Los dados están echados
La democracia liberal y el Estado democrático de Derecho no han estado más amenazados desde la II Guerra Mundial por motivos externos, pero también internos por el debilitamiento de los valores occidentales
Putin en su guerra contra Ucrania “ha echado los dados”. Una cosa es cierta, la sucesión de los hechos generará consecuencias, en gran parte imprevisibles. Los efectos de esta acción por su alcance son ambivalentes. Este concepto lo tenía claro la pitia de Delfos. Preguntada por Creso, rey de Lidia, sobre el resultado de la invasión contra el imperio persa, respondió asertiva y ambigua: “si avanzas con tu ejército hacia el Este y cruzas el río Halis, un imperio caerá”. Y fue el suyo.
Los dados están echados, en su expresión latina «Alea iacta est”, o la suerte está echada, es tribuida a César por Suetonio en La Vida de los 12 césares. Viene a expresar el riesgo que se asume por las consecuencias imprevisibles por los propios actos cuando rompen con la situación anterior, sin retorno: “Todavía podemos retroceder, pero si cruzamos este puentecillo, todo habrán de decirlo las armas”. Así se expresa César y rompe la orden del Senado al cruzar con el ejército el riachuelo Rubicón, al norte de Roma: “Marchemos a donde nos llaman los signos de los dioses y la iniquidad de los enemigos”. Crea una nueva situación que activa fuerzas opuestas y da lugar a la guerra civil entre César y Pompeyo: el primero destruirá al segundo, y las fuerzas desatadas darán, años más tarde, con César asesinado en el Senado.
El juego de dados, asociado a la suerte —fuerza oculta— era presente en la tradición clásica. Aparece en griego en un verso de Menandro y después en Plutarco. Más que la suerte, es el juego del destino de los hombres en manos de otros hombres como siempre a través de la Historia. Los hechos y la sucesión de consecuencias no previstas para la vida, el poder territorial, el control de los recursos y, en definitiva, el azaroso devenir de la civilización humana en el juego ciego de los intereses de poder hegemónico.
Veámoslo en tres hechos históricos, uno antiguo y dos recientes:
—Guerra del Peloponeso (433 aC-404 aC). Tucídides, testigo y narrador de esta guerra de destrucción de la democracia ateniense. 29 años de guerra entre dos alianzas: la alianza ática, liderada por Atenas, y la liga del Peloponeso, liderada por Esparta. Dos imperios comerciales con regímenes políticos opuestos. El orden del mundo griego del siglo V a de C. fue alterado para siempre a partir de un incidente menor entre Corinto (liga Peloponeso) y su antigua colonia Corcira (isla de Corfú en el mar Jónico), que pidió ayuda a Atenas. Se activó el juego de las alianzas con distintas batallas. Finalmente, Esparta venció a Atenas (Egospótamos) y fue destruida.
—I Guerra Mundial (1914-1918). Entre la red de alianzas de los imperios coloniales europeos: la Triple Alianza (Alemania, Imperio Austrohúngaro e Italia) y la Triple Entente o Aliados (Inglaterra, Francia y Rusia). Incidente detonante: asesinato del archiduque Francisco Fernando por un nacionalista serbio en Sarajevo. Activación de las alianzas: el imperio Austrohúngaro declaró la guerra a Serbia que fue apoyada por Rusia. La intervención de los aliados se extendió a las colonias en otros continentes. En 1917, EE. UU. se sumó a los Aliados y consiguieron derrotar a Alemania. Efectos: casi 10 millones de muertos y 20 millones de heridos e intoxicados por gases. Consecuencias: cambios de poder en cuatro imperios: Alemania (perdió Alsacia y Lorena, colonias y el castigo del Tratado de Versalles (1919); el desmembramiento del imperio Austrohúngaro; desaparición de los imperios ruso y otomano.
—II Guerra Mundial (1939-1945). En este periodo dominaron movimientos nacionalistas, belicistas y expansivos: nazismo en Alemania, fascismo en Italia, militarismo japonés, bolchevismo en la URSS. Efecto: conflagración de la II Guerra Mundial. Alemania, humillada por el tratado de Versalles al final de la I Guerra Mundial, anexionó Austria y parte de Checoslovaquia, pactó con la URSS repartirse Polonia y la invadió. Enfrentamiento bélico entre potencias: el Eje (Alemania, Italia y Japón) y en contra los Aliados (RU, Francia, China, Polonia y la URSS). En el Pacífico, Japón invadió Manchuria, y se expandió por Asia, hasta su enfrentamiento directo con EE. UU. (ataque a Pearl Harbour). Consecuencias a escala planetaria: supuso una modificación profunda del equilibrio de poder en Europa y Asia, la emergencia de dos superpotencias, EE. UU y URSS y cambios territoriales: la URSS se anexionó parte de Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, Alemania oriental, Checoeslovaquia, Finlandia, Rumania; Alemania fue dividida en dos; España sin participar en la guerra perdió la zona internacional de Tánger. Japón capituló. El mundo quedó dividido en dos bloques antagónicos (guerra fría).
