Democracia y Política

Lenguaje de la vanguardia escultórica

‘Untitled’, 2012, de Pablo Atchugarry, mármol de Carrara, 90 x 28 x 18 cm. FOTOS CORTESÍA / Durban Segnini Gallery

Diálogo tridimensional, curada por César Segnini, es una exposición colectiva de escultores que han trabajado, cada uno desde su propia poética, los lenguajes de la vanguardia artística latinoamericana. Estos son el cubano Agustín Cárdenas, Eduardo Ramírez Villamizar, de Colombia, y el uruguayo Pablo Atchugarry.

Las obras de la exposición establecen efectivamente un diálogo entre ellas, como no podía ser de otra manera desde el momento en que las piezas escultóricas, dentro del mismo espacio, se disponen unas contiguas a otras. Un diálogo a tres voces, cada uno con su tono de voz propio, pero inmersos todos en la exploración de las posibilidades expresivas del lenguaje escultórico en la vanguardia latinoamericana. Cárdenas y Atchugarry, por ejemplo, están claramente dentro de la estética surrealista, a diferencia del contundente objetualismo de Ramírez Villamizar, más escorado hacia los terrenos del arte constructivista.

‘Donna’, 1999, de Pablo Atchugarry, mármol de Carrara: 372 x 150 x 80 cm. FOTOS CORTESÍA / Durban Segnini Gallery

Cárdenas, una de las voces más singulares del surrealismo escultórico latinoamericano, expresa su sensibilidad surrealista en obras como, por ejemplo, Le couple, y Le repos passione. Estas son obras cuyas imágenes se adentran en el mundo de las ensoñaciones, en la espacialidad del subconsciente, ahondando en la naturaleza contradictoria de este. Exploran sus fantasmas, la potencia del deseo y los estremecimientos de la pasión, como imágenes que llevan implícitas un ejercicio terapéutico. Como resultado invitan a la inmersión en nuestro subconsciente, a captar y ver la realidad, no solo como vida eclipsada por lo cotidiano, sino también como espacio de imaginación para (re)inventar otros modos de relacionarnos con esa realidad. Por eso, en estas obras de Cárdenas, los límites entre lo real, por un lado, y la ficción, lo onírico, por el otro, están intencionalmente indeterminados. Hay en estas esculturas una voluptuosidad en las formas que se agazapan y expresan a la misma vez, alcanzando una plasticidad promiscua de los volúmenes. Hay un valor expansivo de la sensualidad frente al mundo, que se alimenta tanto de lo vivido como de lo que imaginamos o, sobre todo, de lo que soñamos con poder vivir.

Las obras de Atchugarry como, Donna o Untitled, aunque inspiradas en el lenguaje surrealista, tienden a jugar más con los planos que con los volúmenes. Para ello practica una verticalidad ondulada que le aporta dinamismo a las figuras. Y lo hace con el empleo de las líneas, unas veces discretamente, otras con planos más sistemáticos, que van delimitando los espacios, tejiendo, como armonizando las conjunciones entre planos y líneas. Es una combinación equilibrada de recursos que mantiene el espíritu entre el simbolismo y lo narrativo de la “figuración” trascendental surrealista. Según Bélgica Rodríguez, en las obras de Atchugarry encontramos “monolitos de luz que se extienden hacia el infinito, símbolos de sensibilidad en honor a los dioses que iluminan el camino del ser humano”.

‘Templo Tikal‘, 1987, de Ramírez-Villamizar, escultura en hierro oxidado, 178 x 200 x 170 cm. FOTOS CORTESÍA / Durban Segnini Gallery

La obra de Ramírez Villamizar se sitúa, en cambio, más bien en los terrenos de la escultura constructivista. Pero es un constructivismo con guiños al arte minimalista en obras como, por ejemplo, Templo Tikal o Untitled. Se produce entonces en ellas una reflexión que retoma la objetualidad, que disecciona sus estructuras formales para activar representaciones imaginarias de la realidad. El módulo “g”, como estructura de representación geometrizada para entender y acceder a nuevos espacios, es una de las características más visibles que advierten las obras de Villamizar. A través de los sistemas modulares sus obras investigan las estructuras, sus patrones espaciotemporales, buscando con ello un ordenamiento racional de la realidad.

Al repasar estas tres voces, la exposición Diálogo tridimensional presenta las interrelaciones poéticas que se producen entre las obras de tres importantes escultores latinoamericanos. Muestra sus encuentros y las diferencias entre sus respectivas creaciones. Estas se posicionan dentro un mapa escultórico amplio y rico, como es el caso de Latinoamérica, donde el proceso de modernidad sociocultural alcanza con las expresiones de vanguardia artística (escultórica), momentos de gran singularidad poética.

‘Diálogo tridimensional’ en Durban Segnini, 3072 SW 38 Ave., hasta noviembre.

[En la imagen superior: ‘Le Repos Passione‘, 1989, de Agustín Cárdenas, bronze, 60 x 145 x 51.5 cm. FOTOS CORTESÍA / Durban Segnini Gallery

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