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Los animales de la revolución

Apagones recientes se deben a fallas en la línea San Gerónimo

 

“Yo que pensaba que las revoluciones se comían a sus hijos. ¡Y resulta que hay animales que se comen a las revoluciones!”. Una semblanza que pone en evidencia la desgracia de los servicios públicos en Venezuela y los padecimientos de la gente, haciendo hincapié en la falta de electricidad y de agua. A diario, “miles de venezolanos se quedan a oscuras, a ciegas, a rastras, sin luz eléctrica en elevadores, en medio de cirugías cruciales, en las viviendas, semáforos, respiradores, sistema bancario, telefonía. Horas de apagón; y miedo que al volver el milagro de la luz perdamos la mitad de los electrodomésticos”.

 

Hago mutis y me ausento cada cierto tiempo porque a veces siento que las redes, las noticias, las novedades y las antigüedades no me dejan respirar. Hago un alto, me tomo un recreo y regreso con la carga más liviana para volver a leer lo que hay. Dos problemas le llevan siempre la delantera a todo lo demás (Y todo lo demás es muchísimo: la inflación, la crisis hospitalaria y de salud, la miseria, el Tapón del Darién, la gente necesitando empleo, y pare usted de contar).

De esos dos detalles que abruman al venezolano común -ambos responsabilidad del Estado- uno es vital: el agua; pero el otro es mortal: la falta de electricidad. La falta de agua es una tragedia, pero los apagones, literalmente, matan.

Sin embargo, el Estado venezolano tiene enemigos insospechados que atacan desde distintos flancos: animales, fenómenos climáticos y gobiernos externos tienen incidencia en los problemas ocasionados en el país en materia eléctrica. Muy en especial las criaturas de nuestra fauna. Yo que pensaba que las revoluciones se comían a sus hijos. ¡Y resulta que hay animales que se comen a las revoluciones!

Es un rintitín que escuchamos desde siempre: ‘Las revoluciones se comen a sus hijos’. Sin embargo, rara vez he oído que a las revoluciones se las comen sus animales. Pero también es así. Lo sabemos de cerquita. Desde hace años ya. (Yo lo supe de primera mano en los ‘80 cuando asistí a un taller con Gabriel García Márquez en Cuba. Y detuvieron un taxi en el que viajaba de madrugada porque la autoridad buscaba una vaca muerta). Sí, una vaca muerta. Desde entonces supe que había animales que atentan contra la revolución, vivos o muertos.

En Venezuela, lo primero fue una iguana que se ensañó con el sistema eléctrico. La padecimos y la seguimos padeciendo desde hace muchos años. Apenas se va la electricidad, de sopetón, y la responsable es una iguana maliciosa -nos dicen los ministros-. Y el animal es perseverante en su voracidad. Todos los días una de ellas hace que miles de venezolanos se queden a oscuras, a ciegas, a rastras, sin luz eléctrica en elevadores, en medio de cirugías cruciales, en las viviendas, semáforos, respiradores, sistema bancario, telefonía. Horas de apagón; y miedo que al volver el milagro de la luz perdamos la mitad de los electrodomésticos.

“Venezuela registra un promedio de 655,64 fallas eléctricas cada día, según datos suministrados por el Comité de Afectados por Apagones”, dice El Estímulo el 14 de agosto, hace apenas pocos días. Dígame Usted si eso no es maldad (De las iguanas).

 

“La falta de agua es una tragedia, pero los apagones, literalmente, matan”

 

Son las iguanas. Y si las iguanas fallan, son los zamuros. Y si no, aparecen los rabipelados. O las golondrinas. Esto, a decir de las autoridades competentes, que me imagino que son expertos en el tema eléctrico y simultáneamente en la fauna nacional.

Tienen años estudiando el fenómeno. Desde que la crisis comenzó de lleno, si no me equivoco, en el año 2009.