Después de tres meses de invasión, Rusia muestra una estrategia flexible. Ahora está centrada en el control del Este de Ucrania ¿llegará hasta el rio Dniéper?
La actual guerra de Putin contra Ucrania está activando el juego de las alianzas, como ha ocurrido en todas las guerras. Occidente (EEUU, RU, UE, OTAN) con Ucrania, frente a Rusia (OTSC) con China, Corea del Norte, India, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Siria. Por ahora el escenario bélico es el Este de Ucrania hasta el Mar Negro: Rusia invade y Ucrania defiende. Muerte de civiles (más de 4.000) y militares (entre 1.300 y 14.000 ucranios, y entre 1.300 y 26.600 rusos) y destrucción de ciudades, industrias e infraestructuras.
Ambas alianzas operan de formas distintas, desde la diplomacia, las sanciones económicas y el apoyo militar y económico, pero sin implicarse directamente en los escenarios bélicos, para evitar la escalada militar por el riesgo nuclear. Después de tres meses de invasión, Rusia muestra una estrategia flexible. Ahora está centrada en el control del Este de Ucrania ¿llegará hasta el rio Dniéper? El aislamiento pretendido por las sanciones de Occidente las va conllevando con medidas nacionalistas y nuevos compradores de combustibles fósiles, como China, mientras va cerrando el grifo a países occidentales por decisión propia o del Kremlin.
¿La escalada irá a más? Algunos datos la alimentan: Finlandia y Suecia piden integrarse en la OTAN. Supondría una frontera de 1.340 Km entre Finlandia (OTAN) y Rusia. Lituania ha bloqueado el enclave ruso en el Báltico (Kaliningrado) al cerrar parcialmente el corredor de Suwalki, entre Lituania y Polonia, que conecta Rusia con el Báltico, usado para la exportación de acero, carbón, hierro y materiales de construcción. Rusia amenaza a Lituania. Este es un flanco débil de la OTAN. La toma del corredor por Rusia dejaría aislados por tierra y aire (sistemas de defensa aérea rusos) a los países bálticos y Polonia. Lituania demanda efectos disuasorios más efectivos de la OTAN en su territorio. Los medios rusos propalan la idea, parece que disuasoria, de un “conflicto nuclear potencial. Hay estar preparados para una guerra colosal”.
Estos son algunos hechos y efectos inmediatos. Los efectos mediatos se están conjurando en la tienda de los intereses a la luz y en las sombras, pero alumbrará en el tiempo un nuevo orden, ahora imprevisible, de poder hegemónico de alcance planetario si no sucede antes algún hecho que detenga el proceso en marcha. En medio de la tormenta, sin saber su evolución y resultado final, se plantean diversos escenarios a futuro. Sin excluir otros, considero dos salidas bien opuestas:
a. La formulada por el historiador ruso Alexander Etkind en un artículo en The Moscow Times. Afirma contundente que el actual gobierno ruso con Putin a la cabeza lleva a la desintegración política de la Federación rusa, comparable a la del imperio Austrohúngaro después de la I Guerra Mundial. Caracteriza a la Federación rusa, salida del colapso de la URSS a mediados de los 90 de siglo XX, con una superficie de 17.1 millones de Km2 y 144,1 millones de habitantes, como una comunidad artificial, desigual e improductiva. Propone una conferencia de paz, similar a la habida después de la I Guerra Mundial, donde termine la guerra de Ucrania y se ordene el espacio post ruso en un tratado euroasiático.
La penetración de Rusia y China en la inestable África subsahariana lleva a reforzar la posición de EE. UU. en Marruecos y de Rusia en Argelia con efectos en el flanco sur de Europa
b. Esta otra bien opuesta. Rusia se impone en el Este de Ucrania y crea un espacio de soberanía rusa. Logra eludir las sanciones de Occidente y afianza el régimen autoritario con pactos económicos y políticos con China. Desarrollan una estrategia de influencia comercial y política en el Golfo Pérsico, África e Hispanoamérica, cada vez más decantada a regímenes autoritarios, desde Cuba a Venezuela, y la degradación de las democracias de Perú y ahora Colombia. La penetración de Rusia y China en la inestable África subsahariana lleva a reforzar la posición de EE. UU. en Marruecos y de Rusia en Argelia con efectos en el flanco sur de Europa.
La consolidación de estados totalitarios, desde el comunismo clásico, las teocracias, los nacionalismos de diverso pelaje y las diversas formas de populismo controlan amplios espacios planetarios en todos los continentes, disponen de recursos naturales y están ampliamente poblados. Ambos escenarios tienen en común la fractura del orden actual, incluidas las instituciones internacionales creadas al final de la II Guerra Mundial, aunque sus efectos a medio plazo serían diferentes, sin excluir que el primero en su evolución llevara al segundo.
La democracia liberal y el Estado democrático de Derecho no han estado más amenazados desde la II Guerra Mundial por motivos externos, pero también internos por el debilitamiento de los valores occidentales. La oposición a los derechos individuales une a las fuerzas autoritarias, con independencia de su signo, en todo el planeta. Constituye la mayor amenaza a la libertad.
Hoy, igual que ayer, sólo la memoria es lo que falta. Los dados están echados.