Lo que Costa Rica necesita
A quince días de asumir el nuevo Gobierno, el Presidente electo de Costa Rica, Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana, aún no ha anunciado su equipo de gobierno, su Gabinete, su Consejo de Ministros. Se ha tomado su tiempo y la presión para que lo anuncie ha bajado, generosamente en su favor, habida cuenta que se ha propuesto una nueva forma de gobernar, que crea enormes expectativas, ya que de esa forma hasta ahora no se ha iniciado ningún gobierno en el pasado.
La práctica histórica ha sido que el partido político que gana las elecciones nombra todos los ministros, generalmente de su propio partido, y sin consultar a otros sectores políticos. Algunos presidentes, José Figueres Ferrer, en 1970, y Oscar Arias Sánchez, en 1986, introdujeron en su Gabinete personas, que no siendo de su partido le producían confianza, lucidez y reconocimiento en el ejercicio del cargo que se les daba, a Oscar Barahona Streber, que le continuaron como Ministro de Hacienda, del gobierno socialcristiano anterior al de José Figueres, socialdemócrata, por un lapso de dos años, y a Rodrigo Madrigal Nieto, en la Cancillería de Oscar Arias, durante su primer mandato.
Hasta el 2010 los Gobiernos de Costa Rica oscilaban en su ejercicio de dirección nacional entre el Partido Liberación Nacional y la oposición socialcristiana, y el Partido Unidad Social Cristiana. De los 17 Gobiernos que han habido desde 1953 hasta el que inicia el 8 de mayo próximo, el Partido Liberación Nacional ha gobernado en nueve ocasiones, los socialcristianos en seis ocasiones, y el Partido Acción Ciudadana, con este triunfo del 2018 va para su segundo mandato.
El que los partidos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana hayan perdido posibilidad de gobernar no los liquida. El que Liberación Nacional haya perdido dos gobiernos seguidos tampoco lo liquida por cuanto ya le sucedió entre 1998 y 2006. El que la Unidad Social Cristiana haya perdido por un cuarto período su posibilidad de gobierno, tampoco lo liquida, toda vez que ha venido recuperándose en los procesos electorales especialmente del 2014 y del 2018, cuando aumenta su número de diputados y ha logrado, a la vez mostrar un dirigente nacional presidenciable, y que logró levantarse después del descalabro electoral del 2006 y 2010, donde todavía repercutieron en ese partido los sucesos relacionados con los escándalos asociados a dos de sus expresidentes. Lo nuevo para ambos partidos, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, en estas elecciones del 2018, es que ninguno entró como finalista a disputar la segunda ronda electoral, pero ambos mantuvieron un peso importante en su representación parlamentaria. Liberación Nacional con la mayor bancada, 17 de 57 diputados, tan solo perdiendo uno con relación al período parlamentario que finaliza el 30 de abril, y la Unidad Social Cristiana aumentando en un diputado su bancada, a 9, respecto a los 8 que finalizan el 30 de abril.
A su vez, el Partido Acción Ciudadana, ganador de la campaña presidencial, reduce su número de diputados de 13 a 10. De aquí el diseño estratégico que ha impulsado el Presidente electo frente al reto que se le presenta de iniciar el Gobierno el 8 de mayo, con un nuevo diseño institucional, un gran desafío por lo inédito que es para la vida política nacional, y porque requiere de gran madurez política, de elevada conciencia ciudadana y cívica, y de visión de que hay que avanzar hacia nuevos niveles de gestión política pública, si se quiere intentar resolver con mayor fuerza los principales problemas que enfrenta el país.
Calza el inicio del nuevo Gobierno justamente con el 70 aniversario de la finalización de la Guerra Civil de 1948, y del inicio, en aquella oportunidad, del Gobierno de Facto de la Junta Fundadora de la Segunda República, que sin lugar a dudas, durante el ejercicio de su gobierno, desde mayo de 1948 hasta noviembre de 1949, impulsó una verdadera transformación institucional en el país, desarrollando las Garantías Sociales, y las reformas sociales, de 1943, y gestionando el diseño de la Costa Rica que emergió después de la Guerra, la que se ha llamado La Segunda República. Y calza también el nuevo Gobierno con la celebración que se hará, en el año 2021, del Bicentenario de la Independencia, que el propio Presidente electo ha levantado como uno de sus estandartes de ilusionar con una Nueva Costa Rica.
Para asumir la gobernabilidad institucional se ha propuesto el nuevo Presidente invitar a todos los partidos políticos que tuvieron, en las elecciones de febrero, representación parlamentaria, para que formen parte del Gobierno, con ministros, reservándose el partido ganador la mitad de los asientos ministeriales.
Obviamente, la oferta está contra un plan o programa de proyectos de ley que deben tramitarse relacionados con los principales problemas del país. Y sobre la consideración adicional, que los partidos que participen de este pacto de gobierno, estarán en Gabinete mientras mantengan lo acordado legislativamente. Si aquí fallan pierden su asiento ministerial. Esto es lo más novedoso de la propuesta del Presidente Carlos Alvarado. No acudió a la integración de su Gabinete sobre la consideración de llamar a personas o personalidades políticas, y del mundo empresarial o social, que le dieron su apoyo, forzado o no, para la segunda ronda. Aquí se trazó la idea de un gobierno de características parlamentarias, o para el caso nuestro semiparlamentario. Cuanto bueno tendrá este esfuerzo solo lo sabremos cuando anuncie la integración de su Consejo de Ministros. Por ahora, esperamos ansiosos este resultado.
