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Las traiciones de Santrich

Santrich traicionó a la justicia, a su propia gente y a las víctimas. La justicia transicional debe ser implacable con quienes no cooperen y las Farc no pueden oponerse

Es incalculable el daño que ha causado la fuga de Santrich a la implementación del proceso de paz. Y como para sumarle insulto al agravio, sale su abogado a alegar falta de garantías. Garantías fueron las que le sobraron y de las que se aprovechó para huir como el peor de los cobardes.

Santrich traicionó a la justicia. En defensa de la paz como bien y derecho colectivo, los órganos superiores de la justicia (Corte Constitucional, JEP y Corte Suprema), procedieron con independencia para garantizarle el debido proceso y se enfrentaron a la opinión pública y a las autoridades norteamericanas negando las solicitudes de extradición. Los norteamericanos lo advirtieron en público y en privado: Santrich había seguido delinquiendo, y debía responder según los mismos términos del acuerdo. Pero precisamente en defensa de sus derechos, y después del show que monto fingiendo que pasaba por una depresión suicida, lo dejaron en libertad para seguir haciendo trampa y poner en ridículo a todo el mundo, empezando por los magistrados, que han venido asumiendo un costo institucional y personal desmedido.

Santrich traicionó a su propia gente. Fungió como representante negociador y disfrutó de los privilegios de la paz, entre ellos la impunidad para seguir delinquiendo, pero abandonó a su tropa y a su gente cuando le tocó devolverse a trabajar hombro a hombro por convertir esas promesas en una realidad. Mientras que otros excomandantes de las Farc hoy están trabajando con los desmovilizados en proyectos agrícolas, persistiendo en condiciones muy difíciles y enfrentando amenazas serias, él seguía buscando como quedarse con el negocio narco sin interesarse por las consecuencias que enfrentaría todo el proyecto de desmovilización. Sus acciones plagan de justificaciones a los asesinos de los defensores de la paz en los territorios, a quienes llaman al desmonte de la JEP, a los saboteadores de la implementación.

Santrich traicionó a las víctimas, a quienes “jamás, jamás, jamás” les ha dicho la verdad, ni ha indemnizado, ni ha tratado con respeto.

Para que la justicia transicional funcione, tiene que ser tan generosa con quienes cooperan como implacable con los que no. La justicia colombiana tiene ese deber con la paz: responder con toda su fuerza y sus recursos contra él y quienes como él atentan contra la sostenibilidad de ese acuerdo. Y las Farc no pueden oponerse. Por el contrario, deben condenar sus acciones, expulsarlo del partido y cooperar en lo posible para que se produzca su recaptura con urgencia. Es en esos gestos en donde se medirá su compromiso con la paz y las víctimas, se jugará su futuro como partido y se definirá su legado.

 

 

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