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Las encuestas avisan al PP: la inercia del descontento no será suficiente para gobernar

Feijóo ha perdido un millón de votos desde julio y el 13% de los que le apoyaron en 2023 se lo está pensando ahora

Las encuestas avisan al PP: la inercia del descontento no será suficiente para gobernar

     Imagen de archivo de Alberto Núñez Feijóo. | EP

 

Al final de La dama de Shanghai, Orson Wells, Rita Hayworth y Everett Sloane (el abogado Bannister) se lían a tiros en la sala de espejos de un parque de atracciones. Los espejos multiplican sus imágenes. Nadie sabe si dispara a los reflejos, todo es confuso. El espectador no tiene claro si ve un personaje o un reflejo. Imágenes y sonidos distorsionados subrayan la escena. Nada es lo que parece. La escena sintetiza una película basada en la tergiversación, la ocultación y la manipulación, como la política española desde el final de la Vuelta ciclista. Parece irreal, pero tiene efectos reales.

Estas notas se basan en los trabajos de campo de Tragsatec para el CIS, no en sus estimaciones. Los trabajos de campo para encuestas políticas tienen distorsiones detectables en el recuerdo de voto, que debiera reflejar el porcentaje de voto sobre censo de cada partido en las elecciones anteriores, pero no suele hacerlo. A partir de ese dato, se pueden hacer estimaciones, que es lo que se publica.

Los últimos trabajos de campo del CIS muestran rupturas profundas en sus series, que se trasladaron a sus asombrosas estimaciones de octubre. La tabla sintetiza lo ocurrido:

 

  • Durante la legislatura, aquí sólo se recoge 2025. El recuerdo de voto del PP ha estado subestimado en estos trabajos de campo. ¿Puede haber ocultación de parte de sus votantes? Podría ser. Pero no puede ser que del 1 al 7 de septiembre el recuerdo de voto del PP fuera el 22,4% y del 8 al 12 el 14,9%, y del 15,5% entre el 1 y el 6 de octubre. Con la intención de voto más simpatía ocurre lo mismo.
  • Con el PSOE es a la inversa: de un recuerdo e intención más simpatía rondando el 25/26% —por encima del 22,1% de su voto real sobre censo— saltó en septiembre y octubre al 33,3% y la I+S al 29,1%.

No son normales estas rupturas en los indicadores de voto de los partidos. Ha ocurrido un cambio en los criterios de selección de la muestra de Tragsatec. ¿Tiene en cuenta el sistema de estimación del voto del CIS estos sesgos en las muestras? No. Dicho con todo respeto a los servicios técnicos del CIS.

¿Estamos ante sociología predictiva? El presidente del CIS, en el último número de la revista Temas, dejó escrito: «Lo más plausible es que en las próximas elecciones generales la alternativa real al PSOE sea Vox y no el PP» (pág. 8). Su análisis coincide con la estrategia del PSOE de llevar el debate a un PSOE vs. extrema derecha y derecha extrema, con el PP subordinado a Vox.

La muestra del barómetro del CIS de octubre-25 está descabalada, pero los subconjuntos dentro de ella son representativos de sus poblaciones. La estadística sirve para reequilibrar las muestras descompensadas. De aquí en adelante nos referiremos a la muestra ajustada.

Nos centraremos en el PP porque es lo más interesante desde el punto de vista de la opinión pública.

En su congreso de julio tuvo un espejismo al coincidir con el calamitoso Comité Federal del PSOE (5 de julio). De lo sucedido desde entonces se deduce que llegó a la conclusión de que todo estaba hecho y sólo tenía que aguardar a las elecciones.

Tal análisis era equivocado. El PP cometió errores en su gestión de la oleada de incendios forestales (Castilla y León, Galicia y Extremadura); saltó después el error en las mamografías en Andalucía —que ha derivado en un debate sobre la sanidad pública— y permanece la herida supurante de Mazón. En ninguno de estos casos sus gobiernos autonómicos han transmitido una comunicación y gestión convincentes.

