Las alarmantes tendencias de la libertad en América Latina
En los últimos cuarenta años, la región ha sido protagonista de varios procesos políticos que fueron comunes entre los países: desde las dictaduras y los regímenes burocrático-autoritarios de los años sesenta y setenta, pasando por la tercera ola de democratización durante la década del ochenta, a las democracias iliberales en los noventa y la marea rosa de los 2000. Cada una de estas etapas se ve claramente definida en los informes de Libertad en el Mundo que publica Freedom House, que muestran los momentos de auge y de caída de los regímenes democráticos.
La primera de estas etapas coincide con los primeros años de la publicación del índice y se extiende hasta aproximadamente mediados de los años ochenta. En este periodo hubo un predominio de regímenes autoritarios o iliberales a lo largo de la región. A mediados de los setenta se verificó el mínimo de regímenes democráticos del que se tiene registro, con solo tres de ellos: Costa Rica (que siempre ha estado entre aquellos con mayor respeto hacia los derechos civiles y las libertades políticas), Colombia y Venezuela. La mayor cantidad de parcialmente libres se encontraban en Centroamérica y el Caribe en este período (como eran los casos de Guatemala, El Salvador o el México priista), si bien también en esta región estaban las peores dictaduras, según Freedom House (como Panamá, Haití o Cuba). En Sudamérica, el escenario era abismal: con la excepción de Colombia y Venezuela, el resto del subcontinente se hallaba bajo gobiernos dictatoriales de algún tipo: desde el de Jorge Rafael Videla en Argentina, Augusto Pinochet en Chile, Alfredo Stroessner en Paraguay (que estaba hacía más de treinta años en esa posición), a los regímenes militares en Uruguay, Perú y Brasil.
Todo esto cambia drásticamente entre fines de los setenta y principios de los ochenta, comenzando con Ecuador en 1979, siguiendo con Bolivia en 1981, y luego Argentina, Uruguay y Brasil, iniciaron la llamada tercera ola de democratización en América Latina. Este fue el momento de mayor expansión de las democracias en la región, pasando de solo tres en 1976 a 11 en menos de una década. Esta fue la época de líderes como Raúl Alfonsín, Julio María Sanguinetti y José Sarney en el Cono Sur. A su vez, en esta década, los regímenes no libres cayeron de siete a solo uno (la eterna dictadura de Cuba). Para el momento en el que se publicó el informe de 1986, no solo había caído la cantidad de países no libres sino también la cantidad de parcialmente libres.
Luego, durante la década de los noventa se dio una tendencia diferente: si bien el número de países no libres se mantuvo en uno (Cuba), la cantidad de países libres descendió (situándose entre seis y siete, a mediados de la década), y los aumentaron los países parcialmente libres. Esta tendencia llegó a su pico en el informe de 1996, en el cual había 13 países de esta última categoría, comparados con solo seis países libres. Algunos de los países que cayeron de categoría durante los noventa fueron Ecuador (con la llegada al poder de Abdalá Buracam y su posterior impeachment y reemplazo por Fabián Alarcón), Brasil (luego del impeachment de Collor de Mello, la organización notó la mayor participación de militares en el gobierno y la creciente cantidad de casos de corrupción) y Venezuela (debido a los intentos de golpe al presidente Carlos Andrés Pérez, a quien consideraban un «héroe genuino por su rol en la revolución democrática de su país»).
Luego, con el cambio de milenio, las categorías de la mayoría de los países de la región parecieron estabilizarse. Los países libres eran los más numerosos una vez más, y eran la mitad de toda la región; los países parcialmente libres se encontraban en segundo lugar; y el único no libre seguía siendo Cuba. Este período de mayor estabilidad democrática coincidió también con una bonanza económica en la región debido al boom de las commodities. También coincidió con la llegada de varios gobiernos de izquierda o centroizquierda, que utilizaron estos recursos para ampliar el tamaño del Estado, aunque no siempre de manera responsable.
La situación comenzó a empeorar durante los últimos diez años. Desafortunadamente, ya no se puede decir que los países libres sean la mayoría, y su cantidad parece seguir una tendencia descendente. Si a principios de los 2000 eran diez, hoy son siete los países que respetan plenamente las libertades civiles y los derechos políticos. La cantidad de países parcialmente libres vuelve a ser la de fines de los noventa, y llegaron a ser once los países que estaban en esta situación en 2016.
Quizá lo más preocupante sea el aumento de países no libres, que desde el informe del 2019 se encuentran en su mayor cantidad desde hace 30 años. No es difícil adivinar cuáles son estos países: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Estos últimos dos llegaron recientemente a esta categoría: Venezuela en 2016 y Nicaragua en 2019. Si bien este último ya había experimentado valores como los actuales durante los años ochenta, el caso venezolano es mucho más dramático, ya que solía ser uno de los países más democráticos en la región (desde 1976 a 1980, por ejemplo, tenía el segundo mejor puntaje después de Costa Rica).
Afortunadamente, no todas las tendencias son negativas: Costa Rica, por ejemplo, muestra que es posible mantener un régimen democrático estable en la región, incluso cuando proliferan gobiernos autoritarios: en todos los años de publicación de Libertad en el Mundo hasta 2019, su calificación nunca fue inferior a 1,5. Chile y Uruguay, si bien han tenido gobiernos autoritarios, hoy se encuentran entre las democracias más plenas de la región. Algunas situaciones como estas hacen que la puntuación promedio de los países libres (alrededor de 1,68) sea la mejor de la que se tiene registro en casi cuarenta años.
Publicado en el sitio web de CADAL, el 14 de mayo de 2020