Leandro Area P.: Tres poemas domingueros
TRES POEMAS DOMINGUEROS
Las tardes.
En el tropiezo inútil de los días sin tregua
que el reloj tan preciso él ni se da cuenta
en su pestañeo íntimo de ojo
cayendo van y vienen las tardes.
Allá se ve a lo lejos una ciudad soleada
de ventanas abiertas y puertas entre juntas
por donde entra el azul
como si el mar se le escurriera encima.
Se levantan de su sopor los perros
de la sombra de alambre que les ladra
y los niños despiertan el tilín
del helado derritiénte de coco.
No es de noche ni de día
es el puente de la brisa que pasa
con su frescor de elogios y matices
que abanica el calor que nos disfraza.
Qué sería del mundo sin las tardes,
esas horas de misterios gozosos,
de meriendas de citas y de ensayos
cuando todo fingía tan distante.
La piscina.
De día bulliciosa,
lavandera soleada, bebedero,
sudor común, charco de plata,
en ti conviven todos los tropiezos.
De noche iluminada,
gelatina transparente y vibrante,
casa que flota sobre el agua
al compás de la luna.
Flor de sensualidad,
cubo abierto,
regalo donde tentar la desnudez del pétalo
junto a resbaladizos pasajeros.
Zambullirse es volar,
nadar gatear bucear ingrávidos,
salir de tus encantos despedirse
para de pronto,
ser lunes otra vez.
La periquita de la casa.
Para Laura Antonelli.
Hoy murió entre mis manos
la periquita de la casa.
Traté de revivirla
y no pude ser dios.
Mientras los niños lloran
oigo allá los pájaros cantar
anunciando su absurda despedida.
Algo de mi partió en la envidia
por sus frágiles plumas
hilvanadas en oro
e hilos de arco iris.
Somos si acaso el vuelo,
el trazo, asombro,
alma mirada adiós tal vez,
alpiste.
Leandro Area Pereira
(Del libro Virutario. Amazon, 2017)