No consideró que la tenaza Vox-PSOE funcionaríajusto cuando el PSOE estaba débil con las mujeres que lo votan por el impacto de las conversaciones de Ábalos y Koldo y el paso a primer plano de las empresas de la familia de Sánchez, Vox sacó el aborto, y el grupo municipal del PP en Madrid cayó en la trampa, arrastrando a todo el partido a balbucear sobre un tema que ya parecía cerrado. Ocurrió algo parecido en Jumilla con la inmigración. El PSOE lo exprimirá hasta votar una reforma de la ConstituciónEsta mecánica de que Vox acuda en socorro del PSOE para arrinconar al PP se ha repetido varias veces.

Su elección de temas es desafortunada. Se mete en la inmigración, asunto dominado por Vox y que articula a sus votantes, pretendiendo matizar con un pincel (puntos para los inmigrantes, etc.), pero la comunicación política se hace con brochazos. Vox siempre desbordará al PP en este terreno. Centrar el discurso de Feijoo en desgastar a Sánchez tiene sus límites, y es entrar en el terreno que domina el presidente del Gobierno.

Conviene anotar dos cosas por lo que luego se expondrá. Primera: en casi todos los temas, Ayuso actúa como contrapunto de Feijóo (muy estridente en el aborto). Segunda, menudean los análisis críticos con la pasividad de Feijóo, hasta en medios cercanos. El nuevo secretario general del PP debería sacar conclusiones: su cargo implica poner orden en unos aparatos políticos que fallan.

La etapa final de la Vuelta a España introdujo Gaza en la política española. Causó asombro que el presidente del Gobierno literalmente convocara una manifestación a la misma hora, pero en clave de movilización de la izquierda, fue eficaz. El debate sobre Gaza y sus meandros acaparó la atención de los medios, con el PP a contrapié. Con el episodio de la flotilla la extrema izquierda resurgió en la sesión continua de TVE y La Sexta (Colau, Asens, diputados de ERC, Compromís, +Madrid) eclipsando la realidad: la negociación de un armisticio propiciado por Trump y los Estados del Golfo. Los sindicatos se apuntaron a manifestaciones el 16 de octubre, después de que el alto el fuego y de que Hamás retransmitiera las ejecuciones de palestinos de otras facciones. El PSOE no logró capitalizarlo, pero sirvió para reactivar a sus necesarios socios y golpear al PP, refugiado en una esquina del ring en un debate sobre si lo sucedido en Gaza era un genocidio, una masacre o palabra similar.

Como en todo juego de tergiversación y manipulación, la realidad queda deformada o arrinconada: los presupuestos yacen olvidados, la financiación «singular y generalizable» de Cataluña serpentea, el Gobierno demuestra su descoordinación en un debate entre las ministras de Trabajo e Inclusión Social a cuenta de las cuotas de Seguridad Social de los autónomos con marcha atrás en la decisión, el IPC se va al 3%… En la mayoría de la investidura, Podemos y Junts hacen teatro de kabuki como si fueran oposición, Sumar pide el cese de la ministra de Vivienda como si no estuviera en el Consejo de Ministros, el cambio de hora puede convertirse en tema político (ya se sabe que allí donde hay una discrepancia «secundaria» aparece Sánchez). Un juego de espejos.

¿Cómo se refleja esto en la estimación de voto? En la nuestra, a partir del trabajo de campo del CIS, hay cuatro ideas fundamentales:

 

  • El PP pierde un millón largo de votos desde julioDos millones de votantes del centro derecha oscilan entre PP, Vox y la abstención. De momento, se van inclinando hacia Vox, como muestra la tabla de transferencias de voto entre los partidos. El PP cede a Vox 1,3 millones de votos y atrae apenas a 100.000. La brecha se abre mes a mes. Además, el 13,3% de los votantes del PP en 2023 están la indecisión/abstención.

