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Las notarías no dan abasto para atender a los miles de cubanos que se van del país

Colas interminables y falta de papel retrasan los trámites para vender las casas antes de viajar

Falta media hora para las seis de la mañana y ya cinco personas están sentadas en la escalera que da acceso a una de las más céntricas notarías de La Habana, a pocos metros de la heladería Coppelia. El éxodo masivo ha aumentado en los últimos meses la necesidad de trámites en estos locales, todos bajo el control del Estado cubano.

«Esta es la segunda vez que vengo en la misma semana porque la anterior me faltaban unos documentos», explica a 14ymedio Marianela, una de las clientes que ha llegado al lugar antes de que amanezca. «Lo que quiero es hacer un poder para que mi hijo pueda vender mi casa cuando yo esté fuera del país», detalla.

A medida que se acerca el horario de apertura de la notaría, siguen llegando decenas de personas para sumarse a la cola. Muchas de ellas se irán del lugar sin siquiera haber podido alcanzar entrar, debido a que la cantidad de casos que se atienden cada día es muy limitada. «Esto está lleno de lunes a viernes y si abriera los domingo, también estaría lleno ese día», ironiza Marianela.

«Esto es como pasar a mejor vida pero en el buen sentido, de que tienes que dejarle todo arreglado a los que se quedan»

El poder notarial que busca hacer la mujer, le dará a su hijo plenos facultades para vender o permutar la vivienda de su madre cuando ella ya haya emigrado. «Hice todo por venderla antes de irme pero no pude porque la gente está sin dinero así que él tendrá que ocuparse», explica.

En la cola, la mayor parte de los clientes está para trámites vinculados a viviendas: poderes, cesión de derechos sobre una propiedad, donaciones o compras. Buena parte también tiene en mente salir del país y «dejar sus asuntos en orden» antes de subirse a un avión. «Esto es como pasar a mejor vida pero en el buen sentido, de que tienes que dejarle todo arreglado a los que se quedan».

En el mismo municipio, en la calle 10 casi esquina con 15, otra notaría muestra el mismo panorama desde la madrugada. Sobre un tronco de madera subido en tres piedras los clientes han improvisado un banco que antes del amanecer ya está lleno. Con las primeras luces del día sigue llegando gente y cuando el local abre sus puertas solo dejan entrar de cinco en cinco.

Pero la larga y lenta cola no es el único obstáculo. «Nos falta el papel notarial, tenemos que estar improvisando», reconoce un empleado del lugar. A pocos metros de ahí, un negocio privado tiene la solución. «Tenemos hojas de formato A3 a las que les imprimimos las rayas laterales del mismo color que exigen en la notaría», promociona uno de los empleados.

«Cuando la gente llega y ve que necesita varias copias de un documento enseguida le ponen el grito en el cielo porque dicen que no tienen papel para copias, entonces es cuando nosotros le salvamos la campana», explica. «Hace meses que tienen el problema del papel porque la demanda de documentos ha crecido mucho».

«No es solo por el tema de las salidas del país, sino porque estuvimos mucho tiempo cerrados por la pandemia», añade Carmen, empleada de una notaría en el municipio de Cerro. «A mediados de 2021 se suspendieron todos los servicios registrales y notariales en La Habana y eso hizo que se acumularan muchos casos que ahora estamos tratando de tramitar».

No solo falta el papel notarial, sino que «las cintas de impresora están muy gastadas y hay veces que entregamos un documento que casi ni se puede leer»

Las medidas incluyeron entonces la suspensión de los servicios de Registros de la Propiedad, de la inversión extranjera y empresas de comercio, así como el Registro Mercantil. Del Registros del Estado Civil solo quedó funcionando la inscripción de nacimientos y defunciones.

«Se ha sumado los casos postergados por el coronavirus con la alta demanda de trámites de la gente que está saliendo del país y quiere vender su casa, donarla o dejarla en un poder para que otro se ocupe de ella», agrega la trabajadora. «A eso se le suma que no nos están llegando casi recursos para todo esto».

No solo falta el papel notarial, sino que «las cintas de impresora están muy gastadas y hay veces que entregamos un documento que casi ni se puede leer», reconoce. «La gente se queja pero a los notarios hay que darles una medalla por seguir trabajando en estas condiciones».

No faltan los que hacen de la alta demanda de procesos notariales una forma de ganarse la vida. En el municipio Diez de Octubre, Yaquelín y su hermano se dedican al negocio de hacer la cola para entrar al local y vender el turno a algún cliente desesperado que llegue tratando de salir lo antes posible.

«Para entrar en los primeros cinco que llaman cuando abren eso cuesta 500 pesos, más atrás en la cola pueden ser unos 300», explica a un atribulado habanero que tiene fecha de vuelo para la próxima semana y quiere «terminar cuanto antes el papeleo» de venta de una casa. El hombre no intenta ni regatear y acuerdan que esta semana Yaquelín hará la fila para él.

«No pierdas tiempo, te hago todos los trámites notariales y de certificaciones, solo tendrás que ir a una oficina cuando haya que firmar algo», ofrece en varios sitios digitales sus servicios un avispado comerciante. Sus honorarios pueden superar las cuatro cifras pero asegura que tiene «mucha clientela».

«A la gente se le une todo al final, tienen el boleto para salir, deben organizar un montón de cosas y no tienen tiempo para hacer estas colas desde la madrugada. Yo les facilito que sus últimos días en Cuba no se la pasen a las afueras de una Notaría», comenta. «Les ahorro tiempo y disgustos».

 

 

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