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Le Pen consigue su primer objetivo: nervios en los mercados de deuda ante la posibilidad del Frexit

Las encuestas dicen que la candidata del FN tiene muy pocas opciones. Incluso así, los inversores buscan refugios seguros.

Emmanuel Macron sigue siendo el favorito para convertirse en el próximo presidente de Francia. No sólo en las encuestas de los medios, que también, sino en las casas de apuestas. De hecho, ahora mismo es complicado encontrar algún bookmaker que pague mucho más de un 1,5-1,7 por euro apostado por el candidato de En Marche! y la mayoría paga incluso menos. Mientras, Marine Le Pen cotiza a 3-4 euros y François Fillon por encima de 5 euros. Berenberg, uno de los grandes bancos de inversión alemanes, sólo le da a la candidata del Front National un 10% de posibilidades de victoria en el informe especial sobre las elecciones francesas que publicaba este viernes.

No parecen cifras demasiado halagüeñas para Le Pen. Pero tampoco lo eran para los partidarios del Brexit o para Donald Trump y en ambos casos dieron la sorpresa. Aunque también es cierto que tanto en el Reino Unido como en EEUU las encuestas y las apuestas anticipaban un resultado más ajustado del que se prevé en Francia. Ahora mismo, incluso se empieza a hablar de la posibilidad de que Emmanuel Macron sea el más votado en la primera vuelta. Hasta ahora, Le Pen parecía imbatible con el 25% del voto para ese 23 de abril, pero nunca ha pasado del 40% de intención de voto, ni contra Fillon ni contra Macron, en la segunda vuelta que tendrá lugar el 7 de mayo.

Todo el mundo se acuerda de lo que pasó en 2002. En aquella ocasión, Jaques Chirac (19,88% de los votos) y Jean-Marie Le Pen (16,86%) pasaron a la segunda vuelta de las presidenciales. Entonces, todos los demás partidos se unieron y pidieron el voto para Chirac. Y los votantes siguieron sus instrucciones: en la segunda vuelta, quince días después de la primera, Chirac obtuvo el 82,21% de los votos y Le Pen no llegó al 18%. La sensación generalizada es que este año volverá a ocurrir lo mismo. Es decir, que ya sea Macron (como parece probable) o Fillon el que pase a la segunda vuelta, los electores de los candidatos descartados se unirán al contrincante del FN.

Está claro que ése es el escenario tipo. Lo normal. Macron vs Le Pen en segunda vuelta y ganador Macron con entre el 60 y el 70% de los votos. Pero hay algunas opciones de las que casi nadie habla y que no son descartables. Berenberg apunta una de ellas en su informe: Benoît Hamon, el candidato de los socialistas, con una posición mucho más a la izquierda que la que ha mantenido su partido en los últimos años, languidece con alrededor del 15% de intención de voto para la primera vuelta. Ahora mismo parece imposible que llegue al 7 de mayo. Pero, ¿qué pasaría si Jean-Luc Mélenchon, el eterno candidato de la extrema izquierda, al que las encuestas dan alrededor del 12% de intención de voto, se retirase y ofreciese su apoyo a Hamon? Probablemente no se produzca, entre otras cosas porque Mélenchon casi habla peor del PS (por traidores a la causa de la izquierda) que de los candidatos de la derecha. Pero un movimiento de este tipo revolucionaría la situación pre-electoral.

Pero ni siquiera es necesario imaginarse un cambio tan radical en el panorama. La principal duda que sobrevuela las elecciones francesas es qué harán los votantes de Fillon, Hamon, Mélenchon y el resto de los candidatos en la segunda vuelta. ¿Conseguirá Macron el mismo éxito que Chirac como candidato anti-Le Pen? Eso tampoco está tan claro. Ni Marine es como su padre ni despierta el mismo rechazo entre el electorado. Además, su programa es mucho más parecido al del Partido Socialista de Hamon o al que presenta Mélenchon que el de Macron. En Francia o en España, la extrema derecha y la extrema izquierda tienen muchos puntos en común, especialmente en el terreno económico: antiglobalización, intervencionismo, lucha contra las deslocalizaciones, nacionalizaciones, impuestos a los ricos, reindustrialización del Estado…

Sí, se diferencian en la actitud ante la inmigración, pero no hay muchas más cuestiones en las que sean incompatibles. De hecho, puestos a comparar, las propuestas de Macron sí que son diferentes a las de todos ellos. Y no sólo es que sean distintas, es que son contrarias. El candidato de En Marche!, que trabajó como consultor en la Banca Rothschild, personifica como ningún otro político galo a esos enemigos del francés de a pie a los que Le Pen o Mélenchon acusan de todos los males: grandes empresas, capitalismo anglosajón, millonarios, deslocalizaciones….

Nadie en la extrema izquierda pedirá el voto para el FN. Lo que no está tan claro es que sus electores les hagan caso como en 2002. Precisamente en Francia está más claro que en ningún otro país que el trayecto entre votar comunismo o votar extrema derecha es mucho más corto de lo que se suele pensar. No hay que olvidar que los actuales bastiones del FN eran, hasta hace un par de décadas, territorios dominados por el Partido Socialista o el Partido Comunista Francés.

¿Le Pen presidenta?