 

  • El PSOE recupera casi medio millón de votos desde julio, sobre todo entre las mujeres. Su problema es que sus votantes son mayores de 55 años, prejubilados y jubilados. El discurso de Sánchez en los últimos días indica que ha detectado los puntos débiles de Feijóo: la referencia a la triple A (Abascal, Ayuso, Aznar) y a «la nada». Cabe suponer que en septiembre el Gobierno hizo un amplio cualitativo que le permite renovar su discurso.
  • Vox mantiene su tónica ascendente; lo empujan las corrientes globales, y los errores ajenos.
  • Sumar y Podemos, pese al esfuerzo del PSOE por insuflarles oxígeno con Gaza, no despegan.

¿Qué ocurre con el PP? Ciñéndonos a los datos que recoge el CIS, Feijóo sufre un acelerado desgaste:

 

 

  • El porcentaje de votantes del PP en 2023 que querrían que Feijóo fuera presidente del Gobierno ha pasado del 42,3% en julio al 37,9% en octubre. El 42,3% de julio no era un buen dato, aunque el PP lo cubrió con “reflejos”: será mejor gobernante que líder de la oposición, hay un liderazgo compartido, etc. Cinco meses más tarde, el problema es inocultable.
  • También desciende Ayuso, lo que indica que la “dualidad” no funciona. Es evidente que Ayuso sobreactúa en el papel que se ha ideado.
  • La valoración de Feijóo en la escala de 1 a 10 según autoubicación ideológica de los votantes desciende en el centro derecha al que necesita atraer:

 

  • Otro indicador, la preferencia como presidente del Gobierno, muestra el desgaste de Feijóo y Ayuso entre julio y octubre. Los problemas de Ayuso tienen que ver con el enredo político de los temas fiscales de su novio y con el desgaste de su forma de estar en política: un partido al que la opinión pública considera el próximo Gobierno no puede emitir una imagen de liderazgo en disputade una forma u otra el PP debe arreglar esto. Ayuso no puede aparecer permanentemente contrapunteando a Feijóo, y debería bajar los decibelios de su discurso, porque no es compartido por un electorado centrista que el PP necesita. Su salida por libre en la declaración del edificio de la puerta del Sol como un espacio en el que sucedieron acontecimientos lúgubres en la historia de España garantiza hostilidad de la izquierda, pero también perder apoyos en el centro. Seguro que podría encontrar una salida más hábil e integradora.

 

En suma, un partido en expectativa de ganar las elecciones no puede sostener una tensión no resuelta sobre su liderazgo. Acceder al Gobierno exige colaboración; en este momento, los votantes del PP no la perciben, y sus potenciales votantes menos. La opinión pública no advierte un liderazgo dual en la misma dirección, sino competitivo.

Otra conclusión es que el modelo de oposición del PP, confiando en la inercia del descontento contra el Gobierno «de corrupción» y apoyado en un discurso frontal contra Sánchez y sus allegados, no es eficaz, sobre todo si no se prevén las respuestas. Sánchez ha detectado los puntos débiles de Feijóo y la dualidad interna del PP.

¿Cómo se traduce esto a escaños? Con este panorama, Vox es el único partido que gana escaños, unos 30, siendo imprescindible su apoyo al PP para gobernar. Para el PP sería una victoria pírrica al mantener más o menos su número de diputados y tendrá que gobernar con Vox, conviviendo mal o bien.

Para Sánchez, sería el mejor resultado que pueda aguardar en octubreel PSOE se aleja de los 100 escaños que dibujaban las encuestas en julio, lo que hubiera provocado movimientos en la dirección del partido. Y la perspectiva de un gobierno PP+Vox tan inestable y paralizado como los que se han ensayado en varias comunidades sería solo un paréntesis.

Las dinámicas son las que son, y tienen inercia. En julio, el PP cometió un serio error de análisis de la situación, tenía la iniciativa y la ha perdido, y tiene un problema de fondo con su aparato político.

 

 

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