Por ejemplo, en el 2010, en el gobierno a cargo del fallecido presidente sembrado Hugo Chávez, una interrupción el servicio en el estado Anzoátegui dejó sin luz a 10 sectores de la entidad, situación en la que Corpoelec apuntó hacia una iguana como la causa del evento. El reptil, según la empresa, mordió un cable de alta tensión, lo que motivó, inevitablemente, el apagón. No obstante, esta fue la primera de una serie de explicaciones que involucraban animales por parte de la estatal. Así sucedió también en 2011, cuando una banda de golondrinas tuvo efecto sobre la misma problemática, ahora en el estado Mérida.

Recuerdo que en el año 2018, por citar solo otro botón para muestra, el ministro para la Energía Eléctrica, mayor general Luis Motta Domínguez, aseguró que un roedor había causado la avería en la Subestación de Palo Verde en Caracas que dejó sin luz a La Dolorita, entre otros.

“… Camaradas!”, dijo en su cuenta de Instagram. “En algunos casos, las fallas en el sistema eléctrico la producen animales tales como: ratas, ratones, culebras, gatos, ardillas, rabipelados, zamuros, etc., que buscando madriguera, nido o lugar donde ocultarse, se introducen en equipos del sistema causando la falla” (SIC).

Así lo dijo un mayor general una vez que Corpoelec, vía Twitter, anunciara la falla que afectó a los sectores: “La Dolorita, Brisas de Petare, Alto de Tomas, Brisas de Chaguaramas, Brisas de Turumo, Mariche, Hoyo de las Tapias”.

Luego vino el rabipelado, fuente de todos los accidentes en las plantas petroleras. Una desgracia el animalito. Por culpa de un rabipelado hemos tenido escasez de combustible, incendios, derrumbes, y falta de gasolina precisamente para corregir las fallas eléctricas. Ahora bien, siguiendo con el problema de la electricidad, habría que considerar también la responsabilidad de las ratas. ¡Las ratas, cómo olvidarlas! (yo creo que en el caso del fracaso del emprendimiento Derwick la fechoría es de esas ratas).

“Recientemente, este sábado 13 de agosto, cerca de las 3:30 de la tarde, una falla en el sistema eléctrico venezolano hizo que la mitad de los venezolanos experimentarán una fluctuación de energía en sus hogares. Aunque para algunos la falla duró solo unos segundos, en otros hogares la electricidad se fue completamente por algunas horas. En total al menos siete estados venezolanos sufrieron lo que se conoce en Venezuela como un bajón eléctrico. ¿Cuál fue la razón?, según el ministro de Energía Eléctrica, Néstor Reverol, “una descarga atmosférica en una subestación del país fue la que provocó la falla eléctrica que afectó este sábado a 7 estados del país”, da cuenta El Estímulo, en agosto 14.

Así que ya vemos que no solo causa estragos la desconsideración de los animales hostiles. También hay fenómenos atmosféricos muy extraños que parecen fabricados por el enemigo extranjero. Pero el adversario mayor, quién puede negarlo a estas alturas, son nuestros propios tracaleros, delincuentes, rastreros, corruptos y malhechores animales. Las iguanas, esos lagartos malvados, esos dinosaurios del nuevo mundo, pasan disimulados mimetizados con el color del paisaje y así se escabullen como si no fuera con ellos, después de delinquir, literalmente, a sangre fría; los zamuros, el depredador por excelencia, siempre buscando con sus colegas qué carroña comerse sin esfuerzo; los rabipelados que también joroban pero al menos sirven para comerse de vez en cuando a los alacranes con lo cual la fauna falsaria y tramposa puede que se detenga a veces, y hasta las golondrinas que vienen de paso, transgreden y se van. Las culebras, ofidios pues, unas muy venenosas, siempre arrastrándose para conseguir su botín. Y las ratas, que ya sabemos. Ajá.

Pareciera que la falta de mantenimiento y la canibalización de los equipos de recambio, y más recientemente el robo de cables, sumadas las fechorías de contratistas, funcionarios y empresas privadas, han dejado al sistema sin posibilidad de maniobra.

Pero no es cierto: la culpa es de la vaca. Digo, de la fauna.

 

 

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