En cualquier caso, lo que tiene inquietos a los mercados no es la creencia de que Marine Le Pen ganará, sino la posibilidad de que eso ocurra. Incluso aunque sólo le otorguen un 15-20% de opciones de llegar al Palacio del Elíseo, eso ya es mucho, porque una victoria del FN abriría la puerta a una escenario desconocido y muy complicado para la UE. ¿Quién no se haría un seguro de hogar si supiera que su casa está en una zona en la que hay un 20% de posibilidades de que haya un terremoto de escala 7-8? Pues lo mismo se puede decir en lo que hace referencia a los mercados financieros de la Eurozona.

En este sentido, las cifras no hablan de pánico, ni de desbandada, pero sí de preocupación. El diferencial entre la deuda francesa y la alemana se ha ampliado en unos 20-25 puntos básicos en lo que va de año. Los seguros contra el impago de esa deuda (los famosos CDS que tanto dieron que hablar en la última crisis) vuelven a estar de moda: según las cifras del Wall Street Journal, en enero se negociaron 784 millones de CDS sobre deuda soberana gala a la semana, cuando la media de un año antes era de apenas 374 millones a la semana. Y el coste de esos seguros también es sustancialmente más elevado: ha pasado de estar alrededor de los 38.000$ para asegurar 10 millones en bonos soberanos franceses a 71.000$ en apenas unas semanas. Incluso, como explica Bloomberg, ya existen diferencias de valoración entre la propia deuda francesa, en función de si el CDS se negocia bajo las condiciones de 2003 o las nuevas establecidas en 2014 (y que protegen más a los inversores). Es evidente que no estamos en un escenario a la griega. La sensación es que Francia sigue siendo un país seguro. Y nadie parece creer muy en serio que exista un riesgo real de que Le Pen gane las elecciones. De hecho, aunque lo consiguiera, tendría numerosos problemas para poner en marcha su programa de Gobierno. La mayoría de los analistas apuntan a que las propuestas más radicales de Le Pen necesitan la aprobación del Parlamento y el FN apenas tiene fuerza (y no parece que eso vaya a cambiar) en el Legislativo. Pero por si acaso, los inversores empiezan a tomar posiciones y a protegerse ante posibles eventualidades.

Más del 70% de los fondos de deuda pública tiene bonos franceses en sus balances. Las pérdidas de este activo en 2017 ya se acercan al 4% y eso que todavía no se ha materializado la amenaza. Sólo con la incertidumbre el impacto es significativo. Porque, además, hay preguntas que no tienen una respuesta sencilla. Por ejemplo, qué pasaría con la deuda emitida en euros en el caso de que la moneda única saltara por los aires (como dice la candidata del FN que es su intención). Cuando en los primeros años del euro se pusieron en circulación esos bonos, nadie pensaba en la posibilidad de una vuelta al franco, por lo que nadie tiene muy claro en qué momento se podría decretar como impagado un vencimiento (y, por lo tanto, cuándo entrarían en juego los CDS de los que hablábamos antes).

En realidad, quizás la consecuencia más importante del efecto Le Pen ya ha comenzado. Porque incluso aunque no gane, lo que ha conseguido es que se reabra un debate que durante unos años pareció volver a estar cerrado. Con la crisis griega se planteó por primera vez la posibilidad de una ruptura del euro. Pero aquello parecía consecuencia directa de la situación de sus finanzas públicas. Lo que no estaba sobre la mesa es que un país, sin tener que hacerlo, abandone la moneda única por voluntad propia. Al menos un país que no fuera Alemania, el único con capacidad para hacerlo sin que su moneda se desplome en minutos. Desde ahora, esa opción es viable, alguien ha abierto esa puerta y ya no se podrá cerrar: siempre habrá alguien que piense que otro político, en otro país, puede lograr lo que Le Pen no consiguió.

Muy relacionada ésta otra cuestión relevante, pero para la que nadie tiene una respuesta. ¿Qué pasaría con el nuevo franco? Es decir, si Grecia sale mañana de la Eurozona, todo el mundo da por hecho que el dracma se depreciaría un ¿50-60-70%? respecto al euro. Si es Alemania la que se marcha, los analistas creen que ocurriría lo contrario: el nuevo marco sería más fuerte por sí solo que la moneda única que les quedaría a los demás países de la Eurozona. ¿Y Francia? Todo son dudas, desde cómo sería el proceso, el valor de la nueva divisa, los plazos… Una cosa es negociar un Brexit, que al fin y al cabo desde el punto de vista económico no deja de ser poco más que la ruptura de un área comercial-aduanera común, pero otra muy distinta es manejar la disolución de la segunda divisa del planeta. La salida del Reino Unido es un desastre político para la UE, pero no implica tantos cambios en cuestiones económicas.

Precisamente, el Brexit es otro factor que los analistas franceses creen que podría tener su peso en sus elecciones. Y en un sentido contrario del que se preveía. Antes del referéndum del pasado año, los partidarios de que el Reino Unido siguiera siendo parte de la UE anticiparon todo tipo de desastres para la economía británica si ganaba el Brexit. El problema es que no sólo no ha pasado nada (más allá de alguna empresa que anuncia que se lleva parte de sus negocios de la City) sino que los últimos trimestres han sido positivos, en cuanto a cifras macro, para el país. Los partidarios de la permanencia en la UE advierten que las consecuencias se sentirán a medio plazo, pero de cara a las elecciones de abril y mayo, Le Pen jugará esa carta: si en Gran Bretaña no se han cumplido los peores augurios, tampoco lo harán en Francia.

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