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Los conservadores portugueses recortan distancias con Costa

Se celebran el domingo 30 de enero unas elecciones generales decisivas porque todo apunta a que las fuerzas de Antonio Costa y Rui Rio se han igualado

El primer ministro portugués, Antonio Costa, comenzó la campaña electoral para las legislativas de este domingo 30 de enero con abrumadora ventaja en las encuestas… y la termina pidiendo la hora debido al fantasma del empate técnico con los conservadores del PSD, paradójicamente llamado Partido Social Demócrata pese a no tener nada que ver con esta tendencia y a ser similar al PP (cosas de la peculiar política lusa).

El temor a salir de casa para votar se palpa en la calle, pues el Gobierno ha tomado la decisión de permitir que acudan a emitir su sufragio los contagiados por covid y no con un horario específico. Solo la región autónoma de Madeira, gobernada por el PSD, se ha significado estableciendo entre las 18.00 y las 19.00 horas el turno para esta parte la población.

El contexto no invita al optimismo en este sentido, pues el número de casos alcanza cifras de récord con una media diaria de 65.000 a lo largo de esta última semana.

Por el camino de esta convulsa campaña, unos cuantos asuntos han desgastado la imagen de los socialistas, cuya sede central del Largo do Rato parece haberse convertido en un nido de contradicciones y volantazos para frenar el deterioro ante la opinión pública.

Fraude fiscal de un exministro socialista

Por ejemplo, el exministro socialista Manuel Pinho fue detenido en Lisboa por graves indicios de fraude fiscal y blanqueo de capitales. Ejerció como titular de Economía en Portugal cuando el primer ministro era José Sócrates, hoy en espera de juicio por un sinfín de cargos de corrupción contra él. Para colmo, había comparecido ante el tribunal que juzga el llamado ‘caso EDP’, referido a la investigación por contratos para la venta de electricidad en la emblemática empresa Energías de Portugal. Así que acudió a prestar declaración en relación a un oscuro ‘affaire’ con fondos procedentes del extinto Banco Espírito Santo y salió con nuevas acusaciones sobre él.

Y todo mientras el propio Sócrates salía de las tinieblas y, en lugar de no hacer ruido, convulsionaba el país hace unos días con una entrevista televisiva en una franja de máxima audiencia. ¿Por qué no frenaron su intervención desde el entorno de Costa? La incógnita sigue en el aire.

La detención de Manuel Pinho se ha producido en un momento muy inoportuno para el socialismo portugués, ya que no solo pesa como una losa sobre él la actuación del Gobierno de José Sócrates (considerado en su momento el Zapatero luso) sino que, con los comicios a la vuelta de la esquina, el panorama socialista se ennegrece y baja su valoración por parte del electorado.

Rui Rio asiste atónito al ‘espectáculo’ desde su atalaya del PSD, dirigida desde Oporto y con escala en el barrio lisboeta de Lapa-Estrella.

Desvelar secretos a Putin

Otro tema muy polémico que ha dañado al socialismo, comandado por un acorralado Antonio Costa, está relacionado con el hecho de que el Ayuntamiento de Lisboa, de signo conservador desde septiembre pero que fue gobernado por los socialistas durante 14 años, acaba de ser condenado por la Comisión Nacional de Protección de Datos a pagar 1,2 millones de euros de indemnización a causa de desvelar a Vladimir Putin información personal de los opositores rusos que protestaban en la capital portuguesa.

Se ha demostrado que el anterior alcalde, Fernando Medina (llamado a responsabilizarse de algún ministerio en caso de victoria socialista este domingo), autorizaba proporcionar a Rusia datos privados de los manifestantes cada vez que se organizaba una concentración en las calles de Lisboa. De ahí que se le denomine en Portugal el ‘Russiagate’, agravado por una actitud similar ante China, Venezuela e Israel.

El actual alcalde, el conservadoCarlos Moedas, se ha desmarcado de la insólita revelación de datos y ha declarado: «Esta decisión es una herencia pesada que el anterior equipo del Ayuntamiento deja a los lisboetas».

La fuerte polémica se desató el año pasado al comprobarse la veracidad de los hechos, reconocidos por el propio Medina. Ve su desenlace ahora como un palo de cara a estas reñidas elecciones generales anticipadas, toda vez que la izquierda radical (Bloco de Esquerda y comunistas) dejaron tirado al Partido Socialista en el envite para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2022.

 

 

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