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Las ‘empanadas de la libertad’: un inesperado desafío al gobierno venezolano

Para algunos venezolanos, las hermanas Hernández se han convertido en unas improbables heroínas políticas, luego de que el gobierno cerró temporalmente su restaurante por atender a una dirigente opositora.

Two people cooking food inside a restaurant.
De izquierda a derecha: Corina Hernández y Nazareth Hernández preparaban empanadas en su restaurante de Corozo Pando, Venezuela. Los recaudadores de impuestos del gobierno aparecieron después de que le sirvieran comida a una líder de la oposición.

Hace poco, un automóvil se detuvo frente a un modesto restaurante en el estado Guárico, en los extensos llanos de Venezuela. El conductor gritó desde detrás del volante: “¿Ustedes son las que el gobierno les cerró el negocio? Quiero una foto con ustedes”.

El hombre bajó del auto a toda velocidad y se acercó a Corina Hernández, de 44 años, una de las propietarias del restaurante. Y se hizo una selfi. “Todos estamos indignados”, le dijo.

Corina y su hermana Elys Hernández se han convertido en unas improbables heroínas políticas, justo cuando Venezuela se encamina a sus elecciones más competitivas en años.

¿Su transgresión? Venderle 14 desayunos y unas empanadas a la principal figura de la oposición del país. La respuesta del gobierno llegó pocas horas después: una orden que obligaba a las hermanas a cerrar temporalmente su negocio.

 

A person holds a plate with two empanadas.

Nazareth Hernández mientras servía empanadas en su restaurante. El negocio ha recibido un amplio apoyo económico y pedidos de comida desde lugares tan lejanos como Alemania.

 

Su caso fue ampliamentecompartido en internet, convirtiéndolas en símbolos de rebeldía para los venezolanos cansados de los dirigentes autoritarios del país. (Desde entonces, las hermanas han conseguido un gran número de seguidores en internetmucho más allá de Venezuela y han rebautizado sus productos como las “empanadas de la libertad”).

Pero su negocio solo es uno de varios que han sentido las represalias del gobierno tras ofrecerle servicios cotidianos a la principal opositora política del presidente Nicolás Maduro, María Corina Machado.

Machado, exlegisladora y una gran crítica de Maduro, ni siquiera es candidata, pero está aprovechando su popularidad para hacer campaña junto y en nombre del principal candidato presidencial de la oposición.

Y dondequiera que vaya durante la campaña, las personas que la ayudan son acosadas por las autoridades. En las últimas semanas, entre las personas afectadas se encuentran seis operadores de equipos de sonido que trabajaban en un mitin, un camionero que recogía suministros en un acto de campaña en Caracas y cuatro hombres con canoas que proporcionaron transporte en una humilde población venezolana.

 

A woman wearing. a black shirt holding bags of fruit.

María Corina Machado mientras compraba frutas durante una parada de campaña el año pasado en Maturín, Venezuela. Machado ha estado haciendo campaña para apoyar al candidato presidencial oficial de la oposición.

 

Algunas personas dijeron en entrevistas que han sido detenidas durante horas, y trasladadas al Helicoide, un notorio centro de detención. A otros les han confiscado equipos y les han cerrado los negocios, quitándole así sus medios de subsistencia.

“Esos días no teníamos para comer”,dijo el camionero Francisco Ecceso, refiriéndose a los 47 días que, según él, su vehículo estuvo retenido por la policía.

Para las figuras de la oposición y los analistas que siguen el declive de la democracia del país en los últimos años, este tipo de persecuciones son señales claras de que el gobierno está buscando nuevas maneras de reprimir a la oposición y mostrar su poder.

Sea cual sea la motivación, existe un consenso generalizado en que la votación prevista para el 28 de julio plantea el mayor desafío electoral a los 11 años de permanencia de Maduro en el poder.

Por primera vez en años, la oposición está unida en torno a una sola figura —María Corina Machado— que cuenta con un amplio apoyo de los votantes. Cuando el gobierno de Maduro le prohibió postularse, su coalición logró que se presentara un sustituto, un exdiplomático de voz suave llamado Edmundo González.

Las encuestas muestran que la mayoría de los venezolanos tiene previsto votar por González, y que están frustrados por el hambre generalizada, la pobreza y los crecientes niveles de migración, que han obligado a las familias a separarse.

Las hermanas Hernández administran su restaurante, Pancho Grill, en la pequeña localidad de Corozo Pando, a cinco horas en coche al sur de Caracas, en una de las zonas más pobres del país. En total, son cinco hermanos Hernández —cuatro hermanas y un hermano—, pero Corina y Elys, regentan el restaurante junto con su tía Nazareth.

 

 

A building sits along the side of a dirt path with a sign in Spanish that says “Pancho Grill Restaurant.’’

Pancho Grill en el estado Guárico. Entre las personas que recientemente han ofrecido su apoyo se encuentra un empresario venezolano, que le envió a la familia Hernández un nuevo letrero para el local.

 

En esta región, tras una crisis económica que comenzó por el año 2015, personas que antes tenían trabajos decentes ahora se ganan la vida buscando chatarra para vender, y las madres han recurrido a la caza de pequeños báquiros, un animal parecido al cerdo, y roedores conocidos localmente como picures, para poder alimentar a sus hijos.

La familia Hernández es dueña de Pancho Grill desde hace 20 años, donde venden desayunos a base de carne, huevos, frijoles y arepas.

Las empanadas, un alimento básico de la dieta venezolana, vienen fritas y crujientes, recién salidas de la sartén, rellenas de queso, carne mechada o pollo y servidas con una generosa ración de salsa de ají dulce —elaborada con el pimiento rojo preferido en el país— al lado.