No le ha sido fácil esta negociación. En la práctica todos los partidos, excepto dos, de los que eligieron diputados, le han dado la mano a la oferta del Presidente electo. El Frente Amplio, de reconocimiento político de izquierda, que solo eligió un diputado, y que ha sido aliado estratégico desde el anterior gobierno con el Partido Acción Ciudadana. La izquierda nacional nunca en la historia política ha sido parte de Gobierno, aún cuando eran una fuerza más determinante en la vida nacional, como fue en la década de 1940-1948, y cuando en 1944 incluso llegaron a la elección coaligados con el Gobierno, bajo el Partido Bloque de la Victoria, donde no obtuvieron ningún puesto ministerial. Después de 1970, ,en que volvió la izquierda a participar en procesos electorales, hasta el gobierno que inició en el 2014, donde la izquierda llegó a tener dos, tres, cuatro y hasta nueve diputados, en este último período, nunca llegaron a esta posibilidad de formar parte del Gobierno. El otro partido es Integración Nacional, que vuelve a elegir diputados, cuatro en esta ocasión, respecto al único de 1998. Y de estos cuatro, uno ya se separó parlamentariamente antes de asumir el próximo primero de mayo, constituyéndose en un diputado independiente.
Los otros partidos no le han aceptado al Presidente electo su oferta de formar parte del Gobierno. Con criterios democratistas de dejarlo gobernar se han reservado su natural espacio parlamentario y público de ser fuerzas opositoras, sin compromiso gubernativo, sobretodo valorando la expectativa de que el ejercicio y la responsabildiad de gobierno, mientras no haya gobiernos parlamentarios en Costa Rica, en toda su intensidad lo asuma el partido que gobierna. Así, hay que esperar al anuncio de la integración del Gabinete para ver por donde se orienta este esfuerzo político institucional novedoso.
El otro eje, es el llamarse el Gobierno del Bicentenario. Por sí solo y ante sí cualquier partido político que hubiere llegado al Gobierno, se encuentra con esta efemérides que no puede evitar, la cual puede abordarse desde ángulos académicos, educativos y culturales con gran pompa, y sin mayor trascendencia posterior. ¿Cuál puede ser la mejor forma de celebrar el Bicentenario de la Independencia, en el ánimo del nuevo Gobierno que recién inicia? No tengo la menor idea, porque hasta ahora el Presidente electo no ha pasado de señalar que su Gobierno es del del Bicentenario, casi como una frase vacía y hueca. Durante la campaña electoral no esbozó nada alusivo a esta significativa celebración.
Por ahora, a mí se me vienen a la cabeza cuatro propuestas, que requieren visión histórica y voluntad política para impulsarlas, y que calzan con el 70 aniversario del inicio de la Junta Fundadora de la Segunda República, el Bicentenario de la Independencia y los aires del nuevo gobierno, de nuevas formas de gobernar.
- La Primera, convocar por iniciativa presidencial el Referéndum, que impulsa Alex Solís Fallas y un grupo de ciudadanos, en el que me incluyo, para discutir sobre la convocatoria de una nueva Asamblea Nacional Constituyente, que redacte una nueva Constitución Política, de cara al Bicentenario y al Siglo XXI, donde al menos se produzca el espacio para discutir nacionalmente las necesidades de avanzar hacia nuevas formas institucionales de gobernar, y que resultado de este Referéndum pueda instalarse la Asamblea nacional Constituyente y se redacte una nueva Constitución Política.
- La Segunda, que de darse esta situación se declare el inicio de la Tercera República, con todo lo que ello significa, que devendría no solo del diseño institucional que establezca la Constituyente, sino del esfuerzo que en esa dirección el Presidente en ejercicio, su Gobierno y las fuerzas políticas comprometidas con este esfuerzo nacional, tendrían que trazar, con visión de estadista hacia el futuro de Costa Rica. Pero, para esto se requiere más que visión y voluntad política. Se requiere valor.
- La tercera, que con motivo del Bicentenario el nuevo gobierno acoja para su ejecución el Proyecto del Gran Parque del Bicentenario, que desde hace varios años viene impulsando, el exministro y dirigente político, Francisco Morales Hernández, que lo tiene prácticamente listo, con todos los estudios hechos y debidamente aprobados, para darle un nuevo pulmón a la capital y el área metropolitana.
- Y, la Cuarta, del mismo ministro, que se discuta su proyecto del Sector de Economía Laboral.
Démosle oportunidad al Presidente electo de impulsar su proyecto de Gobierno compartido con otras fuerzas políticas nacionales, pero alentemos simultáneamente la posibilidad de ir hacia una Gran Reforma Política Institucional de Costa Rica.