O las bases acaban con Iglesias o Iglesias acabará con Podemos
Iglesias y Montero lanzan un chantaje a las bases que sólo deja dos opciones a Podemos para sobrevivir: pedir la salida de ambos del partido y de las instituciones o caer con ambos.
En una increíble comparecencia conjunta, Pablo Iglesias e Irene Montero han convertido su escandalosa contradicción entre lo que dicen y exigen al resto y lo que hacen ellos en un asunto de las bases de Podemos, a las que se pretende utilizar así de imposible escudo para tratar de camuflar su bochornoso cinismo.
Los principios se tienen o no, pero no se someten a una votación de las bases, rehenes o cómplices de un comportamiento personal que no tiene nada de privado por mucho que a la pareja le moleste que se habla de supuesta intimidad: cuando Iglesias y Montero han llegado a un cargo público criminalizando a la mayor parte de los políticos por sus onerosas retribuciones y su forma de vida y se han situado ellos en una altura moral y estética inalcanzable para el resto; pretender ahora limitar al ámbito privado la compra de una mansión en la Sierra madrileña, con dinero que antes no tenían y han logrado gracias precisamente a la política, es tan absurdo como indignante.
Los principios se tienen o no: someter la compra de una mansión a las bases es un chantaje político inadmisible
Y tratar de camuflar su hipocresía con una consulta a las bases refleja un desnortamiento sin precedentes en las formaciones políticas españolas, amén de un visión caciquil de la gestión del liderazgo de un partido.
Una falsa imagen
Iglesias ha medrado vendiendo una falsa imagen de sí mismo y edificando su éxito sobre la premisa de que comportamientos y decisiones personales como las que él ha adoptado ahora eran indicio, cuando no prueba, del abuso de los políticos de siempre y de la podredumbre del llamado ‘Régimen del 78′.
La critica a la pareja no es por comprar una mansión inalcanzable para el 99% de los españoles, incluyéndoles a ellos mismos antes de aterrizar en una actividad política a la que no llegaban ni para enriquecerse ni para eternizarse. Si no por presentar ese tipo de decisiones, cuando las tomaban otros, en un pecado repudiable sintomático de un exceso contra la gente.
El daño que provoca a Podemos es inmenso, pues pone en solfa el principal pilar de todo su discurso, pero puede ser definitivo si el conjunto del partido sale al rescate de los dos dirigentes apoyándoles en la pintoresca votación.
Si Podemos no pide la marcha de los dos dirigentes, quedará atrapado en la misma mansión de Galapagar
Y es sabido que, por mucho que se apele a la participación y se pretendan socializar las decisiones del partido, en la práctica se ha hecho siempre lo que el secretario general ha querido. Quizá por eso cada vez es inferior la movilización de militantes de Podemos en sus teledirigidos procesos internos.
Deben marcharse
Si queda algo de Podemos en sus bases, visto que el rastro en sus dirigentes es casi ya inexistente, votarán en contra de Iglesias y Montero y ambos deberán dejar sus responsabilidades por completo, tanto en el partido cuanto en las instituciones. Porque de no ser así, la formación en su totalidad quedará invalidada y atrapada, definitivamente, en una mansión en Galapagar que simboliza toda la hipocresía de unos dirigentes que. lejos de ayudar a la gente, se han servido de ella para medrar hasta extremos obscenos.