Cultura y ArtesDictaduraHistoriaPolítica

Liberar a Saturno de la melancolía

Hace cincuenta años, Borges, El Viejo, sostuvo una conversación con Borges, El Joven, y le hizo un diagnóstico que es una lección de geopolítica abreviada

                                                             Jorge Luis Borges  Pedro Meyer

 

Hace cincuenta años, Borges, El Viejo, sostuvo una conversación con Borges, El Joven, durante un sueño. Se trata del cuento ‘El otro’, incluido en ‘El libro de arena’, de 1975. En ese relato, un Borges de sesenta y nueve años, sentado en un banco frente al río Charles, al norte de Boston, en Estados Unidos, se encuentra con un Borges muchacho, que en ese mismo instante está sentado en un banco frente al Ródano, en Ginebra, en 1918.

Al hacerle el resumen de lo que le espera, el viejo hace un diagnóstico que es una lección de geopolítica abreviada: «Ahora, las cosas andan mal. Rusia está apoderándose del planeta; América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuelve a ser un imperio. Cada día que pasa nuestro país es más provinciano. Más provinciano y más engreído, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la enseñanza del latín fuera reemplazada por la del guaraní».

El tema visible de este cuento es el doble. Pero el tema de fondo es, en realidad, el tiempo. El desdoblamiento y el encuentro con uno mismo es inevitable si nos empeñamos en vivir y envejecer. Lo fundamental es aquello que se repite. O, dicho con más exactitud, aquello que reaparece con unas similitudes que pueden ser fascinantes y aterradoras, pero, también, que lo hace de una manera que nunca es del todo idéntica.

Ese margen de error es el que le permite a los dos Borges del cuento aferrarse a la posibilidad de que ese imposible encuentro sea solo un sueño. Es lo que nos permite a los seres humanos, al ver que se acerca «la cíclica batalla de Waterloo», abrigar la esperanza de que esta vez la historia sea distinta.

Este voluntarismo imperialista norteamericano no busca ponerle freno a Rusia. Antes bien, parece querer allanarle el terreno

Por lo pronto, Rusia sigue queriendo apoderarse del planeta. Estados Unidos también, sobre todo porque desde hace un mes ya no luce trabada por la superstición de la democracia y ahora quiere anexionarse Groenlandia, volver a tomar el Canal de Panamá y convertir Gaza en la Riviera francesa de Oriente. No obstante, este voluntarismo imperialista norteamericano no busca ponerle freno a Rusia. Antes bien, parece querer allanarle el terreno.

En cuanto al provincianismo y engreimiento argentinos, la dupla esperpéntica de Cristina Fernández de Kirchner y Javier Milei han garantizado la continuidad de estos rasgos en los últimos años y todo parece indicar que para los años venideros también. El español es el nuevo latín y puede terminar reemplazado por el ‘lenguaje inclusivo’, que es el nuevo guaraní.

Ciertamente, lo que sucede hoy es desalentador y llega a nosotros, además, como un grotesco remedo de los horrores del pasado. «Cada uno de los dos era el remedo caricaturesco del otro», dice Borges en su cuento. Pero dice también: «Yo, que no he sido padre, sentí por ese pobre muchacho, más íntimo que un hijo de mi carne, una oleada de amor».

Quizás esto es lo que nos queda: reconocernos como los hijos íntimos de nuestro pasado. Y si estamos condenados a devorarnos a nosotros mismos, que al menos lo hagamos impulsados por una oleada de amor. Quién sabe si Saturno, al igual que el minotauro de Borges, solo está esperando que alguien piadoso lo libere de su atroz melancolía.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba