Las siete primarias del domingo
No es irrisorio pensar que el resultado de esta jornada podría reconfigurar no sólo al oficialismo, sino también al resto del tablero político.

Este domingo no habrá una sola primaria presidencial en la izquierda, sino siete batallas simultáneas. Cada una con su propia lógica, protagonistas y consecuencias. No es irrisorio pensar que el resultado de esta jornada podría reconfigurar no sólo al oficialismo, sino también al resto del tablero político.
Uno: la unidad del oficialismo está en juego
Sin duda, esta es la batalla más relevante. Porque gane quien gane, el oficialismo quedará fracturado. La campaña ha sido particularmente dura, con fuego amigo a destajo, y eso nunca es deseable en una primaria; a diferencia de una elección general, acá se necesita que los perdedores se sumen al triunfador. Pero la desconfianza es evidente. Lo han dicho figuras como Carolina Tohá y Óscar Landerretche, entre muchos otros: un Gobierno encabezado por el comunismo genera inquietud y escepticismo. Por muchas razones, partiendo por la tibieza al condenar las violaciones a los derechos humanos en Cuba, algo que le hizo ver incluso el candidato del Frente Amplio, Gonzalo Winter.
Es cierto que para el PC sería más fácil sumarse a Tohá. Ya lo hicieron con Bachelet. Pero para el FA significaría reconocer que su proyecto identitario fracasó. Por ello, pase lo que pase el domingo, el ganador o ganadora enfrentará un panorama complejo: una negociación parlamentaria cuesta arriba y la probable configuración de dos listas separadas. No es sólo una primaria, es el futuro de la coalición lo que está en juego.
Dos: el sueño comunista de llegar a la papeleta
Para el Partido Comunista, esta es una oportunidad histórica. Si bien antes estuvieron en en la papeleta gracias a Gladys Marín y Jorge Arrate (socialista que terminó momentáneamente en sus filas, y que hoy está en el FA), esas candidaturas fueron más bien testimoniales. Hoy, en cambio, el PC podría tener, por primera vez, una opción real de llegar a La Moneda. Un desafío mayor, tanto para el partido como para el resto de la izquierda. ¿Qué harán los otros partidos del oficialismo? ¿Se plegarán al PC? ¿Se atreverán a negociar? ¿Se animarán a acompañar, casi con resignación, el posible primer gobierno comunista de la historia chilena?
Tres: la cuenta por cobrar a Tohá
La campaña de la candidata PPD ha sido incómoda. En los debates se la ha visto molesta, intentando un equilibrio complejo: ser oficialista y, al mismo tiempo, canalizar las críticas socialistas al Gobierno. Además, para el PS (partido que siempre se ha sentido como hermano mayor del PPD), esta competencia ha sido un poco ingrata, porque se han debido resignar a no tener a alguien de sus filas en la competencia. Luego, si ella no gana, las cuentas por cobrar serán cuantiosas. Y no sólo al comando, sino también al partido de Lagos Weber y Girardi.
Cuatro: el voto escondido de Winter
Nunca fue favorito. Siempre detrás de Tohá y Jara. Pero ha desplegado una campaña distinta, dirigida a los sub-30, con spots agresivos en su franja, críticas a la derecha, a la Concertación y a los “30 años”, y convideos dotados de un humor extremadamente difícil de entender. Su lenguaje TikTok puede movilizar un voto escondido, difícil de medir en encuestas. Es improbable que le alcance para ganar, pero puede salir bien posicionado, quizás como futuro candidato al Senado.
Cinco: un trampolín para Mulet
Jaime Mulet sabe que no tiene opciones de ganar. Pero lo ha pasado bien, se ha reído de su apodo de “Tulet” y ha aprovechado la vitrina para instalarse. La verdadera apuesta está en Atacama, donde busca ser senador. Pero la competencia no es menor: Yasna Provoste va a la reelección; Daniella Cicardini, con juventud y liderazgo, también quiere un escaño; y el PC probablemente postule a su presidente, Lautaro Carmona, quien ya fue diputado por la zona. ¿Le servirá esta campaña a Mulet? Todo dependerá de cuántos votos logre en su natal Atacama. El resto del país, poco importa.
Seis: el bolsón de los dos millones de votos
En la primaria de 2021 entre Jadue y Boric, sin el socialismo democrático, votaron 1,7 millones de personas. Hoy, sumando a ese bloque (que debiera movilizar al menos 500 mil almas), se espera que la cifra supere los dos millones, quizás llegando a los 2,2 millones. Todo lo que esté por debajo debe interpretarse como una señal de debilitamiento, un serio problema para enfrentar a la derecha en noviembre. Todo el mundo lo sabe, pero el tema se ha convertido en un elefante en la sala, del que es mejor no hablar. No hay mucho ánimo electoral en el ambiente, y la fecha tampoco ayuda. Así que si votan menos de 2 millones de personas, muchos celebrarán la fiesta de la democracia, pero puertas adentro sabrán que están en serios problemas.
Siete: candidatos más, candidatos menos
La primaria no sólo interesa al oficialismo, también al resto del espectro. Los estrategas de la oposición deben observar atentos: según quién gane, podrían aparecer nuevas candidaturas. Pero no sólo ellos debieran estar tirando líneas: si triunfa la socialdemocracia, la izquierda dura podría levantar una carta propia, y de hecho, ya circulan nombres como Jorge Sharp o Rodrigo Mundaca; y si gana el PC, podrían emerger alternativas desde la DC, el PDG, o incluso MEO puede sobarse las manos. El lunes amaneceremos con tres candidatos menos… pero puede que también se sumen nuevos abanderados. Así de incierto es el tablero.
Abogado, sociólogo y master en Gestión Política George Washington University