Democracia y PolíticaEconomíaRelaciones internacionales

Lo que vendrá después de La Haya

 

Trump siembra dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la OTAN y la defensa mutua | EuronewsCeremonia de bienvenida y foto oficial de Cumbre de la OTAN de 2025 en La Haya (Países Bajos). El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, y los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la OTAN. Foto: NATO North Atlantic Treaty Organization (CC BY-NC-ND 4.0).

 

La cumbre más esperada del año concluyó el 25 de junio en La Haya con una escueta declaración de cinco puntos que podrían resumirse en dos. El primero reafirma el principio de la defensa colectiva y el Artículo 5 del Tratado de Washington. El segundo recoge el compromiso de los aliados de Estados Unidos con el 5% del PIB de gasto anual hasta 2035 en capacidades básicas de defensa (3,5%) y otras inversiones relacionadas (1,5%).

Como anticipaban Liana Fix y Rebecca Lissner en el Council on Foreign Relations, el objetivo de la cumbre era apaciguar al presidente de EEUU, Donald Trump, que puso la cifra fetiche del 5% sobre la mesa hace meses y llegó a cuestionar la interpretación del Artículo 5 en su viaje hacia Países Bajos. Despejadas las dudas sobre el gasto y el compromiso estadounidense con la OTAN, surgen en el horizonte preocupaciones en torno al realismo del nivel de inversión acordado por todos los aliados excepto España, su impacto fiscal, el sostenimiento del apoyo a Ucrania, la amenaza de Rusia y la pérdida de confianza en el seno de la Alianza.

La OTAN 1.0 definida por la guerra fría se transformó en OTAN 2.0 tras el colapso del bloque soviético. ¿Cómo será la OTAN 3.0 que podría surgir tras la cumbre de La Haya? En la XX Conferencia Anual Raymond Aron, organizada por el Centro de EEUU y Europa de Brookings Institution, Camille Grand describe cuatro escenarios para las relaciones transatlánticas y la OTAN. El primero sería una transición organizada hacia una alianza más europea, sin cuestionar el compromiso de EEUU ni el paraguas de su disuasión nuclear. El segundo consistiría en una transición caótica mediante una sucesión de decisiones unilaterales por parte de Washington, incluyendo la retirada de algunas tropas en suelo europeo. El tercero, más radical, contempla la reducción de la participación en la Alianza y, en general, de los asuntos europeos, poniendo fin al apoyo a Ucrania, cerrando bases militares estadounidenses de manera descoordinada y desentendiéndose de las funciones de mando y control en la OTAN. El cuarto presenta a un EEUU hostil con Europa, una ruptura histórica con conflictos en materia comercial y tecnológica, donde Washington, además, compartiría el enfoque de Moscú en asuntos como Ucrania, sanciones o desarme. Grand descarta los dos últimos escenarios, pero advierte que el más favorable ni siquiera está garantizado con el compromiso de gasto en defensa del 5%.

Ante una posible retirada de EEUU de la estructura de mando de la OTAN, pero también en la consolidación de una OTAN más europea y una relación transatlántica más equilibrada, Amélie Zima, responsable del Programa de Seguridad Europea y Transatlántica del IFRI, ha articulado una posible evolución en los altos puestos militares de la organización.

En La Haya apenas se debatió sobre el apoyo a Ucrania, y sobre Rusia el silencio fue absoluto. En una comparecencia en el Comité de Asuntos Exteriores del Senado de EEUU previa a la reunión de La Haya, Alina Polyakova, presidente del CEPA y miembro del Consejo Científico del Real Instituto Elcano, aseguró que Rusia es hoy una amenaza a la OTAN mucho mayor que durante la Guerra Fría, y que Vladímir Putin se está preparando para una confrontación directa con la organización a través de tácticas convencionales y de guerra en la sombra. En el mismo sentido se pronuncian los investigadores de Clingendel Kaspar Pucek y Bob Deen, al recordar que la OTAN sigue siendo para Rusia el principal impedimento a sus intereses geopolíticos. Los expertos anticipan incursiones rusas puntuales en los países bálticos “con el fin de desafiar la determinación de la OTAN”. En este escenario, proponen combinar el rearme europeo, el apoyo militar a Ucrania y la construcción de una disuasión creíble con un enfoque estratégico hacia Rusia que contemple la comunicación a través de canales como la OSCE.

Una preocupación similar está recogida en el Memo de Aylin Matlé y András Rácz, analistas de DGAP. Si bien la guerra en Ucrania y la presencia de tropas estadounidenses en la región previenen hoy de una acción agresiva de Rusia en los bálticos o en Polonia, un cambio en cualquiera de los factores podría incitar a una operación limitada o a acciones de desestabilización. Los autores analizan el papel clave de Alemania reforzando el flanco noreste de la OTAN.

Pese a haber evitado un mayor deterioro en las relaciones con la actual administración de EEUU, tras La Haya queda pendiente la difícil tarea de restaurar la confianza en el seno de la Alianza. Para ello, será preciso alcanzar una visión común sobre el apoyo a Ucrania y la amenaza que representa Rusia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba