Las izquierdas son las que más deberían celebrar la nueva estatua en honor de La Legión
Cientos de hijos de obreros, de campesinos sin tierras, de las clases bajas urbanas salvaron su vida porque un legionario o u moro de Regulares murió en su lugar
El próximo día 8 por fin el alcalde de Madrid inaugura la estatua en homenaje a cien años de historia de La Legión española. Un acto polémico por las protestas de los partidos de izquierdas y los rumores desde el Ministerio de Defensa de que se va a adoptar una política de perfil bajo. ¡Vamos, que no va a ir nadie del Ministerio a la inauguración! Hecho que parecía evidente pero incomprensible históricamente hablando pues nadie debería estar más contento con el nacimiento de La Legión que los partidos, votantes y personas con sensibilidad de izquierdas.
Cuando hace ya más de cien años el entonces teniente coronel Millán Astray propone a los gobiernos de Alfonso XIII la creación de una tropa de soldados profesionales, coloniales, para combatir en la interminable guerra de Marruecos. Tenía tres objetivos. En primer lugar, que España tuviese una fuerza de choque, profesional, muy capacitada que permitiese al Ejército español imponerse en los campos de batalla del norte de África y salir victorioso en todos sus combates. Millán era hijo de un director de prisiones, había vivido colateralmente la vida de la cárcel al tener los directores su vivienda en el interior de las prisiones, por lo que crea el Tercio de Extranjeros para que no solo los aventureros, los soldados de fortuna pueda servir con las armas a España, también para dar una salida vital para aquellos que tenía sus vidas rotas y sin futuro. Millán convirtió a muchos españoles y extranjeros de desechos de la sociedad en Caballeros Legionarios. Pero el tercer motivo es el que debería hacer que las izquierdas venerasen a Millán Astray y a sus legionarios.
El Ejército español era un ejército de reclutas como todos los de su tiempo. Desde la Revolución Francesa, desde la batalla de Valmy, todos los ciudadanos tenían el derecho y el deber de defender a su patria. Para el cumplimiento de esta máxima surgida desde el pensamiento de izquierdas en la Francia revolucionaria, la que guillotinaba reyes y nobles, todos los hombres sanos tenían que pasar por las filas del ejército. Era la forma de ser un verdadero ciudadano.
La guerra colonial de Marruecos, a diferencia de las combatidas por Francia e Inglaterra en su ricos y productivos imperios coloniales, era rechazada por las clases populares españolas que veían ir a sus hijos al matadero de Marruecos para nada. Desde la derrota del Barranco de Lobo, que trajo los sucesos revolucionarios de la Semana Trágica, para los mozos de familia humilde que iban a Marruecos esta guerra era una pesadilla cuando no un certificado de defunción. Una pesadilla real pues, como dijo Berenguer, el Ejército español era un ejército de piojosos, mal vestidos, mal armados y mal comidos. A lo que se unía la belicosidad de los rifeños y su extraordinaria crueldad: capaban a los españoles que caían vivos en sus manos, les introducían sus testículos en la boca y les encendían hogueras sobre sus estómagos aún vivos.
A esto se unía que los hijos de la burguesía, si pagaban podían ser lo que se llamaba soldados de cuota, con dinero reducían su tiempo de servicio y además podían elegir destino y dormir fuera del cuartel. En resumen, si tenías dinero, pasabas la mili en casa, no ibas a Marruecos.
Con el nacimiento del Tercio de Extranjeros, La Legión española, los reclutas que combatían y morían en el Protectorado tuvieron que seguir combatiendo, pero los combates más duros, las misiones más arriesgadas y sangrientas, las mayores bajas fueron tomadas por los legionarios, regulares, tropas de la Policía Indígena y de la Mehalas.
Como señaló Millán Astray un legionario valía por dos soldados, por el recluta español que no tenía ya que ir a luchar y morir en Marruecos y por el legionario que iba a combatir y morir voluntariamente por España en el Rif. Cientos de hijos de obreros, de campesinos sin tierras, de las clases bajas urbanas salvaron su vida porque un legionario o u moro de Regulares murió en su lugar. Si alguien debía estar el día 8 a los pies de la estatura del legionario de Salvador Amaya deberían ser los partidos de izquierda, PSOE, Podemos, Izquierda Unidad, ERC, etc. pues muchos de los que les votan pudieron nacer porque un legionario murió en lugar de su abuelo.
Los legionarios siempre han ido donde les ha enviado el gobierno de turno, obedeciendo, como dice la Marcha Coronel Millán Astray:
En tres continentes lucha La Legión Tizzi Azza, Badajoz, El Ebro y en Rusia en Krasny Bor Los legionarios gritan tu nombre Coronel Millán Astray Desde Edchera a Ifni Desde Mostar a Sarajevo Desde Afganistan a Irak Los legionarios gritan ¡Viva España! !Viva La Legión!
Nuestro presidente del Gobierno y su ministra de Defensa deberían pelear por arrebatarle al buen alcalde Almeida el honor de inaugurar la estatua que el próximo día 8 de noviembre estará ya completamente visible en el madrileño Paseo de la Castella.