LEOPOLDO LÓPEZ: “Hoy estoy preso, pero libre de espíritu”
Leopoldo López saluda desde una ventana de la prisión militar Ramo Verde, en Caracas. / EFE
Desde una cárcel militar ubicada a 30 kilómetros de la capital venezolana, donde está preso desde hace un año, Leopoldo López (Caracas, 1971) hace un llamamiento a la unidad opositora, en respuesta a un cuestionario de EL PAÍS. El líder de Voluntad Popular, acusado de instigar los disturbios antigubernamentales en Venezuela en 2014, completa nueve páginas manuscritas al final de las que firma, como sello de autenticidad, junto a un lema: “¡Todos los derechos para todos los venezolanos!”. A continuación, un extracto editado de sus respuestas.
Pregunta. ¿En qué le ha cambiado la experiencia de la cárcel?
Respuesta. Es una experiencia dura, especialmente si se es inocente, y cargada de injusticias y violaciones de derechos elementales. Llevo más de un año en prisión. He sido víctima, al igual que mi familia, de la privación de derechos básicos. Los primeros seis meses los pasé en total aislamiento. No he podido recibir visitas, sino de mi familia directa y de mis abogados. Las conversaciones con mi defensa son grabadas. Leen y confiscan mi correspondencia de manera arbitraria, hemos sido víctimas de requisas violentas por parte de comandos de inteligencia militar, han lanzado excremento humano dentro de nuestras celdas y en todo momento somos grabados directa o clandestinamente. A pesar de estas dificultades propias de mi condición de prisionero de conciencia, he tenido tiempo para crecer y convertir la adversidad en oportunidad. Las vidas y el ejemplo de Mandela, de Martin Luther King, de Václav Havel, de Aung San Suu Kyi, de Sócrates, de san Pablo y otros me han servido de inspiración para asumir la realidad de estar preso por las ideas. He experimentado un sentimiento de libertad más profundo que cuando estaba en libertad plena. Es la libertad del espíritu. La prisión me ha permitido reflexionar mucho sobre por qué estoy aquí y el compromiso que tengo con Venezuela. El más importante es la idea de construir un país, una nación unida alrededor del compromiso de que “todos los derechos sean para todas las personas”. La democracia en el siglo XXI tiene que ir más allá de la formalidad de una elección, o de la división de poderes, incluso más allá de la idea republicana del imperio de la ley. Se centra en que los derechos de todos sean respetados sin exclusiones.
P. ¿Teme que su permanencia en prisión le haya aislado de la realidad de las calles, hasta el punto de condicionar su interpretación del momento político?
R. Busco mantenerme informado de lo que ocurre en el país. Ciertamente he pasado la mayor parte del último año encerrado en mi celda, es decir, preso incluso dentro de la cárcel. Pero lejos de aislarme de la realidad, esta experiencia me ha acercado mucho a la realidad que viven los venezolanos. He aprendido de las vivencias de jóvenes presos, de sus familiares, de las carencias del sistema de justicia, de la corrupción en todos los sectores. He aprendido a conocer de cerca el mundo militar porque estoy preso en una cárcel militar y mis custodios son militares. He vivido en carne propia la injusticia de jueces y fiscales corrompidos, de la dilación de la justicia procesal, de las condiciones de los presos.
P. Los estudios de opinión muestran de manera consistente que usted es, junto al gobernador Henrique Capriles, uno de los dos líderes opositores más reconocidos y respaldados. ¿Cómo interpreta esos resultados?
R. En mi opinión, lo más relevante de los estudios de opinión que he podido leer es la profunda vocación de cambio de los venezolanos. Siendo esta la realidad, nuestra prioridad tiene que ser canalizada por el camino constitucional y democrático. Mientras tanto, en paralelo, debemos ir definiendo las propuestas concretas que nos permitirán convertir esa vocación de cambio en una transformación positiva para todos.
P. El presidente, Nicolás Maduro, ofreció retóricamente liberarlo si EE UU excarcelaba de manera simultánea a un independentista puertorriqueño. Más allá de ese gesto, ¿percibe que se ha convertido en moneda de cambio del Gobierno en una negociación?
R. El comentario en el que ha insistido en canjearme por otros presos es la confirmación pública de mi condición de preso político, preso de Nicolás Maduro.
P. Al menos dos países, España y Colombia, han arriesgado una crisis diplomática con Venezuela al pedir que lo liberen. ¿Qué les diría a sus mandatarios para que perseveren en ese reclamo?
R. Los pronunciamientos a favor de la liberación de los presos políticos en Venezuela han sido muy diversos y contundentes. La ONU, el Parlamento Europeo, Colombia, España, EE UU, Canadá, Perú, la OEA (a través de su secretario general), Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Internacional Socialista, la ODCA y otros rechazan que existan presos políticos y solicitan su liberación inmediata. Esto ratifica nuestra inocencia y lo grave de que el Gobierno tenga como práctica el encarcelamiento de la disidencia.
P. En 2014 se hizo evidente una fractura en el seno de la oposición. Hoy, ¿considera necesaria la unidad? En caso afirmativo, ¿qué propone para lograrla?
R. Unidad de todos los factores democráticos en todos los terrenos. No puede haber fracturas que nos debiliten. Requerimos unidad en la protesta y unidad en lo electoral, unidad en la calle y unidad en el voto. No son estrategias excluyentes, más bien complementarias. La clave de la unidad está en tener un propósito común y en no hacer de ello un fin en sí mismo.
P. Este cautiverio ¿ha resultado más largo de lo que pensaba? ¿Cambiaría su decisión de entregarse en febrero de 2014?
R. Cuando me presenté voluntariamente ante las autoridades de la justicia injusta sabía que me estaba exponiendo a un largo cautiverio, a un encarcelamiento injusto. Maduro me había amenazado con cárcel innumerable cantidad de veces en cadena nacional. Estas amenazas me permitieron prepararme mentalmente y preparar a mi familia. Lo hablé mucho con mi esposa, Lilian. En retrospectiva, volvería a tomar la decisión de entregarme. La otra opción, el exilio, el destierro, hubiese sido mucho más dolorosa y me sentiría más preso. Hoy estoy preso, pero soy libre de espíritu.
P. A la reciente detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, parece que seguirán las de otros opositores. ¿Cree que estos arrestos desalentarán la protesta?
R. La persecución y la criminalización de la disidencia política van a continuar. Al menos esas son las señales claras que manda el Gobierno con el encarcelamiento de Ledezma. Nos toca mantenernos firmes y llenos de esperanza, y comunicar, como podamos, que nuestra lucha a favor de una Venezuela democrática, libre y soberana, vale la pena.