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Los cuatro países que en la próxima década marcarán el pulso internacional

Hoy el G3 se consolida con Estados Unidos, China y Japón. Pero se espera que en los próximos años se sume una cuarta pata: India, la democracia más grande del mundo y el país que en 2040 representaría el 15% del producto bruto mundial.

 

En este mundo que cambia aceleradamente, las naciones continentes son las que llevan el ritmo y dan el tono principal. Ayer, Estados Unidos, hoy, con China, aceleradamente han establecido lo que se suele llamar el G2. ¿Hay alguien candidato para un G3? Sí, hoy Japón. Pero de aquí a cinco o diez años, la India.

Y ya es hora que observemos desde este lado del mundo cómo India se está moviendo en el tablero global. Por su crecimiento, por su pertenencia a diversas agrupaciones estratégicas, por la singularidad de ser la democracia más grande del mundo.

A la izquierda, el primer ministro de India, Narendra Modi; a la derecha, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos (AFP).

A la izquierda, el primer ministro de India, Narendra Modi; a la derecha, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos (AFP).

India emerge con una fuerza extraordinaria. Está creciendo más que China en los últimos dos o tres años, con el 7,5% anual. Cuenta con una población que en cinco años superará a la de China y todo indica que será un continente con 1.600 millones de personas hacia el 2040. Y, también para ese año, un reciente informe de una consultora clave anuncia que será una economía mayor a la de Estados Unidos, con paridad de poder de compra. Es decir, de aquí al 2040 India será la segunda economía después de China.

En el curso de pocas semanas, hemos visto a India participar en la cita del denominado Quad Indo-Pacífico (Estados Unidos, Australia, India y Japón), en la Organización de Cooperación de Shanghai (sumándose oficialmente a Rusia, China y otros del Asia Central) y en la última cumbre de los BRICS (agregando allí a Brasil y Sudáfrica). Y en tres meses más la tendremos en Buenos Aires en la cita del G20. Sin dudas, una diplomacia intensa y diversa.

En cada instancia pone lo suyo: ser la democracia más grande del mundo en población, seguidora de los valores democráticos y liberales que, de una u otra forma, heredaron del imperio inglés. Tras la huella dejada por Gandhi y Nehru, el pensamiento socialdemócrata del partido del Congreso conducido por Indira Gandhi y su hijo dieron el gran soporte político después de la independencia. Pero en 2014 irrumpe el primer ministro Narendra Modi, de inspiración liberal y comprometido a mover la economía con menos ataduras estatales.

Ha logrado un período de extraordinario crecimiento, si bien algunos sostienen que podría andar más rápido, en torno al 9%. La gran apuesta de India ha estado en los servicios, a diferencia de China que puso su apuesta de despegue en las manufacturas. Bangalore es su Silicon Valley, y en el mundo de la tecnología, India es considerado un líder mundial. Pero el país quiere ser conocido por algo más que el outsourcing de sus habilidades informáticas.

Esta India, que ayer inspiró el gran movimiento de los países No Alineados, ahora busca generar su propio concepto a través del Océano Índico y el Pacífico. Es allí donde emerge lo planteado por Gurpreet Khurana, oficial de la marina india que en el 2007 habló de la seguridad de las líneas marítimas y cómo se podría hacer una cooperación en conjunto con Japón.

Y ahí coincidió con el primer ministro Abe, de Japón, que en agosto del 2007 habló de la confluencia del Océano Índico y Pacífico como mares de libertad y prosperidad en el espacio geográfico mayor de Asia. Hoy se subraya la vigencia de un entendimiento de Australia, India, Japón y Estados Unidos.

Es un cuadrilátero donde esos países intentan coordinarse para defender sus intereses en ese gran espacio marítimo y con clara intencionalidad política. Pero India busca hacerlo con cuidado. No sólo porque su presupuesto militar se mantiene bajo comparado con otros grandes del entorno, sino también porque China tiene una gran influencia en los países periféricos de India, esto es, Nepal, Sri Lanka y Bangladesh.

Se registra así un movimiento acelerado de piezas, donde la India emerge con fuerza en los diversos tableros: por sus credenciales democráticas “a lo occidental”, con Australia, Japón y Estados Unidos, pero por sus profundas raíces en el mundo asiático, con China y otros países de Asia. Y, al mismo tiempo, buscando consolidarse como una potencia económica en los BRICS. Hacia el 2040 se supone que la India llegará a tener el 15% del producto bruto mundial. Es allí donde pasaría a ser la segunda economía más grande del mundo, superando a Estados Unidos.

Trump –muy lejos de la mirada estratégica con la cual Obama buscó el diálogo con Narendra Modi, primer ministro de India– mira esa posibilidad de los “cuatro occidentales” como operación de contención inmediata, mientras empuja la guerra comercial con China. Pero las cosas son más sutiles. Es cierto que en 2013, un documento del Ministerio de Defensa de Australia señaló que para asegurar los intereses geopolíticos australianos era importante operar en el Océano Índico con socios regionales.

Pero India calcula cada paso. Por ello, aunque causó cierta sorpresa que en la reciente reunión de esos cuatro países, en Singapur, el primer ministro Modi (presidente del grupo este año) hizo un discurso en donde se abstuvo de mencionar a los países porque consideró que no era adecuado compararse con esas otras democracias occidentales tan grandes como Australia, Japón y Estados Unidos. Fue sutil. Su diplomacia está practicando una multipertenencia, que deja más de una lección para países como los nuestros. Modi tiene claro que es cuestión de saber esperar.

* Ricardo Lagos es ex presidente de Chile 

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