Su local muestra las cicatrices de la recesión económica: la cocina está cubierta de óxido debido a una gotera en el techo, los frigoríficos están dañados y los prolongados cortes de electricidad hacen que las mujeres Hernández a menudo tengan que trabajar a oscuras.

 

A woman holds food in her left hand while children eat. A woman on the left holds an umbrella holding a small child.

Una familia desayunaba en Pancho Grill. El gobierno acusó al restaurante de no declarar sus ingresos.

A finales de mayo, y en medio de unos actos de campaña, Machado hizo una parada en Pancho Grill con su equipo, y les compró desayunos y posó en varias fotos con la familia Hernández.

Pero la líder de la oposición acababa de marcharse cuando las hermanas recibieron nuevas visitas: dos reguladores fiscales y un Guardia Nacional, quienes les dijeron que iban a cerrar temporalmente el negocio.

Según los funcionarios, las hermanas no llevaban libros de contabilidad ni declaraban sus ingresos, entre otras cosas.

Las hermanas no refutaron estas acusaciones. Pero dijeron que, en sus dos décadas de actividad comercial, nunca habían recibido una visita de la agencia tributaria. Y, en una región donde este tipo de infracciones son habituales, ese día no se inspeccionó a nadie más en el pueblo.

Las autoridades le comunicaron a la familia Hernández que su restaurante estaría cerrado durante 15 días.

 

 

A dog lies on the ground surrounded by green walls and columns.

El cartel de cierre del restaurante de la familia Hernández. Debajo había un mensaje escrito a mano con el lema de la campaña de Machado.

Los representantes de la agencia tributaria no respondieron a un correo electrónico en el que se les pedía que comentaran la situación.

Al principio, las hermanas Hernández estaban desoladas. Pero habían grabado su interacción con los reguladores y se lo enviaron a una de sus hijas. La joven decidió que también podía compartir la experiencia familiar con algunos amigos.

El video se difundió rápidamente por internet y pronto los simpatizantes indignados visitaron el restaurante como si hicieran una peregrinación. Las donaciones aparecieron en la puerta: especias para condimentar los rellenos de las empanadas, un saco de harina de maíz de 15 kilos. Y empezaron a llegar fondos de Colombia, Brasil, México e incluso de Alemania.

Muchas personas hicieron pedidos de empanadas, junto con instrucciones para que la familia las distribuyera entre los lugareños necesitados.

Hace poco, en su restaurante, Corina Hernández comentó que Machado podría haber sido enviada por Dios. Las represalias del gobierno se habían convertido, paradójicamente, en una bendición.

“La vida nos cambió desde que María Corina vino a comprar las empanadas”, dijo. “Todo mejoró”.

Tras el cierre de 15 días, las hermanas reabrieron el restaurante y pagaron una multa de 350 dólares con la ayuda de sus nuevos simpatizantes, dijeron. Hernández dijo que no votaba desde 2006, cuando votó por Hugo Chávez, el predecesor de Maduro. (Maduro fue el candidato elegido por Chávez para sucederle en la presidencia).

Pero dijo que la sanción de las autoridades fiscales la había convencido de que tenía que presentarse el 28 de julio, esta vez para votar por la oposición.

Aunque la familia Hernández ha vuelto al negocio, no todos los que han tenido incidentes con el gobierno han sido tan afortunados.

Los seis operadores de sonido pasaron horas detenidos, aterrorizados ante la posibilidad de que los encerraran durante años, según declaró uno de ellos en una entrevista. En el estado Zulia, en el extremo occidental del país, los hoteles que acogieron al equipo de Machado ahora tienen carteles de “cerrado” en sus puertas.

Los empleados de uno de los hoteles dijeron que el establecimiento perdió mucho dinero tras verse obligado a cancelar las celebraciones de la Primera Comunión previstas en sus dos restaurantes.

A cinco horas en coche al sur de Pancho Grill, en el estado Apure, una canoa de madera que fue confiscada por las autoridades se encuentra boca abajo en una playa junto a un puesto de mando de la Guardia Nacional.

 

 

A boat sits in the water as the sun shines in the distant.

 Un lanchero se preparaba para botar su embarcación en el río Apure. La Guardia Nacional venezolana confiscó una lancha utilizada para transportar a Machado y a su equipo.

 

Días antes, Machado estuvo en la localidad de Puerto Páez, en Apure. Los organizadores locales habían pasado por las calles con megáfonos anunciando su presencia, y la gente del pueblo le pegó globos amarillos a un camión, que más tarde utilizó como plataforma para dirigirse a los votantes. Las calles se llenaron de gente.

Al día siguiente, cuatro barqueros con lanchas motorizadas aceptaron llevar a Machado y a su equipo a su próxima parada de campaña. Las embarcaciones fueron confiscadas poco después, según las entrevistas con tres de los barqueros, y la Guardia Nacional visitó más tarde una de sus casas. Allí, dos guardias le dijeron a la esposa de un barquero que tenían “órdenes de jefes de Caracas” y pretendían detener a su marido.

El hombre no estaba allí, porque se había escondido. Ahora, los lancheros se mueven de casa en casa, durmiendo en un lugar distinto cada noche.

Los representantes de la Guardia Nacional no respondieron a un correo electrónico en el que se les pedían comentarios.

Pero la esposa, que pidió no ser nombrada por miedo a más represalias, dijo que la decisión que tomó su marido de transportar a Machado fue la correcta. “Yo no me arrepiento”, dijo.

“Yo tengo fe en Dios que ella va a ganar”, dijo refiriéndose a Machado, a quien muchos votantes reconocen como la verdadera fuerza política detrás de González, “y que todo va a cambiar”.

 

 

La esposa de uno de los cuatro lancheros, con su hijo. Dijo que no se arrepentía de la decisión de su marido de transportar a Machado.

 

 

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