Los 1.000 días de barbarie de Putin contra Ucrania
El 19 de noviembre 2024 se cumplió el millar de días desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022 a Ucrania. Esta agresión contra una nación que decidió separarse de la extinta URSS en agosto de 1991 no fue un acto aislado, formó parte del plan añorado por el dictador ruso desde que llegó al poder como presidente interino en diciembre de 1999, luego electo presidente en marzo de 2000, para finalmente hacerse reelegir hasta el 2030.
A partir de su formación como agente de la tenebrosa KGB guardia pretoriana del orden soviético, rumiaba en sus entrañas restaurar la gloria de la todopoderosa URSS de Josef Stalin y la tradición imperial de la Rusia de los zares de Pedro el Grande, monarca integrante de la dinastía Romanov que gobernara Rusia durante tres siglos hasta el derrocamiento del último zar Nicolás II en 1917.
Sus intenciones las ha demostrado a lo largo del siglo XXI con sus tropelías en diferentes repúblicas exsoviéticas, al ahogar en sangre al movimiento separatista checheno en 1999 e instaurar un régimen prorruso hasta el presente, luego promoviendo la guerra contra Georgia en 2008, imponiendo la existencia en su territorio de 2 republiquetas bajo su dominio denominadas Abjasia y Osetia del Sur, cuyas administraciones obedecen directamente al Kremlin, del mismo modo mantiene el control de Transnistria (1992), territorio reclamado hasta el presente por Moldavia.
Por tanto, lo de Ucrania lo abordó Putin como amenaza luego de las convulsiones sociales del Euromaidan, a principios de 2014 las protestas condujeron a la Revolución de la Dignidad y al derrocamiento del presidente prorruso de Ucrania, Viktor Yanukovych. Poco después, estallaron disturbios prorrusos en el este y el sur de Ucrania auspiciados desde el Kremlin, mientras tropas rusas sin distintivos ocupaban Crimea hasta el presente 2024.
De allí se trazó entre ceja y ceja invadir y sojuzgar a Ucrania por el giro de sus gobernantes hacia el ingreso a la Unión Europea y a la OTAN, creyendo que con la toma de Kiev todo sería coser y cantar. En febrero de 2022 invadió el país con más de 600.000 soldados lo que a la postre ha derivado en el conflicto bélico mas álgido desde la Segunda Guerra Mundial.
En resumen, al todopoderoso Goliat ruso se le enfrentó una nación decidida a defender su existencia como tal, derivando en un conflicto que le ha significado al invasor la pérdida de cuantiosas vidas humanas, según el Ministerio de Defensa ucraniano calcula que 635.880 combatientes rusos han muerto o resultado heridos desde el inicio de la invasión, debiendo convertir su producción a una economía de guerra y el retiro de miles de empresas occidentales de Rusia.
Para Ucrania ha sido letal el conflicto producido por los caprichos de un dictador. Según cálculos en la web, se contabiliza la muerte de 480.000 ucranianos, pero el trágico balance humano de la guerra supera el millón de muertos y heridos al sumarle los del ejército ruso. Entre tanto, su economía se ha afectado gravemente después de casi dos años de guerra, la invasión ha causado pérdidas asombrosas a la gente y la economía de Ucrania. El PIB de Ucrania cayó 40% en 2022. Hubo una pequeña recuperación en 2023, pero 7,1 millones de ucranianos más viven ahora en la pobreza, agravado por una diáspora de más de 8 millones de personas esparcidos en todo el planeta, agregando el oprobio de secuestrar a más de 20.000 niños ucranianos para adoctrinarlos al mundo ruso, razón por la cual la CPI le sentenció orden de captura al dictador ruso.
En otro contexto, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania tiene consecuencias económicas a nivel global que potencian varios de los efectos producto de la pandemia, entre ellas, problemas de abastecimiento en las cadenas de valor, incremento en los precios de commodities agrícolas, combustibles, minerales y fertilizantes, aumento del desempleo e inflación.
Lo curioso del tema al conocer el origen de esta guerra inútil es preguntarse ¿cómo algunos gobernantes de Occidente y el Asia respaldan a un dictador que descaradamente demuestra sus siniestros planes ? Es evidente que este sátrapa ruso no se detendrá allí, no se puede dudar que sus pretensiones abarcan retomar Polonia y algún día clavar como otrora la bandera de la Federación Rusa en la Puerta de Brandemburgo en Berlín.
El pueblo ucraniano y su presidente Volodimir Zelenski han demostrado su valentía en su cita con la historia y su talante de sacrificarse para que el dictador Putin no arree las banderas del fascismo en Europa. Slava Ukraine debe ser el eslogan de los pueblos libres del mundo contra las dictaduras y en defensa de la libertad y la democracia.