dilapidó su poder y se auto-disolvió. Esta fue la primera gran victoria de Nicolás Maduro en 2016.” Habrá que preguntarle cuáles son esos “prestigiosos especialistas en derecho constitucional” que justifican el golpe de Estado por etapas ejecutado por Maduro y su TSJ contra la Asamblea Nacional.
Afirma asimismo nuestro articulista que la oposición ignoró los requisitos legales para convocar el referendo revocatorio cuando en realidad sucedió lo contrario, fue el gobierno el que violó la constitución y las leyes respectivas. Según él -y sin mencionar pruebas-, la MUD realizó sabotajes al sistema eléctrico del país, ya afectado por el fenómeno de El Niño (excusa regular del gobierno para justificar la realidad, que en estos 17 años de chavismo no se ha hecho ninguna inversión importante, ya que en esa área es precisamente donde al parecer se han realizado algunos de las mayores negociados, corruptelas y sobreprecios de un gobierno que sin duda alguna es el más corrupto de nuestra historia desde el indio Guaicaipuro hasta hoy).
El triunfante Maduro, según su cheerleader europeo, actuó con celeridad y ha logrado un inmenso apoyo popular gracias a sus audaces medidas, como por ejemplo “la sustitución de millones de bombillos incandescentes por ahorradores”, y “el reemplazo de los viejos acondicionadores de aire por otros de nueva tecnología ahorradora”. Como si el pueblo supiera lo que es un aparato de aire acondicionado.
Ramonet –con todo y sus diversos títulos académicos- miente descaradamente, torturando la verdad –así como el gobierno tortura opositores, pero nuestro profesor ni siquiera se preocupa por el tema de los derechos humanos- de forma absolutamente irresponsable e inmoral, cuando afirma que la horrorosa escasez alimentaria se debe a que los grandes logros alcanzados por la revolución en la materia han hecho que la producción nacional –en realidad desaparecida y destruida por Chávez y Maduro- sea insuficiente para cubrir la creciente demanda. Pero en 2017, las medidas de Maduro, que han vencido el desabastecimiento, “garantizarán la alimentación del pueblo”. En una olimpiada de cinismo este señor académico ganaría medalla de oro.
Miente descaradamente, asimismo, cuando afirma que el gobierno “dedica tres cuartas del presupuesto a la inversión social” (es en la actualidad ¡el primer país del planeta en esa materia!), obviando los niños, ancianos y enfermos graves que están falleciendo por falta de medicinas, o las desastrosas condiciones en que se encuentran los hospitales públicos. Las palabras de Ramonet son sencillamente una burla cruel. Menciona también los supuestos avances de la Misión Vivienda, cuando la verdad es que el gobierno se opuso rabiosamente a la decisión de la mayoría democrática en la Asamblea Nacional de otorgarle el título de propiedad de la vivienda a sus beneficiarios; para el gobierno lo importante es el chantaje electoral e inhumano que significa la amenaza –que el propio Maduro ha hecho varias veces- de que les quitarán las viviendas a quienes voten a favor de la oposición.
No menciona Ramonet, sin embargo, la espantosa inflación, ya convertida en híper, superando el 800%, y con gran ventaja la más alta del planeta; la caída en un 23% del PIB así como de las reservas internacionales; el déficit fiscal de 22% del PIB; la astronómica deuda pública; la destrucción y endeudamiento de Petróleos de Venezuela (PDVSA); la creciente emigración ciudadana, en especial de jóvenes profesionales en busca de oportunidades que la revolución de Ramonet y sus panas les niega; las cada vez mayores cifras de asesinatos –que ubican a Caracas entre las ciudades más violentas del planeta-; la cada vez menos libre prensa privada, acosada por un gobierno que controla el suministro de papel (decenas de periódicos han cerrado por esta causa), o las denuncias de corrupción generalizada, que alcanzan incluso a la familia presidencial.
Por último, destaca como un supuesto éxito la XVII Cumbre de los Países No Alineados, realizada en Margarita. Es obvio que para cualquier analista imparcial fue un rotundo fracaso de convocatoria y de resultados.
Finalmente: ¿Cómo juzgar la talla ética de Ramonet? Basta con mencionar la oración final con la que concluye su escandalosa nota: “el Presidente Nicolás Maduro, sorteando todos los escollos, todas las trampas y todas las dificultades, ha demostrado su talla excepcional de hombre de Estado. Y de líder indestructible de la revolución bolivariana.”
Recordando un artículo también reciente de Moisés Naím, Ramonet es un egregio practicante de la “normalización de la mentira”. En ello, está en la misma liga de, por ejemplo, un Donald Trump, o un Raúl Castro.
La realidad es que desde que Hugo Chávez apareciera en sociedad un hecho característico fue su búsqueda de nuevos clarividentes del pasado autoritario, anunciadores del Mesías en uniforme, náufragos de utopías fracasadas, piaches de medicinas milagrosas para curar todo tipo de males latinoamericanos. Ignacio Ramonet es un egregio exponente de esta irresponsable superchería intelectual, de este socialismo geriátrico, tan falso y fracasado como cuando era joven y lozano. Un estafador con alma mercenaria que –como otros europeos con muchos títulos pero pocos méritos- “hizo la América” vendiendo pócimas ideológicas a ignorantes como Chávez y Maduro y su régimen de odio, pólvora y muerte.
No hay categoría comparativa de análisis ni informe internacional serio en materia de democracia, libertad económica, competitividad o derechos humanos, donde Venezuela -debido a la catástrofe ética, social y económica que ha significado el chavismo- no compita hoy por los últimos lugares, con países como Zimbabue, o nuestra vecina Haití.
En Venezuela estamos sufriendo desventuras causadas por un poder convertido en expresión de pensamiento único, botín de líder mesiánico, explosión totalitaria que oscurece la condición humana y burocratiza todo lo que toca. Imágenes diarias que recuerdan por ejemplo, la terrible metáfora histórica que nos dejara otro escritor, George Orwell, en su Animal Farm, “La Granja Animal.” Orwell, a diferencia de Ignacio Ramonet, sí fue un intelectual comprometido con la verdad y con la libertad. Y dio testimonio personal en esa atroz guerra, la civil española, que obligó a emigrar a los padres del hoy defensor de tiranos Ignacio Ramonet, auténtico lacayo, con más bostezos que ideas, y quien olvida que, como afirmara Hannah Arendt, hacer política es hacer humanidad, y que la primera y principal categoría política es la libertad.